'El diablo en Ohio' y la historia real de un culto que fue aún más aterradora

Mientras HBO bate récords con La casa del dragón y Prime Video afianza la pasión por las historias épicas con Los anillos del poder, Netflix se mantiene en sus trece con otro de sus fenómenos de turno. Es decir, series que no cuestan tanto millones, con tramas que ahondan poco y nos hacen pasar el rato para luego perderse en la gran marea de historias que inundan el catálogo.

Se trata de El diablo en Ohio, una miniserie de ocho episodios que a pesar de todos sus fallos acierta de lleno con una baza que siempre funciona: un culto de adoradores del diablo y una superviviente ambigua que llega a una familia idílica para provocar discordias como si fuera la misma niña de La huérfana. Sin embargo, lo más llamativo de esta serie la encontramos fuera de ella. Y es que si bien no existe ninguna advertencia cuando empezamos a verla, El diablo en Ohio está inspirada en una historia real.

Madeleine Arthur como Mae Dodd en 'El diablo en Ohio'. Cr. Courtesy of Netflix © 2022
Madeleine Arthur como Mae Dodd en 'El diablo en Ohio'. Cr. Courtesy of Netflix © 2022

El diablo de Ohio arranca poniendo sobre la mesa el misterio que iremos descifrando: una joven huye de una casa en medio de la noche a través de un campo de maíz y con un cuchillo ensangrentado en la mano. Logra llegar a una carretera y es trasladada a un hospital donde descubren un pentagrama tallado en su espalda. La psiquiatra del centro, Suzanne (Emily Deschanel, más conocida como Temperance Brennan de Bones) comienza a tratarla, descubriendo que se llama Mae (Madeleine Arthur) y ha huido de un culto satánico donde pretendían hacer algo no muy bonito con ella.

Pero la serie no se queda en esta idea de terror, misterio y thriller, sino que añade a la familia de la psiquiatra a la ecuación tras refugiar a Mae en su casa con la intención de encontrarle un hogar de acogida. De esta manera, la historia se expande con el drama marital entre la doctora y un marido hundido en deudas, el pasado traumático de Suzanne, así como las hijas adolescentes con sus concursos de popularidad en el instituto, romances, el amigo gay de turno (que últimamente parece haberse convertido en un estereotipo de las comedias teen), búsquedas de identidad, etcétera. Mientras Mae hace rituales satánicos, da vueltas a las cruces y un policía guaperas intenta exponer al culto.

Y ahora seguramente estarán pensando ¿y todo esto está inspirado en una historia real? No, solo lo más llamativo e interesante de la historia. El diablo en Ohio está basada en una novela escrita por Daria Polatin y publicada en 2017 quien, a su vez, participó en la adaptación como guionista y productora ejecutiva. Pues dicha novela la escribió al inspirarse en el caso real de una joven que también huyó de un culto satánico y se refugió con una psiquiatra y su familia.

Imagen de 'El diablo en Ohio' (Ricardo Hubbs, Netflix)
Imagen de 'El diablo en Ohio' (Ricardo Hubbs, Netflix)

Al momento de publicar el libro, la escritora compartió en un blog titulado ‘Mis 5 momentos más aterradores investigando El diablo en Ohio’ y fue allí donde contó la fuente de su inspiración. Polatin no dio el nombre de la superviviente, probablemente por querer proteger su identidad, pero reveló que la entrevistó, conociendo detalles “horribles” sobre su vida creciendo y escapando del culto. “Dado que muchos de los aspectos inquietantes de la historia de El diablo en Ohio se basaron en hechos reales, se me revolvía el estómago cada vez que escuchaba sobre los rituales de cicatrización, la plantación de disparadores de control mental y, quizás, lo más inquietante, cómo desgarró a una familia unida”.

Cinco años después, ante el estreno de la serie, volvió a hablar de la inspiración reafirmando que “los huesos de la historia son reales y sucedieron” pero dejando claro que no se trata de un documental. Sin embargo, como Polatin reveló que el caso real también tuvo lugar en Ohio, y la productora ejecutiva Rachel Miller lo confirmó en otra entrevista, medios estadounidenses terminaron indagando, llegando a la conclusión que podría tratarse del culto Xenos Christian Fellowship que estuvo liderado por un hombre llamado Jeffrey Lundgren.

Se trataba de una ramificación de los Santos de los Últimos Días que interpretaba las escrituras bíblicas de manera poco ortodoxa. Según Lundgren, debían buscar patrones recurrentes que supuestamente conectaban las enseñanzas, interpretándolas así a su manera. Todos sus seguidores vivían en la misma granja, a excepción de los Avery quienes, al igual que el resto, habían vendido su hogar para seguir al culto a Kirtland, en Ohio.

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Lundgren no tenía estudios religiosos más allá de haber crecido en una familia miembro de la Comunidad de Cristo (o Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días) pero al mudarse a Kirtland con su esposa y cuatro hijos, comenzó a trabajar como guía de la iglesia local, compartiendo su manera de interpretar la Biblia y sumando adeptos. Más tarde se mudaron a la granja donde habría iniciado prácticas de manipulación mental como, por ejemplo, prohibir que los miembros hablaran entre ellos o haciéndoles creer que podía leer sus mentes cuando simplemente los espiaba.

Sin embargo, el líder veía el rechazo a la convivencia grupal de los Avery como un comportamiento pecaminoso y el 10 de abril de 1989 ordenó a varios seguidores que comenzaran a cavar un hoyo en el granero que fuera lo suficientemente grande como para cinco cuerpos. Luego los reunió y puso la lealtad del grupo a prueba ordenándoles el asesinato de los Avery. A Dennis, el padre de familia, lo llevaron a un lugar aislado y le dispararon dos veces en la espalda. Luego fueron en busca de la esposa, Cheryl, convenciéndola de que su marido necesitaba su ayuda. La trasladaron, cubrieron sus ojos con cinta adhesiva y le dispararon tres veces, dos en el pecho y una en el abdomen. A continuación asesinaron a sus hijos, también disparándoles en varias ocasiones: Trina de 15, Becky de 13 y Karen de 6.

Jeffrey Lundgren fue apresado y sentenciado a la pena capital, siendo ejecutado el 24 de octubre de 2006 a los 56 años por inyección letal.

Si bien este culto no era satánico como en la serie, existen similitudes evidentes, como la convivencia conjunta en una granja, la manipulación mental y el hecho de que en la historia real el FBI recibió información de exmiembros que habían escapado de la secta. Así como Mae en la historia que poco a poco va desvelando detalles que ayudan en la investigación. Además, Jeffrey Lundgren también proclamaba oír la palabra de Dios, como hace el líder del culto en El diablo en Ohio con Lucifer a través de un cuervo. Además, el líder dijo a sus seguidores que debían asesinar a la familia si querían ver a Dios. En la serie, el sacrificio satánico tambien tiene un motivo manipulador como creer que, al hacerlo, salvarán la continuidad del culto y la supuesta llegada del Diablo.

El diablo en Ohio aterrizó en la plataforma el viernes 2 de septiembre y enseguida consiguió escalar posiciones hasta ser la serie más popular del servicio en España, Inglaterra, Italia y otros países. Y tras haberla devorado en maratón me resulta fácil comprender por qué.

No solo Netflix está carente de series nuevas que le hagan la competencia al fuerte vendaval épico que representan HBO y Amazon en estos momentos, sino que este tipo de propuestas cuajan a la perfección con el público más genérico, como hicieron Unorthodox o Gambito de dama, tocando bazas que van desde el melodrama al thriller, pasando por la típica comedia de instituto adolescente e incluyendo homenajes al cine de género (por ahí pasan referencias de todo tipo, desde Carrie a La purga, Vértigo, La huérfana, Wicker man y todas las películas de Hallmark que hayas visto en tu vida). Es decir, hay para todos los gustos, la historia no se complica en ahondar más de la cuenta y termina ofreciendo una trama sencilla, que no esconde sus errores sino que parece transitar orgullosamente por su idea a pesar de las carencias. Y eso la convierte en una apuesta decente para el maratón de turno.

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