El joven abstemio que elaboró uno de los whiskies más famosos del planeta

Si realizamos una encuesta en la que se pregunta por marcas de whisky, con toda probabilidad, el nombre ‘Johnnie Walker’ sería uno de los primeros en aparecer.

El particular diseño cuadrado de la botella, junto a la etiqueta colocada con una inclinación de 24 grados, además del emblema (isotipo) con el característico dibujo del ‘caminante’ convirtieron visualmente a este whisky en uno de los productos más inconfundibles. Tan solo con ver la botella prácticamente todo el mundo podría acertar de qué marca se trata.

El joven abstemio que elaboró uno de los whiskies más famosos del planeta (imagen vía Wikimedia commons)
El joven abstemio que elaboró uno de los whiskies más famosos del planeta (imagen vía Wikimedia commons)

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Pero detrás de este logro (ya no solo de marketing y diseño) hay una curiosa historia que comienza hace casi dos siglos con la genialidad de un joven (casi adolescente) emprendedor.

John Walker nació en 1805, en el seno de una familia de campesinos escoceses. Cuando tenía 14 años el fallecimiento de su padre hizo que el muchacho tomase la decisión más loca y a la vez acertada de su vida: vender la granja familiar e instalarse a vivir en la cercana población de Kilmarnock (en el Oeste de Escocia).

El joven Johnnie no quería trabajar como agricultor, tal y como habían hecho sus progenitores y su espíritu emprendedor lo llevó a abrir una pequeña tienda de comestibles en la que vendía todo tipo de productos.

Poco a poco las estanterías de su colmado se fueron llenando de diferentes artículos y cuatro años después, en 1823, la aprobación de una ley que regulaba el comercio de bebidas alcohólicas y rebajaba los impuestos para éstas, hizo que incorporada en su próspero negocio algunos licores espirituosos que se destilaban por la región.

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La bebida alcohólica más común era el whisky puro de malta (el conocido como ‘single malt whisky’), que era el más consumido por la zona, pero se dio cuenta que la calidad de éste no era lo suficientemente buena y comenzó a destilar su propio whisky. Inicialmente lo hizo mezclando de diferentes destiladores locales, hasta que dio en la clave para crear el suyo propio.

Y es anecdótico comprobar como alguien que se había declarado como abstemio y a quien consumir alcohol no le gustaba, se convirtió en pocos años en el mayor productor de whisky de toda la comarca.

La llegada del ferrocarril hasta Kilmarnock en 1843 facilitó el poder comerciar con toda Escocia y a lo largo de los siguientes años se convirtió en todo un referente en la destilación del single malt whisky escocés, al que denominó como Walker’s Kilmarnock Whiskey’, aunque todo el mundo lo conocía como el whisky de Johnnie Walker’ (Johnnie Walker’s Whisky).

Pero en 1857 John Walker falleció repentinamente, a la edad de 52 años, teniéndose que hacer cargo del negocio familiar su primogénito Alexander de 20 años.

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Había heredado el espíritu emprendedor de su padre y en poco más de una década logró distribuir el whisky familiar por todas las colonias del Imperio Británico. Y lo hizo convenciendo a los diferentes capitanes de barco que partían de los puertos ingleses para que llevasen en sus bodegas algunos cargamentos de botellas y las distribuyesen en las poblaciones de destino.

Pero a pesar de que había sido una gran idea, muchas de las botellas llegaban rotas a su destino, debido a que no se podían almacenar adecuadamente en las bodegas de los barcos.

Así fue cómo se le ocurrió, en 1870, el cambiar el diseño de las botellas y ordenar que se las realizaran cuadradas. De este modo podían almacenarse mucho mejor, ir pegadas unas con otras y no se golpearían durante los trayectos marítimos. Una gran idea que se convirtió en el emblema personal de la marca.

Posteriormente la empresa familiar fue pasando de una generación a otra, convirtiéndose en uno de los whiskies más famosos del planeta.

Fuentes de consulta e imagen: johnniewalker / scotchwhisky / weimark / Wikimedia commons

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