El tipo de diabetes que obligó a Lila Grace Moss a llevar una bomba de insulina a la pasarela
La imagen de Lila Grace Moss (la hija de Kate Moss) desfilando durante la Semana de la Moda de Milán ha dado la vuelta al mundo y no ha sido solo por el impresionante oufit de Versace que lucía, sino porque lo hacía con su bomba de insulina en la cadera.
Un detalle por el que ha sido elogiada en redes al no ocultar su diabetes, y que la ha convertido en un ejemplo a seguir para muchos niños y adolescentes diabéticos, remarcando así la importancia de no saltarse el tratamiento.
Este dispositivo, llamado 'infusor subcutáneo continuo de insulina' (ISCI), está especialmente indicado para diabetes tipo 1, y surgió de la necesidad fundamental de los diabéticos de controlar su glucemia (nivel de glucosa en sangre) con total precisión. Se trata de un aparato electromecánico cuya función es administrar insulina de forma continuada, a lo largo de todo el día, según la tasa basal de la persona con diabetes. La cantidad y frecuencia de las infusiones de insulina se basan en un estudio previo realizado por el profesional diabetólogo, que posteriormente se lo comunica al paciente y sus familiares.
En la actualidad, la bomba de insulina está muy generalizada y cada vez más personas la usan para tratar la diabetes. Sin embargo, aunque las bombas de insulina pueden beneficiar enormemente a la gente con diabetes, no todas las personas con diabetes son un buen candidato para usarlas. A las diferencias básicas entre ambos tipos de diabetes hay que sumar las particularidades de cada caso. Por eso, la preparación psicológica y las necesidades fisiológicas varían, y hay que considerarlas.
Aunque las personas con diabetes tipo 2 pueden usar la bomba de insulina, en principio, la tipo 2 se controla con hábitos de vida, ya que la obesidad y una vida sedentaria son, entre otros, algunos de los factores que pueden provocar este tipo de diabetes. La mayoría de las personas con diabetes tipo 2 pueden producir insulina, pero no en las cantidades suficientes que el organismo necesita para su correcto funcionamiento. Sin embargo, se puede controlar con un plan de alimentación equilibrado que permita eliminar el exceso de peso, la práctica regular de ejercicio físico y el abandono del tabaco si se es fumador.
Solo si de este modo no se logra el objetivo de normalizar la presencia de azúcares en la sangre habrá que adoptar medidas farmacológicas o inyecciones de insulina (casi siempre combinadas). Mucha gente con diabetes tipo 2 tiene grasas elevadas en sangre (triglicéridos y colesterol altos) y alta presión, así que puede ser que también le den medicamentos para estos problemas.
Al contrario que la tipo 2, más habitual en adultos, la diabetes tipo 1 es característica de personas jóvenes. En este tipo de diabetes, el propio sistema inmunitario del paciente produce una destrucción de las células beta del páncreas, lo que origina una deficiencia total de insulina.
Prácticamente el 95 por ciento de los niños y adolescentes que tienen diabetes en España tienen diabetes tipo 1. En España se calcula que hay 29.000 menores de 15 años con diabetes mellitus. Cada año hay unos 1.100 casos nuevos.
No se puede prevenir la aparición de la diabetes tipo 1 y no se conocen las causas precisas que la provocan (se cree que hay predisposición genética debido a factores ambientales). Se caracteriza por ser crónica, ya que una vez que ha aparecido, la enfermedad no remite y requiere llevar un tratamiento de por vida. Las personas diagnosticadas de diabetes tipo 1 han de administrarse inyecciones de insulina a diario o bien estar conectados a una bomba de insulina para poder llevar un control adecuado de sus niveles de azúcar en sangre.
Esa es la gran ventaja de las bombas de insulina, que es un dispositivo muy práctico que ofrece una gran flexibilidad en el estilo de vida ya que la mayoría proporciona una dosis de insulina más precisa y personalizada. Pueden hacerse incrementos muy pequeños, del orden de los 0,025 U/hora. Esto último es muy adecuado para lactantes y niños pequeños. Como resultado, las personas que la usan pueden llevar un estilo de vida más flexible e independiente y así mejorar el control sobre la enfermedad.
De hecho, "el tratamiento con bomba de insulina esta financiado por la Seguridad Social para todos los pacientes con diabetes tipo 1 que la necesiten, tras una valoración adecuada por un endocrino experto en esta terapia", tal y como apunta en este documento de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) la doctora Marta Botella Serrano, del servicio de Endocrinologia Y Nutricion Hospital Universitario Principe de Asturias, en Madrid.
Además, con la bomba de insulina es posible aumentar o disminuir la tasa basal de forma temporal. También permite programar la tasa basal a diferentes velocidades de infusión en el transcurso del día, cosa que proporciona un ajuste más eficiente de las necesidades de insulina. Esto reduce de forma general el riesgo de sufrir hipoglucemias graves.
En cuanto a las posibles pegas que pudiera presentar este sistema, lo más importante es que debe estar permanentemente conectada al cuerpo, a través de un catéter y sistema de infusión, lo cual puede resultar incómodo para algunas personas que no quieren que no se note para no dar a conocer su condición. También hay que tener en cuenta que requiere de un tiempo de adaptación.
A pesar de ser un método automatizado, la bomba de insulina necesita una serie de administraciones de insulina adicionales, concretamente durante las comidas (bolus prandial) y en momentos de hiperglucemia (bolus corrector). En estos casos, el usuario debe presionar el botón indicado para tal efecto. Y si hubiera alguna interrupción del suministro de insulina debido a la obstrucción del catéter o una disfuncionalidad mecánica, puede aumentar rápidamente la glucemia del paciente y el riesgo de desarrollar cetoacidosis.
Esta condición se produce cuando el cuerpo no tiene suficiente insulina para utilizar el azúcar como fuente de energía y empieza a quemar grasa. Durante este proceso, se liberan cuerpos cetónicos o cetonas al torrente sanguíneo, acidificando la sangre y aumentando el riesgo de padecer un coma diabético. De ahí que se insista en la importancia de una adecuada educación a las personas con diabetes tipo 1. Por este motivo también, durante la terapia con bombas de insulina es importante saber qué hacer para evitar esta situación.
Por ejemplo, cuando un portador de una bomba de insulina tiene una hiperglucemia, ésta puede ser por causas relacionadas con la bomba (reservorio vacío, obstrucción en el catéter de inserción, burbujas o bucles en el catéter, cánula doblada...), o por causas que no estén relacionadas con el infusor (ingesta extra de comida, falta de ejercicio, infecciones, estrés, secreción hormonal...). El portador debe:
Asegurarse de que la bomba funciona bien, que el catéter está bien colocado y no tiene burbujas en su interior, que la zona de inserción no está roja ni dolorosa y que el reservorio de insulina no se ha acabado.
Ponerse un bolo corrector utilizando el Indice de Sensibilidad.
Transcurridas 2 horas, realizarse un control y comprobar que la glucemia ha bajado correctamente. Si no fuera así, se debe cambiar el catéter y administrase la cantidad de insulina necesaria para la corrección con pluma o jeringa.
Cuando la descompensación esté controlada comprobar el funcionamiento de la bomba de insulina, y cambiar el equipo de infusión y la zona de punción.
En definitiva, la bomba no funciona sola. No es tan sencillo como parece ya que antes hay que programar la bomba e introducirle los siguientes datos: índice de sensibilidad, ratio insulina/hidratos de carbono, objetivos glucémicos y duración de la insulina. Con todos estos parámetros metidos dentro del infusor, el dispositivo recomendará una cantidad de insulina determinada. Pero será el portador de la bomba el que decida en última instancia si se administra la cantidad recomendada o no.
Es decir que el éxito con la bomba depende de quien la usa, puesto que aunque tienen una configuración programada, la persona con diabetes o sus padres (en el caso de los niños) son los que aceptan o no la dosis recomendada. Por eso es importante tener unas expectativas reales acerca de lo que implica la terapia con bomba de insulina y seguir estas recomendaciones:
Tener conocimientos sólidos sobre el manejo de la diabetes. Esto se consigue siguiendo un programa de educación diabetológica.
Conocer, practicar y contabilizar las raciones de hidratos de carbono de la dieta.
Realizar los controles de glucemia capilar de forma más frecuente y regular (mínimo 6 controles/día).
Realizar las descargas de la bomba en casa y hacer modificaciones con criterio.
Ante cualquier posible síntoma de la aparición de la diabetes es importante que consultes a tu médico para que lleve a cabo todas las pruebas que sean necesarias y pueda determinar qué tipo de diabetes padeces (en caso que las pruebas hayan dado positivo tú o alguien de tu familia), y cuál es el tratamiento idóneo que debes seguir.
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