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Elizabeth Banks apuesta por la diversión sangrienta en 'Cocaine Bear'

El ‘Oso Vicioso’, como se le está llamando en Latinoamérica, no es solamente una película. Tampoco es un simple mito. A mediados de 1985, el Departamento de Investigaciones de Georgia anunció el descubrimiento del cadáver de un peludo habitante de los bosques que había muerto a raíz de una sobredosis de cocaína, luego de que la droga fuera lanzada desde una avioneta.

Pero es hasta allí donde llega la relación entre la realidad y la cinta que se encuentra ya en cartelera, antecedida por un nivel de popularidad que la transformó en una auténtica sensación viral debido a lo escandaloso de su trama y la evidente necesidad que tenemos en estos días de pasarla bien al menos mientras nos encontramos metidos por un par de horas en una sala oscura.

En esta adaptación de la historia, el animal no solo sobrevive, sino que adquiere una fortaleza y un nivel de agresividad mayores a los que tenía, lo que lo lleva a despedazar alegremente a los desafortunados humanos que se cruzan en su camino. Pero lo que puede sonar como una cinta de bajo presupuesto sin mayor desarrollo dramático adquiere una dimensión distinta al ponerse bajo el manto de un gran estudio (Universal Pictures) y convocar tanto a un reparto como a un equipo técnico que le otorgan una dimensión distinta.

Para empezar, el filme se encuentra dirigido por Elizabeth Banks, reconocida mundialmente por sus papeles en la saga de “The Hunger Games” y “Pitch Perfect”, pero distinguida también por su labor como directora en “Pitch Perfect 2” y “Charlie’s Angels”, cintas que han tenido una buena recepción y que, sin parecerse realmente a la que se acaba de estrenar, demostraron que la nativa de Pittsfield, Massachusetts, estaba capacitada para emprender un proyecto de esta clase.

En la entrevista con Los Angeles Times en Español que tuvo recientemente, Banks habló de los retos que enfrentó al comandar una producción tan inusual, del trabajo con sus actores, de lo que significó contar con el gran Ray Liotta -fallecido en mayo de 2022-, de lo que espera lograr con el filme y de las numerosas referencias cinematográficas a las que apeló.

Elizabeth, incluso antes del estreno, los críticos que manifestaron mayor entusiasmo por “Cocaine Bear” estaban diciendo que esta es la mejor película del año. Pero estamos recién en febrero, por lo que es un poco prematuro decir algo así, ¿no?  

Sí; creo que no tenemos todavía mucha competencia [risas]. Pero estoy obviamente muy emocionada y muy agradecida con todas las respuestas positivas que hemos tenido.

Habías dirigido ya dos películas antes de esta, pero, más allá de que ambas manejaban elementos de comedia que están también presentes por aquí, se trataba de trabajos completamente diferentes a “Cocaine Bear”. ¿Cuáles fueron los desafíos mayores como directora en este caso?

La recreación del oso fue el desafío más grande, obviamente. Nunca había hecho algo donde un personaje tan importante no estuviera en el set, aunque contamos con la presencia de un gran actor, Allan Henry, quien hizo todos sus movimientos en el rodaje y nos ayudó tremendamente. Esa parte es la que me daba más miedo.

En otros aspectos, estábamos en medio de una pandemia. Fue muy difícil. Teníamos que usar mascarillas, hacernos pruebas todos los días y andar separados. Dirigir mientras se lleva una mascarilla no es muy agradable; complica las cosas en términos de conexión, y una de las cosas que más me emocionaban de esta película era la oportunidad de juntar a la gente en una sala por ese mismo sentido de conexión.

Cuando leí el guion [de Jimmy Warden], había tanto caos en el mundo que me pareció que no había una metáfora más apropiada para lo que estaba pasando que un oso drogado, y pensé que, si hacía esto de manera correcta, la gente podría ir a las salas y procesar de algún modo el trauma que todos estábamos atravesado a través de un producto cargado de entretenimiento.

Fue difícil filmar en el apogeo de la pandemia, pero ustedes estaban al menos en medio de unas locaciones naturales y hermosas que son muy bien aprovechadas en la película.

Sí; nos sentimos muy bien recibidos en Irlanda, donde filmamos. Las locaciones eran preciosas y la gente era increíble. Se sintió bien salir de nuestro aislamiento colectivo en un lugar así.

Eres actriz y has tenido muchas experiencias con diversos actores, pero en esta película hay muchos de ellos y, por lo tanto, muchos personajes. ¿Cómo fue dirigirlos y lograr que interpretaran papeles creíbles en medio de una historia tan alocada?

Le dije a todos que íbamos a tener a un oso metiéndose cocaína y que esa era ya una idea suficientemente extrema, por lo que ellos no tenían que intentar nada demasiado tonto o cómico, sino actuar de la manera más natural y realista que les resultara posible. Cada personaje tiene un punto de vista muy fuerte y una meta específica en la historia, y el oso se convierte en un obstáculo absolutamente inesperado para esas metas. Hay una madre que quiere encontrar a su hija, una chica que quiere llegar a una catarata, un tipo que quiere llevar de regreso las drogas a su jefe. Le dije a los actores que fueran detrás de su meta y que reaccionaran cuando se apareciera el obstáculo.

¿Y cómo fueron las cosas con los dos niños que participan? Porque ellos tienen algunas escenas que involucran circunstancias complicadas.

Las discusiones sobre esa clase de momentos se dieron mucho antes de empezar a filmar, porque cada actor hizo una audición con una escena especifica. Todos sabían lo que implicaba su trabajo, y eso incluía a los padres [de los niños], porque fuimos completamente transparentes con lo que íbamos a hacer.

Lo maravilloso de todo esto es que la película es en esencia de lo más sana, porque trata de familias que se conectan, de padres e hijos. Y es también importante que la gran revelación consista en que el oso es una hembra que trata igualmente de proteger a los suyos. Ese tipo de emociones estuvieron muy claras en las mentes de los actores. Recuerda que el oso nunca estuvo ahí. La sangre es falsa. La cocaína también. Lo que importaba era la dinámica entre los actores.

Ray Liotta ofrece aquí una de sus últimas actuaciones. Tiene que haber sido memorable contar con él y colocarlo además en la piel del villano principal.

Tuve una conexión muy especial con Ray. Me dio mucha confianza en el puesto que ocupaba, porque yo sabía que él podía ser duro con los directores, pero no dijo nunca que no a lo que le pedía. Me desafió en el sentido en que lo hacen todos los actores, a través de preguntas. Hubo un nivel increíble de respeto entre los dos, y me sentiré eternamente agradecida porque nos haya bendecido con su presencia.

Me imagino que las escenas de acción recurrieron a veces a dobles, pero, por lo que se ve, Ray hizo también varias cosas físicas. ¿Estaba bien de salud durante el rodaje?

Estaba completamente saludable. Lo estuvo todo el tiempo. No había nada que indicara lo que iba a suceder. Lo vi ocho días antes que falleciera, y estaba también de lo más bien; manejó por su cuenta un largo trecho para grabar unas correcciones de diálogo que necesitábamos. Pudo ver todas sus escenas y se encontraba súper contento, riendo. Estoy convencida de que estaba entrando una nueva faceta de su vida; una faceta llena de diversión.

Ya hablamos de los desafíos más grandes para ti en esta película, pero no mencionamos la puesta en escena. En las notas de producción mencionas que la secuencia de la ambulancia -una de las mejores de la cinta entera- tomó como referencia una escena de la saga de “Fast & Furious”; dices que la parte del terror se inspira en “Evil Dead” de Sam Raimi; y mencionas en realidad muchas otras influencias. ¿Te pusiste a ver películas específicas antes de filmar esto?

Si, vi muchas. Pero el guion mismo me remitió a ciertas películas de inmediato. En el plano del tono dramático, me recordaba a “Fargo”, a lo que hacen los hermanos Coen, quienes presentan habitualmente a personajes que son superados por las circunstancias, que no saben realmente lo que están haciendo y que toman siempre decisiones equivocadas. Lo de “Evil Dead” vino porque tenemos a un guardabosques armado y cubierto de sangre enfrentado a un oso drogado; quería tener el mismo nivel de ‘gore’. Adoro a Sam Raimi, porque combina la comedia con la sangre.

¿Todo el ‘gore’ fue hecho con efectos digitales, o usaron también elementos prácticos?

Fue una combinación, pero hicimos muchas cosas frente a la cámara, sí, con sangre falsa y todo eso. Hay momentos que me recuerdan lo que pasaba con [el actor] Bruce [Campbell] en “Evil Dead”. Pero hubo también una gran influencia de “Jurassic Park”; la gente me pregunta mucho sobre “Jaws”, pero en esa película, no puedes ver realmente al peligro durante mucho tiempo, y eso es de hecho parte de la estrategia.

Además, los tiburones son naturalmente atemorizantes, mientras que [en la otra película de Steven Spielberg], ver a un dinosaurio por primera vez, tras 60 millones de años de su extinción, genera primero un sentido de deslumbramiento y de admiración similar a los que se dan cuando ves a un animal salvaje en su entorno, seguido por el temor que produce darte cuenta de que estás frente a un superdepredador, como es el caso de un oso, que puede efectivamente matarte.

Debido a una noticia que estuvo circulando en estos días, vinculada al descubrimiento de tres toneladas de cocaína en el mar de Nueva Zelanda, la gente en las redes estuvo sugiriendo que se hiciera una película llamada “Cocaine Shark”. Recientemente, al ser preguntada por ello, dijiste que no te disgustaba la idea, pero que tendría que ser una historia muy especial para no despertar comparaciones con Spielberg. Sin embargo, acabas de mencionarlo como influencia de “Cocaine Bear”; y no es raro que así sea, porque tu película no es una producción de serie B, sino un trabajo grande de estudio.

Estuvo siempre claro para mí que no podíamos hacer esto como si se tratara de una broma. La película tiene mucho humor, pero contamos con un oso increíble, desarrollado en CGI, que tenía que ser fotorrealista y lucir prácticamente como si estuvieras viendo un documental. Si nuestro oso se viera mal o fuera animado, estaríamos ante una película para niños.

El tono dramático resultaba esencial; teníamos que tomar esto de un modo suficientemente serio como para que la audiencia se metiera en la historia, pero sin dejar de lado la idea de que estábamos hablando de un oso que se mete cocaína. Tenía que ser divertido, tenía que ser un viaje; no es “Schindler’s List”.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.