Muy emocionado, Diego Torres se reencontró con su público, presentó su nuevo disco y sorprendió con algunas canciones históricas

Tras la postergación por Covid, Diego Torres finalmente pudo presentar en el Gran Rex su disco Atlántico a pie
DIEGO SPIVACOW / AFV

Una sala llena -donde no entraba un alfiler-, un mix de generaciones reunidas y un sube y baja de emociones fueron el marco perfecto para que Diego Torres vuelva a los escenarios. Después de tanta espera, y de tener que posponer algunas fechas tras dar positivo de Covid, el cantante presentó su último disco, Atlántico a pie en Buenos Aires, además de hacer un recorrido por sus clásicos hits y entonar otros géneros por fuera de su repertorio.

La cita era a las 20.30 pero, a pesar de que el Gran Rex abrió sus puertas una hora antes, la doble e interminable cola sobre la calle Corrientes hizo que el show arrancará media hora después de lo pactado. Pasadas las 21, la estridente escenografía con luces de neón se encendió y los diez músicos que acompañan al artista en esta gira tomaron posición en una grada con varios desniveles. Los primeros acordes de “Sueños” dieron inicio a la segunda de las cuatro fechas sold out que el artista reservó para los porteños.

“Abróchense los cinturones que el viaje está por comenzar”, dijo el hijo de la inolvidable Lolita Torres vestido de negro y prometiendo una gran velada por delante. ¡Y no se equivocó! A lo largo de las dos horas que duró el show, el cantante y compositor transportó a sus más de tres mil espectadores por una montaña rusa de sensaciones, donde abundaron los recuerdos, las sorpresas, el humor y las lágrimas.

Lo que la pandemia nos dejó...

Si bien va y viene constantemente, la pandemia de coronavirus lo sorprendió en su casa de Miami. En medio de esos meses de incertidumbre y tristeza, donde los besos y abrazos se volvieron una amenaza, donde los aeropuertos estaban cerrados y los teatros vacíos, Diego Torres tuvo que buscar una nueva manera de canalizar sus emociones. Lo hizo practicando mucho deporte (“corría, andaba en bici, nadaba”, relató de manera muy graciosa) y componiendo Atlántico a pie, un disco que reúne muchas voces latinoamericanas y reflexiona sobre un mundo que se puso en pausa.

“Nos damos cuenta de la importancia de volver después de lo que pasó. Le mando un abrazo a quienes perdieron a su familia en estos años, que partieron en situaciones difíciles, sin que les pudiéramos dar un abrazo”, expresó mientras las lágrimas brotaban entre el público. “La pandemia nos hizo dar cuenta qué era lo importante, cuántas cosas teníamos ahí y no le dábamos el verdadero valor. Así somos los seres humanos, nos tienen que faltar las cosas para darnos cuenta qué es lo importante”, reflexionó dando paso a “Amanece”, un tema que no casualmente habla sobre “ese mundo que se detuvo”.

El Gran Rex rendido a los pies de Diego Torres
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El Gran Rex rendido a los pies de Diego Torres (DIEGO SPIVACOW / AFV/)

Quién es fiel seguidor de este artista sabe que a Torres le gusta mucho contar anécdotas y que sus shows no son una simple seguidilla de temas sino que se vuelven una suerte de stand-up. Y esta vez no fue la excepción. Tras dedicarle sus hits “Que no me pierda”, “Usted” y “La última noche” a “esas mujeres temperamentales, de mucho carácter, que nos han cambiado la vida”, el cantante habló de cómo lo afectó este tiempo sin valijas ni escenarios, tiempo en el que también se separó y tuvo que sanar su corazón. “Cuánto tiempo sin poder cantar (…) Realmente fueron tiempos rarísimos para todos y para los que estábamos acostumbrados a llevar la música de un lado a otro. Pero bueno, eso sirvió para meternos en el estudio y trabajar junto a mi gran compañero Yadam (en referencia a su guitarrista). ¡Imagínense un cubano y un argentino encerrados en una oficina dos por dos!”, bromeó fiel a su estilo para dar lugar a “Veneno” y “Rinconcito”, esas canciones que sirvieron de puente “para poder conectarnos”.

Y si bien la espera fue larga, algunos imprevistos retrasaron aún más su reencuentro con el público argentino. “Llegar acá fue como una carrera con obstáculos, realmente. Venía todo muy bien y cuando ya estábamos en la recta final, estaba entrenando en mi bicicleta y, en una de esas vueltas, se me apareció un auto que me llevó puesto. Y de repente, me vi en el aire diciendo: ‘¿y los conciertos?’ En el auto venía un chico con su padre, que lo miró como diciendo: ‘¿este es el boludo que canta?’”, contó haciendo estallar de risa a toda la platea, que de a ratos intentaba eludir la seguridad del teatro para acercarle algún regalito a su ídolo.

Tras ese chiste que le dejó una costilla quebrada y lo convirtió en el “abuelo de Heidi por unas semanas”, llegó el “maldito Covid” que lo obligó a reprogramar tres de sus cuatro fechas en el Gran Rex (la última será este domingo 29 de mayo, fecha que será transmitida en simultáneo por Flow). “Pero finalmente estamos acá, así que agradezco que hayan venido”, lanzó ante un efusivo y generalizado aplauso. Y luego de retratar de una manera muy graciosa cómo fueron sus días aislado, algo muy difícil sobre todo “para un hombre que le gusta mucho hablar”, dio paso a su gran himno, ese que lo llevó a cantar en el Vaticano y sigue vigente, como bandera de optimismo, a través de los años: “Color Esperanza”.

Fiel a su estilo, Diego Torres contó historias y emocionó al público también entre tema y tema
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Fiel a su estilo, Diego Torres contó historias y emocionó al público también entre tema y tema (DIEGO SPIVACOW / AFV/)

Las sorpresas de la noche

Como en todo show, siempre hay invitados especiales y, en este caso, el artista eligió a su núcleo más íntimo para que lo acompañe arriba del escenario: sus sobrinos Pedro (quién además se encuentra dentro de su staff de guitarristas) y Benjamín. Mientras que con el primero cantó “Como la cigarra”, la popular canción de María Elena Walsh que le dedicó a su tía Tita (la hermana de su padre) que lo observaba atentamente desde las primeras filas; con el segundo entonó “Un poquito”, el hit que compuso junto al colombiano Carlos Vives. En el medio, Juan (otro sobrino que “sacó la altura del tío”, bromeó mostrando las cabezas de diferencia que el adolescente le sacaba) lo ayudó a cambiarse y ponerse una chaqueta de gala para viajar al pasado con “Penélope” y “Se que ya no volverás”.

Su fanatismo por otros géneros musicales no sólo está plasmado en algunos sonidos de su nuevo disco, sino también en la elección de algunos clásicos a la hora de darse algunas licencias y salirse de su repertorio. Acompañado por un bandoneonista y una pareja de baile sobre el escenario, Torres sorprendió a sus fanáticos por el costado derecho del Gran Rex para interpretar “Volver”, el emblemático tango de Carlos Gardel que tanto se escuchaba en esa casa musical en la que se crió.

Aunque durante los primeros segundos la reversión al mando del bandoneón despistó a más de uno, los inconfundibles acordes subsiguientes pusieron nuevamente de pie a todo el teatro: “Cuenta esa vieja historia, que a pesar de todo algunas cosas quedan, los momentos vividos, recuerdos que van a quedar, en lo profundo del alma”, entonó el anfitrión mientras el público se levantaba de sus butacas y el teatro se convertía en una gran fiesta al ritmo de “Tratar de estar mejor”.

Por supuesto que no faltó su clásico dúo con Alex Batista, su histórico saxofonista y corista cubano. Juntos y con una química que habla de la gran complicidad que mantienen hace años, esta dupla hizo rapear hasta al más tímido de la sala con “Dejame estar”.

El baúl de los recuerdos

“Muchas gracias mi querida Buenos Aires. En la vida no necesitamos tantas cosas para ser feliz”, exclamó el gran protagonista de la noche mientras una lluvia de papelitos metalizados anunciaban el final del espectáculo. Y cuando parecía que el show estaba a punto de terminar, un momento mágico se apoderó de la sala.

Con las luces más bajas, dos banquetas en el centro del escenario y acompañado por las cuerdas de amigo Yadam, el músico volvió a aparecer para, a través de un set íntimo, recordar un puñado de clásicos que indudablemente marcaron su carrera, esos que lo llevaron a dejar de ser “el hijo de...” para pasar a tener un nombre propio. “Tantas cosas pasaron que no pensé que me iban a pasar. Ustedes me aceptaron hace mucho tiempo con mis primeras canciones y también con mi otro oficio (el de la actuación); cosas que me hacen muy feliz porque siempre dije que me sentía un artista integral: un tipo que canta, que escribe canciones y que entretiene a la gente que lo viene a ver”, confesó mientras daba paso al primer tema de este emotivo “desenchufado”.

Para aquellos que rondamos los cuarenta fue imposible no emocionarnos con la cortina musical de La Banda del Golden Rocket, ese hit compuesto por Alejandro Lerner para aquel exitoso programa que los tenía como protagonistas a Diego Torres, Fabián Vena y Adrián Suar en los 90. “Una vez más, buscamos a través del tiempo, el sueño de crecer y amar, cuanta verdad, felices sin razón, tan libres de futuro y de ilusión”, se escuchaba mientras en la pantalla que ocupaba todo el largo del escenario se replicaban imágenes de la emblemática serie creada por Maestro y Vainman. Un momento de nostalgia que se volvió aún más emotivo cuando apareció la imagen de Diego Maradona (de cuándo jugó un partidito con los primos que heredaron el antiguo Oldsmobile de su abuelo) y el teatro explotó entre un mix de gritos y aplausos.

Diego Torres presentó su nuevo disco, pero también hizo un exhaustivo repaso de su trayectoria
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Diego Torres presentó su nuevo disco, pero también hizo un exhaustivo repaso de su trayectoria (DIEGO SPIVACOW / AFV/)

El viaje “retro” continuó con “Estamos juntos” y aterrizó, sin escalas, en la actualidad con “Atlántico a pie”, la canción que le dio título a su último trabajo y que capturó la atención de las tres bandejas del teatro, haciendo que no vuele una mosca. Sin embargo, esa atención inmediatamente se desvió ante un hecho inesperado: con la voz quebrada e invadido por el llanto, Diego Torres no pudo terminar de cantar este “temón” que habla de distancias y de hacer “lo imposible” por volver a reencontrarse con un ser querido.

Ante un efusivo aplauso de pie, el cantante se secó las lágrimas y balbuceó: “¡Gracias, gracias por estar acá! A veces la vida aprieta pero está bueno que eso suceda. Es sinónimo de que estamos vivos y, como decía mi querida mamá (que tuvo una vida intensa), desgraciadamente uno aprende más de los momentos difíciles”. Y enseguida explicó que su emoción se debía al mal momento de salud que a principios de este año vivió su gran amigo del colegio, Gonzalito Rivarola, quién estuvo al borde de la muerte. “Gracias a Dios y al gran trabajo de los médicos del Cemic de Saavedra esta noche se encuentra en la platea”.

Quizá esta sensibilidad, sumado a su talento musical y su divertida personalidad, sea lo que hace que tanta gente, de distintas edades y generaciones, lo elija y empatice con él. Un artista completo que con su poesía, su gracia y su carisma nos toca fibras íntimas, nos identifica y nos saca una sonrisa a pesar de los problemas. “Son momentos complicados para todos. Un artista no es un marciano ni está ajeno a las cosas que pasan en este mundo, pero cuando te pasan estas cosas de vida o muerte tomás dimensión de donde realmente hay que hacer foco, así que gracias por estar acá y venir a compartir esta noche conmigo”, confesó muy conmovido antes de cerrar la noche con “Para sentirme libre”.