Los enigmas sin resolver de ‘El caso Asunta’ que Netflix convirtió en un éxito mundial

El asesinato de la niña de origen chino Asunta Basterra por parte de sus padres todavía está rodeado de misterio

El casting de 'El caso Asunta', de Netflix, en la presentación de la serie en Madrid. (Photo by Borja B. Hojas/Getty Images)
El casting de 'El caso Asunta', de Netflix, en la presentación de la serie en Madrid. (Photo by Borja B. Hojas/Getty Images)

Con ‘El caso Asunta’, Netflix ha confirmado una vez más que el género ‘true crimen’ (crimen real, en castellano) está en auge, fomentado en gran medida por los enigmas que todavía se ciernen sobre este asesinato. El problema de estas producciones audiovisuales no radica tanto en su incuestionable éxito, sino en lo que se traduce de recuperar desde la ficción una tragedia que generó tantísima conmoción y dolor, con el correspondiente peligro de que se trasfiguren los hechos y los victimarios acaben por recibir el beneplácito del gran público. Un debate que se puede trasladar perfectamente a esta miniserie que se centra en el asesinato de la niña Asunta Basterra, cuyo mediático crimen ocupó cientos de titulares y tertulias en España en 2013 y durante los años posteriores.

La apuesta del gigante Netflix por una producción nacional le ha salido redonda, como ya sucedió con ‘El cuerpo en llamas’, protagonizada por la actriz Úrsula Corberó. Este ‘true crimen’ español demostró la capacidad de la plataforma de streaming de globalizar una adaptación con un alcance, a priori, regional. Lo mismo ha sucedido con ‘El caso Asunta’. Siempre está la duda de si una miniserie basada en un crimen real logrará captar la atención del público más allá de las fronteras donde se perpetró. Duda disipada gracias a la gran acogida que ha recibido por parte de la audiencia internacional, también de la mexicana. Desde su estreno el pasado viernes 26 de abril, ‘El caso Asunta’ se ha mantenido en el ‘top 10’ mundial de Netflix, con un total de 25,4 millones de visualizaciones y 130 millones de horas vistas.

La adaptación del asesinato Asunta Basterra en una trama de seis capítulos ha vuelto a reabrir el interés en torno a este polémico caso que acabó con los padres de la niña adoptada de origen chino entre rejas, condenados cada uno a 18 años de cárcel. En la actualidad, solo el padre de la menor, Alfonso Basterra (interpretado en la serie por el actor Tristán Ulloa), continúa en prisión por su participación activa y encubrimiento de la muerte de su hija. La madre, Rosario Porto, a quien da vida Candela Peña, se suicidó en 2020 en el centro penitenciario donde estaba recluida después de varios intentos fallidos.

El crimen sacudió a la opinión pública española por las implicaciones que rodearon el caso y las incógnitas que, todavía, siguen sin resolverse. Basterra y Porto eran un matrimonio muy conocido en la ciudad española de Santiago de Compostela, donde residían. La mujer, abogada de profesión, pertenecía a una familia acomodada de la zona (su padre era un prestigioso letrado y cónsul honorífico de Francia) y él, un periodista de extensa trayectoria en la prensa local. La pareja adoptó a Asunta cuando apenas tenía un año y la criaron en un ambiente privilegiado con todo a su alcance: los mejores colegios privados, clases extraescolares, una buena casa, viajes al extranjero…

Rosario Porto, madre de Asunta Basterra, compareciendo frente al juez instructor en septiembre de 2013.  (Photo by Europa Press/Europa Press via Getty Images)
Rosario Porto, madre de Asunta Basterra, compareciendo frente al juez instructor en septiembre de 2013. (Photo by Europa Press/Europa Press via Getty Images)

Todo aparentaba normalidad en el seno de la familia hasta que, el 21 de septiembre de 2013, los padres de la menor denunciaron su desaparición ante la policía. Asunta tenía 12 años. La niña apareció muerta horas después al lado de una carretera secundaria, a pocos kilómetros de donde Rosario Porto tenía una casa rural que había heredado de sus padres, fallecidos en extrañas circunstancias un año antes.

Junto al cuerpo de Asunta aparecieron tres trozos de una cuerda de color naranja con las que los asesinos la habían atado de pies y manos para, a priori, trasladar a la niña al lugar donde la encontraron. Cuerdas que “coinciden” con la que la policía también encontró en el registro de la vivienda. Entre comillas, porque el citado cordel es uno de los grandes enigmas que rodean el caso. Los investigadores nunca pudieron confirmar, pero tampoco descartar que fuera exactamente el mismo.

La aparición de esta supuesta prueba, sumado a las inconsistencias en los testimonios de los padres, provocó que la investigación se centrara en ellos como únicos sospechosos del crimen de su hija. La autopsia confirmó que la menor murió asfixiada y se encontraron altas dosis de lorazepan en su sangre, un ansiolítico que en España solo se puede adquirir con prescripción médica. Al poco tiempo se descubrió que Rosario Porto consumía de forma habitual este medicamento por orden de su psiquiatra y que Alfonso Basterra era quien se ocupaba de comprarlo en la farmacia.

La madre de la pequeña fue detenida el 24 de septiembre de 2013 y el padre, un día después. Fueron trasladados a los calabozos en un primer momento, donde el juez ordenó poner micrófonos ocultos para escuchar sus conversaciones. “No te dio tiempo a eso, ¿verdad?” o “Tu imaginación calenturienta nos va a traer muchos problemas” son algunas de las frases que le dedicó Rosario a su marido. Un diálogo clave que nunca pudo ser dilucidado durante el juicio y que dejó más dudas que certezas. La pareja pasó dos años en prisión preventiva hasta que un jurado popular los declaró culpables. 11 años después del asesinato de Asunta Basterra, la investigación no pudo determinar el móvil que llevó a Alfonso y Rosario a acabar con la vida de su hija. Ellos siempre se declararon inocentes. Una de las teorías apunta al delicado estado emocional de la madre, pero también se habla de que ambos podrían haber visto a Asunta como un obstáculo para rehacer sus vidas (se divorciaron poco tiempo antes de su fallecimiento)

Alfonso Basterra a la salida del registro de su casa en septiembre de 2013. AFP PHOTO / OSCAR CORRAL        (Photo credit should read OSCAR CORRAL/AFP via Getty Images)
Alfonso Basterra a la salida del registro de su casa en septiembre de 2013. AFP PHOTO / OSCAR CORRAL (Photo credit should read OSCAR CORRAL/AFP via Getty Images)

En cualquier caso, nunca se esclareció por qué le dieron los ansiolíticos ni tampoco hay claridad sobre la hora exacta de la muerte. Una imprecisión a la que se intentaron aferrar los abogados de la defensa para argumentar que los padres de Asunta no podían haberla matado, sino que una tercera persona fue la responsable. Dos meses después del hallazgo del cuerpo, las pruebas realizadas a sus restos biológicos concluyeron que había resto de semen en la camiseta de Asunta que pertenecían a una persona que no era Alfonso Basterra. Se trataba de material genético de un joven colombiano que se encontraba en Madrid, capital de España, el día del asesinato. Cómo llegó el semen a la ropa es todavía un asunto por determinar.

Otro de los misterios que se ciernen sobre el caso Asunta tiene que ver con una testigo que apareció tres meses después del asesinato. La joven situó a la niña paseando por las calles de Santiago de Compostela junto a su padre horas antes de su muerte y, lo que es más extraño aun, a la misma hora exacta en la que una cámara de una gasolinera captó a Rosario en su carro acompañada de la menor. Madre e hija estaban de camino a la casa rural que la primera tenía a las afueras de la ciudad donde, supuestamente, se perpetró el crimen. ¿Cómo es posible que Asunta estuviera en dos lugares a la vez?

Son muchas las dudas y cabos sueltos que pesan todavía sobre lo sucedido aquel 21 de septiembre de 2013. Con ‘El caso Asunta’, Netflix ha logrado reabrir uno de los crímenes más mediáticos que se recuerdan en España y convertirlo en una trama capaz de convencer a la audiencia internacional. La ficción no siempre supera la realidad, solo la imita.

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