Entramos en la romántica y emotiva boda de Irene Villa y David Serrato

Irene Villa con su marido, David Serrato
(JAVIER ALONSO)

Irene Villa es el mejor ejemplo de que existen las segundas oportunidades. Tanto en la vida como en el amor. Tras poner fin, en 2018, a sus siete años de matrimonio con el padre de sus tres hijos —los pequeños David, Gael y Eric—, la periodista y deportista de esquí adaptado estuvo pidiendo "al universo, a la Virgen de Guadalupe y a todo" que apareciera un hombre a su medida. Nada más conocer al coach David Serrato se dio cuenta de que era perfecto. "No me cansaré de decir que David es una lotería. Es muy difícil encontrar alguien que sea tú", reconoce la periodista, que se dio su primer beso con él en septiembre de 2021.

Justo tres años después, Irene y David decidieron dar un paso más y contrajeron matrimonio, el sábado 21 de septiembre. El lugar elegido, el monasterio de Santa María de La Vid, una abadía de la localidad burgalesa de La Vid y Barrios, que comenzó a construirse en el siglo XII y experimentó distintas remodelaciones entre los siglos XVI y XVIII. "Fueron muchos motivos por los que elegimos este lugar, que es de película… Primero, que está casi en Soria, la tierra de David. Luego, que el monasterio se llamara La Vid, que era cómo mi hijo menor llamaba a David los primeros meses, pues tenía cinco añitos y le costaba vocalizar", recuerda Irene. "Además, cada vez que visitábamos el monasterio, sentía una paz… Y es justo lo que David me ha dado. Si tengo que definirlo en una palabra sería “paz”", continúa revelándonos.

"Los invitados me han dicho que ese día se desbloqueó una energía muy especial. Una maravilla. David y yo somos paz y amor"

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David con su madre, Ángela Ruiz de Loizaga
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La novia con la diseñadora de su vestido, Silvia Fernández

A pesar del enclave elegido, su boda con David fue civil. No podía ser de otra manera, pues Irene ya se había casado por la Iglesia con el padre de sus hijos. No fue su único obstáculo antes del 'sí, quiero'. Al acercarse la fecha, quedaba claro que las lluvias la aguarían. Por eso, los contrayentes tuvieron que pedir a los agustinos que la ceremonia pudiera celebrarse, de manera excepcional, en el claustro del templo religioso. A partir de ahí, todo ya lo organizó perfectamente la wedding planner e interiorista Gloria Duque.

Arranca el gran día

Ya por la mañana del sábado 21, tanto Irene como su chico se prepararon en las habitaciones del monasterio, que alberga también una hospedería. Ni las intensas precipitaciones empañaron la felicidad de la novia, que fue in crescendo mientras veía juntos a sus padres, el extaxista Luis Alfonso Villa y la funcionaria María Jesús González, separados desde hace más de cuatro décadas. Pero Irene también recordaba la gravísima pancreatitis por la que su padre fue hospitalizado tan solo unos meses atrás.

Alrededor de las 12 del mediodía, una hora antes del inicio de la ceremonia, Irene se visitó de novia con la ayuda de su diseñadora, Silvia Fernández, que también firmó los estilismos de las madres y las respectivas hermanas de los protagonistas. El traje nupcial —el único que Irene lució en su gran día— estaba confeccionado en gasa de seda y contaba con un cuerpo drapeado, además de una gran abertura trasera que dejaba su espalda al descubierto. La novia lo combinó con una gran capa de tres metros de longitud, pendientes de perlas de Majorica y pasadores-joya de Charo López Atelier que adornaban su melena.

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Sobre estas líneas, Irene junto a sus padres, Luis Alfonso Villa y María Jesús González, y su hermana, Virginia

"Mi padre podría no haber estado aquí, porque tuvo una pancreatitis muy grave en diciembre y estuvo en la UCI… Por eso, yo estaba tan feliz"

El llanto del padrino

En esos instantes, el padre de Irene se mostraba visiblemente emocionado. No podía olvidar los difíciles momentos vividos a raíz de aquel terrible 17 de octubre de 1991, día en el que un atentado terrorista sacudió las vidas de su hija y su exmujer. "Si me hubiera hecho caso el médico, ella no estaría aquí", se lamentaba Luis Alfonso, antes de apuntar su hija: "Tras el atentado, estuve en coma inducido y los médicos le contaron cómo estaba yo. Mi padre les dijo: “Dejadla en paz eterna, donde no tenga que sufrir todo lo que le espera”. Y yo lo entiendo… ¿Cuál iba a ser la vida de una niña que jugaba al baloncesto, hacía patinaje sobre hielo y quería ser modelo?». Mientras se secaba las lágrimas, su padre reconocía: "Me costó un poco perdonarme aquello, aunque estuve a su vera hasta que salimos del hospital, en abril. Vendí el taxi y todo… El otro día, mi nieto me dijo: “Si te llega a hacer caso el médico, no estaríamos aquí ni mamá ni yo”. Una vez recompuestos, Irene —ya maquillada por José García— y su padre recuperaron la alegría justo antes de emprender su camino al altar.

Irene, con su padre, uno de sus hijos y sus sobrinas, caminando hacia el altar al son de 'The Power of Love', que versionó Céline Dion en los 90. "Mi relación es el poder del amor y he bailado mucho esa canción, en versión “house”. Me muero con Céline. Cuando vi su documental, me sentí tan identificada…", nos dice Irene
Irene, con su padre, uno de sus hijos y sus sobrinas, caminando hacia el altar al son de 'The Power of Love', que versionó Céline Dion en los 90. "Mi relación es el poder del amor y he bailado mucho esa canción, en versión “house”. Me muero con Céline. Cuando vi su documental, me sentí tan identificada…", nos dice Irene

"¡Bendita lluvia! Sin ella, la boda se hubiera celebrado en un jardín y ese pasillo era… ¡de película! Ni en las mejores películas ni las mejores novias pasan por un sitio así"

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El 'coach' con su madre
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Los novios, muy emocionados

Pasadas las 13 horas, fue David Serrato el primero en llegar, del brazo de su madre, Ángela Ruiz de Loizaga, quien también vestía de Silvia Fernández —como la hermana del novio y la de la Irene—. Lo hizo al son de la melodía de Love is in the Air, de John Paul Young, que estuvo acompañada por el saxo de Miguel Sueiras —marido de la cantante Leire Martínez, vocalista de La Oreja de Van Gogh—.

Irene se hizo esperar unos veinte minutos, pero apareció pletórica junto a su padre mientras sonaba The Power of Love, el clásico de Jennifer Rush que también versionó su adorada Céline Dion. Solo unos pasos delante de la novia, junto a su padre, caminaban sus tres hijos y sus sobrinos, quienes llevaban un simpático cartel: "David, aquí viene el amor de nuestras vidas". En ese momento, el prometido de Irene no pudo contener las lágrimas, como sucedió en repetidas ocasiones a lo largo del enlace.

Tras sus votos matrimoniales, Irene y David también se casaron por el rito del hilo rojo, una ceremonia ancestral de Asia, que une las almas de los novios, ya conectadas antes de conocerse

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"La mejor mamá del mundo"

La ceremonia fue oficiada por Beatriz Robleda, que repasó la historia de amor de la pareja en su emotivo discurso. Así se dio paso al ritual del hilo rojo, que procede de la Asia más ancestral, en el que los contrayentes quedan unidos por un cordel que, en sus extremos, se enrollan en sus dedos meñiques. Ya para la lectura del texto civil, se sumaron los hijos de Irene y los sobrinos de los protagonistas. Ahí se vivieron dos momentos de lo más simpáticos. El primero se produjo cuando llegaron las alianzas en un dron. El segundo, cuando el hijo pequeño de Irene se dirigió a David: "¿Quieres casarte con la mejor mamá del mundo?". Por supuesto, él aceptó. Por su parte, un sobrino del novio le preguntó a Irene: "¿Quieres casarte con el tío más guay del planeta?". Ella tampoco titubeó, lo que provocó una ovación de sus invitados.

Tras convertirse en marido y mujer, los contrayentes recibieron otra sorpresa: Cristina Serrato, hermana del novio, les cantó el tema que había compuesto expresamente para la ocasión. Concretamente, una versión en español del clásico Hallelujah, de Leonard Cohen, en cuya nueva letra aludía a la relación de los protagonistas.

"El vestido era perfecto y me hizo sentir muy yo. Tenía una capa que me hacía sentir una princesa de Disney total… Como si fuera “Frozen”. Me quedaba como un guante"

En las imágenes, la periodista y deportista de esquí adaptado junto al 'coach' durante su enlace, que se celebró en el claustro del monasterio de Santa María de La Vid. Sobre estas líneas, con Beatriz Robleda, de Regala Emociones
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Los contrayentes en el altar, que estaba decorado por el florista Manuel Fernández
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En lugar de sentarse para proceder a la tradicional cena nupcial, Irene y David optaron por un cóctel largo, que sirvió Virrey Palafox en el interior del claustro. Hubo crujiente de langostinos con salsa agridulce, tartar de gambas, tempura de bacalao, sashimis de atún, baos de carrillera y trufa, tostas de foie con reducción de oporto… Tampoco faltaron el clásico jamón, las croquetas de boletus y el queso escabechado, aunque también hubo torreznos, chuletas y cochinillo. Todo regado con Riberas del Duero de las bodegas de Emilio Moro. De postre, se sirvieron tartaletas y una variedad de frutas cortadas.

Se hizo la luz

Solo cuando las nubes escamparon y la lluvia dio un poco de tregua, Irene y David pudieron salir al jardín del patio con sus invitados para tomarse algunas fotos. Sin embargo, no fue hasta las seis de la tarde cuando comenzó la gran fiesta. El encargado de amenizarla fue el grupo Conectados, que tocó versiones durante dos horas: desde canciones en castellano (de Karol G a Jarabe de Palo) y en inglés (de Dua Lipa a Queen). En ese instante, irrumpieron los más pequeños en la pista de baile disfrazados de Mickey Mouse, los Minion y otros personajes de dibujos animados. La traca final llegó de la mano de los DJ Los Perdy, que animaron la velada hasta pasada la media noche.

"Luego, el sobrino de David me preguntó: “Irene, ¿te quieres casar con el tío más guay del planeta?”"

Con Beatriz Robleda, que fue la encargada de oficiar todo el enlace
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El momento en el que un dron lleva las alianzas hasta el altar. Los anillos son de la joyería Alconero, de San Leonardo de Yagüe (Soria), el pueblo donde Irene vio al 'coach' por primera vez
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Sobre estas líneas, Irene y David durante el rito del hilo rojo —procedente de Asia—, mientras enrollaban el cordel en sus dedos meñiques

Habla Irene Villa

—¿Ha sido la boda de tus sueños?

—Ha sido una maravilla. La gente me ha dicho que se desbloqueó allí una energía muy especial. David y yo somos paz y amor, porque David significa 'el amado' —proviene del hebreo— e Irene, 'paz' —del latín—. Luego, disfrutar de este momento con mis tres tesoros, con mis sobrinos… es haber llegado a un punto… ¡A ver cómo mejoro yo esto ahora!

—¿Qué supone haberte casado con David?

—Reafirmar un amor que siento desde el primer momento en que le vi. Mucha gente me decía que qué necesidad tenía de casarme, y yo respondía que ninguna, pero quería compartir lo que sentimos con la gente que queremos.

—Ni la lluvia te aguó el día.

—Me preocupaba, la verdad. Dicen que da buena suerte a la novia, pero quería ceremonia al exterior. Al final, tuvimos que cambiarlo todo.

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Sobre estas líneas, Irene y David tras el 'sí, quiero'

"David se rompió cuando me dijo: “Te amo profundamente”, en la ceremonia. Yo me emocioné en el baile, con la canción “Te esperaba”, de Carlos Rivera, porque a David le esperaba yo"

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La novia con su cuñada, Cristina Serrato, que cantó en la boda, y con el mayor de sus tres hijos, disfrazado de Minion
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Irene dirigiéndose a sus invitados
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—Y eso que, días antes, llevaste los huevos a las Clarisas.

—No funcionó, pero bendita lluvia. Sin ella, la boda se hubiera celebrado en un jardín y ese pasillo era… ¡de película! Ni en las mejores películas ni las mejores novias pasan por un sitio así.

—¿Qué sentiste nada más vestirte de novia?

—Amor, alegría… Me vi guapísima. Era el mejor vestido y me sentía muy yo. Ni lo he modificado ni nada. Es perfecto tal y como lo vi. Luego, tenía una capa que me hacía sentir una princesa de Disney total… Como si fuera Frozen. Me quedaba como un guante.

—¿Cumpliste la tradición de llevar algo azul y algo prestado?

—La etiqueta del vestido era azul, que iba cosida. Lo prestado, unos adornos maravillosos que llevaba en el pelo.

—Tu madre te ha acompañado mientras te preparabas. 

—Estaba feliz. Como una niña, con 73 años.

—¿Cómo viste a tu padre, quien te acompañó hacia el altar?

—Podía no haber estado en la boda, porque tuvo una pancreatitis muy grave en diciembre. Pasó nueve días en la UCI y estuvo hospitalizado hasta febrero. Qué duro casarse sin un padre… Por eso estaba tan feliz.

"Que mis padres bailaran juntos sí fue una sorpresa, que llevan separados desde el 83… Todo ha sido una maravilla. Ha sido el mejor día de mi vida, después del nacimiento de mis hijos"

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—Nada más divisar a David en tu camino hacia el altar, ¿qué sentiste?

—Que era muy afortunada. David es pura luz, puro amor… Y estaba tan guapo… Siempre le veo guapo, pero es que estaba guapísimo. Luego, miraba a los lados y veía a mi familia, a toda la gente que quiero.…

—David no paró de llorar en toda la ceremonia. Bueno, tú tampoco.

—Se rompió cuando me dijo: 'Te amo profundamente'. Luego, me emocioné en el baile, con la canción «Te esperaba», de Carlos Rivera, porque yo a David le estaba esperando.

—Tus padres bailaron juntos.

—Bueno, eso sí que ha sido una sorpresa, que llevan separados desde el 83… Todo ha sido una maravilla. Es el mejor día de mi vida, después del nacimiento de mis hijos.

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Con el saxofonista Miguel Sueiras
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Irene con sus padres

—¿El momento más emotivo? 

—Hubo muchos… Mi llegada al altar con mis hijos… Las palabras de David me emocionaron mogollón… También la canción «Hallelujah», de mi cuñada, Cristina Serrato, que ya se puede escuchar en Spotify.

—¿Esta boda ha sido muy distinta a tu primera?

—Es imposible compararlas, porque son dos momentos vitales tan diferentes… Aunque mi esencia es la misma, ¡soy otra mujer!

—El sábado, no invitaste a rostros conocidos ni al padre de tus hijos. 

—Es que ya no tenemos mucha relación, la verdad. Antes sí teníamos bastante más, pero cada uno ha tomado el camino que ha elegido…

—¿Por su pareja, Nuria Fergó?

—Yo qué sé… Él tampoco me va a invitar a su boda.

—El vestido de tu primera boda también era alquilado. 

—Efectivamente. Las novias quieren guardar su vestido por el valor sentimental, pero yo siempre he sido muy práctica y muy poco apegada.

—A lo mejor, este vestido de esta boda lo puedes vender. 

—Pues no lo he pensado… En todo caso, lo donaría a una ONG para la celebración que vamos a hacer, el 3 de octubre, con amigos, que va a ser solidaria. Mira, ¡qué buena idea!

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Los contrayentes en el patio del templo religioso, en uno de los momentos que la lluvia dio tregua. "El lema del monasterio es “Tolle lege”, que significa “Toma y lee”. En la época de la tecnología, me apasiona", dice Irene

"Mucha gente me decía que qué necesidad tenía de casarme y yo respondía que ninguna, pero quería compartir lo que sentimos con la gente que queremos"

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Con su marido y algunos invitados
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La novia lanzando su ramo, elaborado por el florista Manuel Fernández. Irene y David obsequiaron a sus seres queridos con pulseras solidarias de El Sueño de Vicky, cuyos fondos están destinados a la investigación de cáncer infantil

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