Envidiosa: de dónde viene, hacia dónde va y las claves de un éxito que estrena su segunda temporada
A primera vista es indudable que Envidiosa es una comedia, aunque todo lo que Vicky (Griselda Siciliani) atraviesa, está muy lejos del humor. Desde luego que el público se ríe de (y con) la infinidad de situaciones que tensan la frágil paz mental de la protagonista, pero las carcajadas surgen a partir no de aquello que le sucede, sino frente a la respuesta que nace desde su sensibilidad. Es graciosa su reacción, pero no su interpretación del contexto, y de ese drama interno que vive el personaje surge la comedia.
En la segunda temporada de Envidiosa, que ya se encuentra disponible en Netflix, Vicky estará ante desafíos que la pondrán ante nuevas encrucijadas.
Un gran paso
La primera temporada de Envidiosa ubicó a Vicky ante la difícil prueba de aceptar que sus sentimientos pueden ir en detrimento de sus planes. De ese modo, luego de su ruptura con Daniel (Martín Garabal), ella sentía la necesidad de buscar a un hombre que cumpliera una serie de requisitos sociales y laborales. Ella quería a alguien “bien plantado”, con un ingreso cuantioso y posicionado socialmente, y ese alguien parecía ser Nicolás (Benjamín Vicuña). Entre ambos surgió una relación en la que Vicky se negaba a ver lo evidente: que él la escondía no solo porque era casado, sino también porque era un mujeriego empedernido. Pero a Vicky, la posibilidad de un “novio trofeo” la obnubilaba al punto de pretender tapar el sol con la mano.
Mientras la protagonista considera que su vida romántica se hunde inexorablemente, su amistad con Matías (Esteban Lamothe) se convierte en un refugio emocional, en el salvavidas que una y otra vez le permite olvidarse de esas frustraciones que tanto la angustian. Y si bien él está enamorado de Vicky, ella no puede tomarlo en serio porque Matías no se ajusta a sus frívolas pretensiones. Por ese motivo, el conflicto de Vicky es el de digerir que sus estandartes son barrotes, sin comprender que dejarse llevar por el sentimiento que tiene por Matías es una posible forma de liberarse .
No se trata de necesitar un amor externo como forma de salvación, sino de Vicky liberándose a sí misma para ser feliz y que el amor sea consecuencia de esa felicidad individual. Claro que en el camino, Vicky no solo sufre por los hombres que la rodean, sino también por las victorias ajenas, las de sus amigas, las de su hermana e incluso las de su madre. Ella vive atrapada en una competencia constante, y como le sucede con el amor, la obsesión por lo ajeno le impide ver el camino propio . En ese paso a paso por aceptarse de un modo pleno, finalmente resuelve que Matías es el compañero ideal, justo en el momento en el que Daniel reaparece para pedirle perdón y ofrecerle casamiento.
Cambio de escenario (y de temporada)
La segunda temporada de Envidiosa comienza con Vicky habiendo tomado una decisión. La puja entre Matías y Daniel terminó, y ella tomó un camino fiel al espíritu que la domina (pero que, como es sabido, no la satisface). La protagonista cree entonces que su vida, ahora sí, se dirige hacia un futuro soñado. Hasta que, una vez más, ella deba aceptar que sus parámetros teóricos de felicidad, no son tan plenos llevados a la práctica, y comprender que lo que busca no es lo que quiere es entonces su desafío personal .
Mientras tanto, el grupo de amigas protagoniza distintas situaciones que, en mayor o menor medida, le significan a Vicky toda clase de crisis. Su hermana Carolina (Pilar Gamboa) tomará una decisión clave con respecto a su futuro, Melina (Bárbara Lombardo) comenzará una historia de amor que la convertirá en una figura pública, y Debbie (Marina Bellati) se mostrará muy decidida a vivir un nuevo amor (sobre el que, para sorpresa de nadie, Vicky tiene también una opinión formada).
De ese modo, en la segunda temporada, la heroína de la historia continuará un camino en el que, a pesar de vivir infinidad de miserias personales, al menos intentará ser la responsable de darle a su cuento lo más parecido que pueda tener a un final feliz (o al menos, satisfactorio).
Las claves del fenómeno
Cuando en septiembre del 2024, Envidiosa llegó a la pantalla de Netflix, el éxito fue inmediato. Cada uno de los episodios que integraron la primera temporada fueron vistos en tiempo récord por miles de televidentes que abrazaron los sinsabores que atravesaba el personaje de Griselda Siciliani.
“Vicky piensa que por la edad no va a llegar a tener hijos, que si se separa ahora no va a conocer a alguien para formar una familia. Hay algo del mandato, del reloj biológico y de la idea de lo que tiene que ser una mujer a cierta edad que viene a tambalear”, le decía a LA NACIÓN de cara al estreno de la primera temporada. Ese poner sobre la mesa las miserias de la protagonista permitió que Envidiosa conecte rápidamente con el público, que vio en el dramedy de Vicky un espejo divertido pero honesto.
Más allá de hacer eje en un universo netamente femenino, que ante todo pone en crisis los mandatos y los yugos que pesan sobre las mujeres de una edad determinada, hay un lenguaje universal en Envidiosa que tiene que ver con eso que dice la psicoanalista sobre construir un mundo propio que sea tan hermoso que no haga falta mirar el de los demás.
Y último, pero bajo ningún punto de vista, menos importante, son los sólidos guiones de Carolina Aguirre. Esta escritora construye junto a Siciliani a una mujer antipática, incómoda y a la que costaría muchísimo contar entre nuestras amigas. A pesar de eso, Aguirre establece a esa criatura como la heroína del relato, y más complejo aún, incluso levanta puentes de empatía que nos permiten vernos en ese espejo que nos muestra nuestra cara más difícil, esa que disfrazamos de amabilidad forzada. Claro que Vicky no necesita simular sus miserias, y aunque las sufre, se entrega igualmente a vivir de forma salvaje eso que la atraviesa. Y ahí es donde Envidiosa revoluciona la manera de comprender la comedia (o el drama, o el dramedy).
En la segunda temporada, Victoria se convierte en un ello absolutamente desmedido, que le da rienda suelta a su lado más primitivo para concretar sus deseos sin importar qué tan destructivos resulten . Quizá por eso es que se trate de una heroína (im)perfecta en los tiempos que corren, porque no le importa pisar el acelerador aun cuando el muro contra el que va a chocar esté a pocos metros de distancia.
Envidiosa puede que refleje esa fantasía de muchos espectadores, que no se animan ni siquiera a equivocarse. Pero Vicky se equivoca una y mil veces, y a los porrazos termina por aprender qué es lo que quiere realmente. Por ese motivo, el secreto de este fenómeno es que enseña que amigarse con las miserias propias, aunque sean un trago amargo, a veces son el camino hacia una vida más sincera con uno mismo.