Hay equipo: Abel Pintos y Luciano Pereyra demostraron al publicó su buena química como dúo en el primero de sus treinta shows
Se dice que dos cabezas piensan mejor que una. Esto no es una regla, por supuesto. Pero tampoco se puede decir que hay solo una cabeza generando ideas para un show de música y que al sumar otra las cosas van a salir mejor. Puede haber una decena (y más también) para producir un recital. Digamos que aquí hay dos cabezas que piensan mas que una (las de Abel Pintos y Luciano Pereyra) y otras tantas detrás, en sus equipos de producción. ¿Para qué? Para planear el show conjunto que esas dos cabezas venían masticando desde hacía rato.
Como plantar el escenario, con cuál tema empezar. Cada detalle cuenta. Lo del tema para arrancar era fácil de resolver porque habiendo estrenado una canción juntos hace un par de meses, la pole position para arrancar esta saga de conciertos ya estaba predestinada. “Es ahora”, es el inicio del show y el tema que le dio título al espectáculo.
Pensaron en un escenario 360° que, excepto en noches de boxeo, ni los memoriosos recuerdan haber visto en el Luna Park. Con escenario circular en el centro, pequeño (apenas hay espacio para ellos dos), salen al ruedo, mientras la banda suena desde debajo de uno de los pullman. A unos metros por encima del dúo, una pantalla muestra, en el inicio, imágenes de cada uno, desde su niñez a su consagración. Luego se eleva un poco más y queda suspendida sobre sus cabezas.
El repertorio es un ida y vuelta entre los temas de Luciano y los de Abel; a veces los comparten, a veces se los prestan por un rato. Después de dos o tres canciones potentes, comienzan a transitar la veintena que resta en esas dos horas de show. En “Como te extraño” hacen un comienzo semi acústico, con sus voces y la guitarra de Abel. Para “Así y así” es Luciano el que agarra la viola. En el otro extremo siguen los músicos. Raro es este planteo de contar con 11 instrumentistas y no tener bateristas ni percusionistas a la vista, en ese mismo set.
El escenario recopila ideas diversas. Desde los 360° de Peter Gabriel en adelante (pionero en tantos recursos tecnológicos para la escena) y los círculos de reflectores, al estilo Pink Floyd en los noventa. Hay, también, algo del último show que Roger Waters hizo en “arenas” de Europa (no el que trajo a la Argentina). Aunque el de Waters es en forma de cruz y el de Abel y Luciano presenta un formato oval aplanado para estirarse en los laterales del estadio. Los protagonistas casi siempre están en el centro y se mueven por las pasarelas para hacer foco en el público de las tribunas. Llegan vestidos de negro y con algunos brillos, cada uno en su estilo. Abel con outfit mas rockero clásico (chaqueta símil cuero, metales en el cinturón, achupinado y botas). Luciano en la línea ochentosa y elegante que está de moda hoy y que el cantor suele preferir para sus recitales.
Luego de algunas canciones llegan los saludos de rigor. “Buenas noches Buenos Aires. Muchas gracias a todos los que vinieron de diferentes partes de la Argentina y de otros países”, dirá Luciano. “Llevamos más de 25 años de respeto y cosas compartidas. Nada de esto existiría si en estos 25 años no nos hubieran acompañado”, agregará Abel.
Un rato después el Luna estallará con el tema “Motivos”. Y en ese pase de canciones, Abel elige de Luciano “Tu dolor”. Luego el tema “De repente”, que Soraya popularizó hace casi tres décadas. A su turno, su socio en este plan de conciertos le toma prestado “Sin principio ni final” y otra vez juntos, se van a la bachata o el cuarteto. Todo el repertorio es un territorio absolutamente común y compartido con la mayor fluidez. Pero es curioso que, habiendo salido los dos de escenarios folklóricos, no hayan incluido a la música nativa en este proyecto. Para el final, y para no perder el criterio de equidad del concierto, se despidieron con un tema de cada uno y con un clásico de León Gieco, “Solo le pido a Dios” en versión taquirari.
La precuela
Casi como esos espectáculos en “residencia” que se hace en Las Vegas, el dúo tiene todavía, por delante, 29 funciones, hasta el 29 de diciembre. Para llegar a este primer concierto de esa larga seguidilla hubo varias señales previas que se fueron dando, al menos, desde 2023. La más evidente fue durante el último show de una saga de actuaciones que había dado Luciano Pereyra en el Movistar Arena. Si algo le faltaba para culminar esa serie que venía realizado desde finales del año pasado, era volver a convocar sobre el escenario a su amigo Abel Pintos, a pocos días del estreno de la canción que habían grabado a dúo y que titularon con el nombre que hoy lleva esta “residencia” en el Luna Park.
Aquello sucedió una noche de sábado. Al día siguiente, en el programa La peña de morfi, los dos cantante anunciaron la formalización del proyecto, que en una primera instancia agendó solo diez funciones. Ese mismo día, durante una charla con LA NACIÓN, aseguraron: “Si seguíamos esperando no iba a suceder de ninguna manera. La música nos hizo dar cuenta de eso, porque, en una misma semana, yo canté en su concierto en el Movistar Arena y él en mi concierto en el estadio. En pocos días, vivimos esa sensación que generaba cantar juntos. A los dos nos gusta trabajar mucho, hacemos giras, tenía que ser ahora; por otra parte, cuando nos reunimos en su casa nos dimos cuenta que si preguntábamos nos iban a decir que no. Tengo muchas ganas de cantar sus canciones y a él le pasa lo mismo con las mías; no serán las versiones de cada uno, sino las versiones nuestras, compartidas”, decía Pintos.
“Nosotros nunca sentimos ese Boca-River [por pertenecer a compañías discográficas distintas y a cualquier rivalidad que se pudiera generar desde el público o desde los medios], sino que teníamos la camiseta de la Selección Nacional. Cada vez que cantamos en los conciertos del otro fue un disfrute, siempre nos gustó compartir”, decía Luciano Pereyra.
Si bien la formalidad de ponerse a trabajar en la producción es de este año, ya a finales de 2023 hubo un chiste que encendió la mecha. Todo comenzó cuando Abel invitó a Luciano para el show que tenía previsto dar en noviembre, en Vélez. “Bueno, ¿a qué hora y que llevo?”, le contestó el músico de Luján. “Pero como yo canto en el Movistar Arena una semana antes, vos tenés que venir al mío”, retrucó. En el recital de Pintos en Vélez, Luciano leyó una carta que le mandó Abel cuando Pereyra estaba saliendo de muy delicados problemas de salud. Todavía la guarda. Dice: “Mi oración y mi fe se elevaron en tu nombre en los momentos más difíciles a la distancia, pero desde lo más profundo de mi alma. Hoy me hace feliz saberte bien y quiero compartir con vos esta nueva etapa en mi vida y mi carrera. Te admiro, te aprecio mucho. Un fuerte abrazo”. Así, con ese pequeño detalle comenzó a gestarse esta serie que acaba de comenzar.