Esa copa podría provocar un defecto congénito a tu bebé, ¿te la vas a tomar?

Incluso si aún no te has quedado embarazada pero “estáis en ello”, ¡piénsalo bien! Las secuelas del alcohol en el feto pueden ser (muy) graves

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Ninguna cantidad de alcohol es seguro para las mujeres embarazadas que beben. (Foto: Getty Images)

Qué fácil es ponerse una venda en los ojos cuando algo no nos conviene o no nos gusta. Enseguida tendemos a edulcorar la realidad con frases recurrentes como “Por una copita no pasa nada" o “Es peor la ansiedad”. Pero las cosas malas suceden y las estadísticas, por muy remotas que sean, están ahí para recordarlo.

En España, entre un 25 y un 45 por ciento de las mujeres toma bebidas alcohólicas durante el embarazo sin tener en cuenta sus consecuencias (1 de cada 4), según la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (Socidrogalcohol).

También en España, dos de cada mil niños nacen con Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), según publica El Mundo.

Los expertos aseguran que existen unos efectos directos del consumo materno de alcohol en el embrión y en el feto durante la gestación y la posterior lactancia.

En concreto, según explica Oriol Franch, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional de Madrid, “el SAF es la forma más severa y mejor conocida que aparece en los niños de las mujeres que consumen alcohol durante el embarazo”.

El alcohol (como cualquier otro alimento o bebida que consuma la gestante) podría traspasar la barrera placentaria. En este momento, el feto llega a tener la misma tasa de alcoholemia que su madre.

La placenta, que se encuentra unida a la pared del útero y se conecta con el feto a través del cordón umbilical, es el órgano a través del cual el feto se alimenta.

De tal forma que el cordón umbilical permite que el bebé reciba oxígeno y nutrientes de su madre. Si ella toma una cerveza, una copa de vino, o cualquier otra bebida alcohólica, el feto también lo hará.

Pero, como explica el Dr. Franch, “el mecanismo por el que posteriormente daña el cerebro y otros órganos fetales es complejo y aún no se conoce completamente”.

Una de las teorías afirma que el curso del embarazo es determinante, y que es más dañino consumir alcohol durante el primer trimestre del embarazo. Según el Instituto Nacional para la Salud y Atención de Excelencia (NICE): “tomar alcohol en los tres primeros meses de embarazo está asociado a abortos espontáneos".

Sin embargo, los expertos advierten que no es así y que beber alcohol en cualquier momento de la gestación puede causar daños al desarrollo del bebé. Lo que ocurre es que su efecto varía en las diferentes etapas.

“Si la madre bebe alcohol en el momento en el que se está formando el corazón de su hijo, será el corazón el que se vea afectado; si son los riñones, serán éstos los que presenten malformaciones", explica Francisco Pascual, vicepresidente de Socidrogalcohol.

Por otro lado, existe la creencia de que tomar una caña o una copita de vez en cuando, durante las comidas, no perjudica al bebé. Otro falso mito rebatido por muchos estudios médicos que recomiendan la abstinencia total durante el embarazo asegurando que no existe un umbral seguro de consumo de alcohol sin riesgo.

“No existe una dosis mínima por la cual se pueda decir que no pasa nada si una mujer bebe en el embarazo”, afirma la doctora Enriqueta Ochoa, del servicio de Psiquiatría del hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Un informe realizado por el psicólogo Reinhold Feldmann, del Hospital Universitario de Münster (Alemania), reveló que muchas madres de niños nacidos con este cuadro no tomaron más que una copa a la semana.

“Hay que huir de la creencia de que no pasa nada por una copita de vez en cuando, porque esto permite que la dosis vaya aumentando: un día es un cumpleaños, otro día una cena, al otro algo que celebrar… y deja de valorarse el riesgo para el bebé bajo la idea de que es poca cantidad”, señala Pascual.

Aunque se tome poco, el alcohol puede provocar efectos irreversibles. El SAF no se cura. Los daños y discapacidades causados son permanentes. Algunos síntomas pueden ser tratados (medicamentos, cirugía o terapias conductuales), pero el hecho es que el niño nacido con este síndrome será discapacitado físico y mental para el resto de su vida.

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Los expertos apuestan por la dosis cero durante toda la gestación. (Foto: Getty Images)

Además, unos 4.000 artículos publicados confirman que el alcohol es “teratogénico” para el bebé. Es decir, que es una sustancia capaz de provocar un defecto congénito durante la gestación del feto.

Esta teratogenicidad ha sido concluyente en estudios clínicos, conductuales y epidemiológicos: y los efectos teratogénicos incluyen el síndrome alcohólico fetal, el retraso mental, anomalías del desarrollo y el comportamiento y un bajo peso al nacer.

Los bebés afectados por este síndrome pueden presentar malformaciones en el corazón, riñones, hígado, huesos y órganos de la visión y audición. Suelen ser niños con microcefalia (cabeza pequeña) y unos determinados rasgos faciales como ojos pequeños y rasgados, maxilar superior pequeño, surco nasolabial liso y labio superior liso y delgado.

Es frecuente que nazcan con bajo peso debido a un crecimiento deficiente del bebé en el útero, además de observarse una disminución del tono muscular y mala coordinación. A las posibles anomalías cardíacas como la comunicación interventricular (CIV) o la comunicación interauricular (CIA) hay que añadir el retraso mental, el problema más grave de los asociados a este síndrome.

Aparte de los problemas en el desarrollo un bebé con SAF puede presentar problemas en tres o más áreas mayores: pensamiento, lenguaje, movimiento o habilidades sociales.

Entonces, ¿qué está ocurriendo? ¿Por qué algunas mujeres toman alcohol durante el embarazo, incluso cuando se conocen sus efectos negativos?

Igual de sorprendente resulta saber que tener mayor nivel educativo se asocia a un mayor consumo de alcohol en la gestación (aunque a un menor consumo de tabaco); quienes tomaron más alcohol durante el embarazo fueron las mujeres ‘mayores’, de entre 35 y 44 años (19%), con título universitario (13%), las que no estaban casadas (13%) y las que tenían trabajo (12%).

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No es necesario que la mujer sea alcohólica para que su hijo sufra síndrome de alcoholismo fetal. (Foto: Getty Images)

En Europa entre el 25 y el 50 por ciento de las embarazadas continúa bebiendo y podría existir una prevalencia aún mayor de lo que indican los estudios hasta ahora". En España no nos quedamos a la zaga: una de cada cuatro consume etanol durante su embarazo. según un estudio de la Universidad de Málaga publicado en la revista Adicciones, el 40,7% de mujeres embarazadas toma alcohol durante el primer trimestre del embarazo y el 17,1% sigue consumiéndolo los tres últimos meses.

“Estamos todos de acuerdo, concluye Pascual- en que ha de existir tolerancia cero; incluso la industria alcoholera apuesta por la protección del feto ante estas sustancias nocivas”.

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