Escape Room: humor y buenas actuaciones en este misterio pensado para las nuevas generaciones
Escape Room. Autores: Joel Joan y Héctor Claramunt. Director y adaptador: Nelson Valente. Elenco: Benja Rojas, Brenda Gandini, Sofi Morandi y Gonzalo Suárez. Escenografía: Jorge Ferrari. Iluminación: Anteo Del Mastro. Vestuario: Romina Giangreco. Música original: Nico Posse. Sala: Multitabarís Comafi, Av. Corrientes 831. Funciones: los miércoles, jueves y viernes a las 21; los sábados, a las 20.30 y 22.30, y los domingos, a las 20.30. Duración: 75 minutos. Nuestra opinión: buena.
Más en Europa que aquí. los escape rooms (salas o cuartos de escape) están de moda. Son lugares en los que el público acepta estar encerrado durante una hora y participar de un juego de aventura físico y mental, que puede llegar a ser altamente estresante. La meta es resolver todos los acertijos y las pruebas y, así, conseguir huir del encierro antes de que finalice el tiempo disponible. Cada juego puede estar ambientado en un escenario completamente diferente: una nave espacial, un búnker militar, una casa encantada, la guarida de un asesino o, como en el caso de la obra que se acaba de estrenar en el Multitabarís, y que echa mano al fenómeno lúdico que fascina fundamentalmente al público joven, en un laboratorio nazi escondido en las entrañas de una casa de San Telmo.
Concebida en 2018 para el Teatro Goya de Barcelona por la dupla de actores catalanes de Joel Joan y Héctor Claramunt, Escape Room es más la escenificación de un juego que una obra propiamente dicha. Tiene un principio, un desarrollo y un final, es cierto, pero carece de una estructura teatral con nítidos valores dramáticos (lo cual podría decepcionar al público teatral más tradicional). Eso no quita que entre las distintas alternativas del juego vayan surgiendo temas de suma actualidad, que pueden interpelar a los espectadores de cada noche (y de este modo otorgarle cierta pátina “progre” a la propuesta), como los de “la grieta”, la intolerancia, el feminismo y la conquista de diversos derechos civiles. Ni significa que lo que sucede sobre el escenario, a lo largo de los 75 minutos que dura la función, no sea realmente atractivo o, al menos, original. A tono con el subtítulo con el que Escape Room es publicitado –”La comedia”-, la propuesta es sumamente divertida y abunda en gags y latiguillos. En tiempos de espectáculos teatrales presentados como “experiencias”, esta podría ser considerada una de las más singulares del verano, por combinar elementos del thriller con altas dosis de humor e incluir, asimismo, cierta crítica social.
Para otorgarle credibilidad a las distintas instancias de la competencia hacía falta un grupo de actores dispuesto –más allá de intentar interpretar técnicamente bien sus roles- a jugar el juego. Y en ese sentido Escape Room cuenta con un cuarteto de jugadores ideal. Tanto Benja Rojas y Sofi Morandi como Brenda Gandini y Gonzalo Suárez –las dos parejas de amigos que compiten en astucia, errores, maledicencia y vulnerabilidad- se entregan con todo a las situaciones límites y, cada uno a su turno, resultan ganadores y reciben el reconocimiento de la platea. En cuanto a la construcción de sus personajes, Morandi es la que entrega un trabajo más contundente y acabado como una joven empoderada, con conciencia social y de género. Mención aparte para la graciosísima participación filmada de Alan Sabbagh en un rol desopilante. Otro valor a destacar es la labor del director Nelson Valente (de ascendente derrotero desde su irrupción en el medio en 2009 con El loco y la camisa), quien supo imprimirle ritmo a las distintas etapas del juego. También es elogiable la escenografía de Jorge Ferrari, monumental y plena de detalles.
Luego de su descomunal éxito en todas las plazas teatrales de España, Escape Room fue llevada al cine en 2021 (en plena pandemia) y ahora la obra cuenta con una segunda parte en la Madre Patria, titulada simplemente Escape Room 2. Dado el éxito que el opus uno de la saga viene cosechando desde su estreno en la escena comercial local no sería de extrañar que su continuación llegue también a estas pampas para asustar y/o matar de risa a las nuevas generaciones de espectadores, iniciando así la devoción por las sagas teatrales, algo tan común en el cine.