Estrenos de teatro. Jarra de porcelana muestra la confrontación entre un personaje, enjaulado en la obra que lo contiene y la novela que lo originó

Gran trabajo interpretativo de Cristian Thornsen, en Jarra de porcelana
Gran trabajo interpretativo de Cristian Thornsen, en Jarra de porcelana

Autora: Florencia Aroldi. Versión libre de la novela Rotxs de Pelcha Beyer. Dirección: Mariano Dossena. Intérprete: Cristian Thorsen. Escenografía y vestuario: Nicolás Nanni. Iluminación: Claudio Del Bianco. Asistente de dirección: Damián Thorsen. Música: Pelcha Beyer, Hernán Agrasar, Locar BT. Sonido y proyecciones: Raimundo López Castro. Sala: Itaca, Huamahuaca 4027. Funciones: sábados, a las 20. Duración: 60 minutos.

Un hombre está encerrado en un cubículo transparente en el que sólo lo acompañan una mesa y un grabador. En el piso aparecen fragmentos de un cuerpo desmembrado. Por su vestuario, chaqueta y pantalón blanco, y por sus primeras actitudes corporales y algunos sonidos que emite, el público reparará en que se trata de un enfermo psiquiátrico. En ese espacio que, a medida que transcurre la acción, se irá tornando más y más sofocante, José intenta recordar algo de su existencia. Pero tiene un inconveniente. Es el personaje de una novela que él mismo escribió y que ha sido trasladada al teatro , más precisamente a un unipersonal. Y aquí los otros personajes de esa novela estarán ausentes.

José relata de manera desordenada algunos recuerdos pero todos asoman muy desdibujados. Hasta cuestiona las didascalias de un texto dramático que, a la hora de moverse en escena, lo van acotando sin darle posibilidades de moverse de forma más natural o según lo requieran sus necesidades expresivas. En su cabeza se confunden la ficción escrita narrativamente con la realidad que debe soportar en tanto criatura teatral. Y si nos detenemos en esto debemos confesar que por momentos es un verdadero animal enjaulado . Ese hombre ha perdido su propio universo personal y creativo. En tanto personaje no entiende cuáles son los límites entre los que debe manejarse porque además, escenográficamente, está privado de toda libertad de movimiento. Está condenado a terminar casi asfixiado. Algo que agrava su estado de indefensión.

En muchos momentos interpela a algún espectador como si este fuera un terapeuta que lo está analizando desde afuera, desde ese lugar al que él querría ingresar porque tal vez allí encuentre las respuestas que necesita para fortalecerse.

El texto de Florencia Aroldi (muy poco reconocible dentro de su producción y que sin duda la obligó a un desafío interesante) resulta muy atractivo en tanto juego creativo que la lleva a introducirse en la narrativa de Pelcha Beyer y extraer de ella a un único personaje al que no le dará una dinámica propia, sino que lo obligará y se obligará a ella misma a descubrir una zona nada confortable donde la novela y el teatro se unan, se discutan, se valoricen o desvaloricen, según lo necesite el protagonista del espectáculo a la hora de investigar su procedencia y su accionar.

La propuesta resulta sumamente activa, además, porque en varios momentos y a través de un grabador, se escuchará una voz que relata pequeños fragmentos de la novela, como si en verdad ese texto no quisiera quedar al margen de la experiencia de la que ha sido el punto de partida.

Desde la dirección Mariano Dossena logra, junto al actor Cristian Thorsen, crear un espectáculo que es cierto, por momentos resulta algo críptico, pero la potencia que logra extraer Dossena de Thorsen es tanta que el espectador dejará su butaca, por un lado sorprendido por la energía que despliega el intérprete a lo largo de la representación y por otro, se llevará muchos cuestionamientos sobre esa construcción a la que llega darle forma Aroldi, en su intento por adaptar una novela sin dejar esa escritura totalmente de lado para concebir otra (dramática) que posee reglas distintas.

Resultan muy destacables la escenografía de Nicolas Nanni, la iluminación de Claudio Del Bianco y las proyecciones de Raimundo López Castro.