Estrenos de teatro. Medea meditativa, una sinfonía trágica e impactante

Maricel Álvarez, en Medea meditativa
Maricel Álvarez, en Medea meditativa

Autor: Pascal Quignard, con textos añadidos de Emilio García Wehbi. Traducción: Silvio Mattoni. Dirección: Emilio García Wehbi. Intérpretes: Maricel Alvarez, Emilio García Wehbi, Walter Jakob. Músico en escena: Marcelo Martínez. Escenografía y objetos: Nicola Costantino. Vestuario: Belén Parra. Iluminación: Agnese Lozupone. Sala: Luisa Vehil del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Funciones: jueves a domingos, a las 18. Duración: 45 minutos. Entradas: $600, en la boletería del teatro o www.alternativateatral.com

Con una puesta menos impactante que la de Tiestes y Atreo (2019, sala María Guerrero), pero igual de intensa en su cosmovisión de unir palabras, objetos, música e interpretación, Emilio García Wehbi, presenta esta Medea meditativa, más fríamente racional y menos sangrienta que la tragedia de Eurípides, pero no por eso menos aterradora.

Su musa inspiradora de siempre, su compañera creativa y de vida Maricel Álvarez, es quien asume a esta Medea, revisitada por el francés Pascal Quignard, el que toma el mito de Medea y le imprime el carácter de un ser capaz de dar a luz una vida y también de quitarla. En esa vorágine de venganza que lleva a cabo la mujer, enceguecida por el engaño de su marido, decide asesinar a los hijos de ambos y arrancarse de su cuerpo el próximo en gestación.

Wehbi, igual que Heiner Müller, bebe de las fuentes de los textos de Eurípides y de Séneca pero, a su vez, se vuelve didáctico en darle contemporaneidad a un mito, al que muestra a través de un personaje en apariencia controlado, aunque su ira parece corroer su alma. La que a su vez deja en claro que su desdicha puede ser también la de todos. La madre Tierra da y quita y Medea (de la que existen leyendas que dicen que ella no cometió los crímenes, sino el pueblo al ver a la mujer engañada y exhibida en adulterio), con una frialdad impávida y mirando a los ojos al público, lo interroga sin preámbulos preguntándoles si en algún instante no pensaron que podían perder a sus hijos y, ahí nomás, les expone un “rosario” de ejemplos que, por momentos, hielan la sangre.

Maricel Álvarez (también musa de González Iñarritu en la inolvidable Biutiful –2010– junto a Javier Bardem) le aporta sutileza, sensualidad y un matiz de burla expectante a un personaje que parece haber derribado –según la lectura de esta puesta– ese patriarcado representado por el impune Jasón.

Emilio García Wehbi, desde el montaje y la versión compone una especie de sinfonía trágica y la enmarca en un ámbito que se asemeja a un gabinete, que parece ideado por el austríaco Fritz Lang , al incorporar en incesante movimiento, esos objetos y máquinas ideadas por Nicola Costantino, que se asemejan a elementos de tortura (grises, lúgubres, con cintas sinfín). Walter Jakob, narrador circunstancial, Wehbi y Marcelo Martínez, juegan los papeles de ayudantes de escena y músicos que van definiendo con sus sigilosos desplazamientos, los matices de esta Medea meditativa para coleccionar por su estética y lúgubre encanto, pero a la vez por su lúcido mensaje ideológico acorde a estos tiempos.