Estrenos de teatro: El mundo de Jey, un imprescindible recreo con atmósfera musical y festiva

El Mundo de Jey, una amable propuesta que no defrauda a los espectadores
El Mundo de Jey, una amable propuesta que no defrauda a los espectadores

Libro original: Jey Mammnon y Max Otranto. Dirección general: Max Otranto. Intérprete: Jey Mammon. Ensamble: Florencia Viterbo, Eugenia Stanovnik, Uriel Luna Sambrán, Juan Mende. Asesora artística: Verónica Pecollo. Producción general: RGB Entertainment. Sala: Multitabaris, Corrientes 831. Funciones: miércoles a domingos, a las 20.30. Duración: 70 minutos.

El nombre del espectáculo es apropiado a la esencia de este show en el que su protagonista desnuda su universo. Jey Mammon, luego de un 2021 espléndido al frente de su late night show televisivo Los Mammones (América) y de su actual presente liderando La peña de morfi (Telefe), merecía encontrarse con su público en vivo. Y lo hace nada menos que sobre la calle Corrientes.

Si bien no es la primera vez que se sube a un escenario, ya que ha protagonizado sus propios unipersonales e integró el elenco de comedias como El champán las pone mimosas, escrita por Gerardo Sofovich, lo cierto es que El mundo de Jey lo muestra más plantado y en su momento de mayor popularidad e injerencia en los públicos más masivos.

Jey Mammon es un gran showman que tiene la impronta elegante de Juan Verdaguer, la chispa de Roberto Moldavsky y la picardía de algún prócer de la vieja revista porteña. Se planta firme en el escenario y establece con la platea una comunicación que pocos pueden lograr. El ida y vuelta es inmediato, todos sienten que están frente a un “amigo de toda la vida”, mérito de este artista completo nacido como Juan Martín Rago.

La ruptura de la cuarta pared, como se define en la jerga teatral, es uno de los fuertes de la propuesta. Los espectadores desean hablar con él, expresarles su admiración y hasta contarle a qué se dedican y de dónde vienen. “¿Qué se hace en un congreso de dermatología?”, le preguntará a una espectadora que hizo un alto en la actividad que la trajo a Buenos Aires. Todos celebrarán el intercambio.

El mundo de Jey ofrece lo que los seguidores del actor están esperando
El mundo de Jey ofrece lo que los seguidores del actor están esperando

Jey Mammon canta y toca el piano, apelando a un repertorio nacional y popular que incluye desde Pimpinela a Palito Ortega. El artista es un gran músico y su voz afinada es sumamente cálida. Cuando entona “Color esperanza”, la letra del tema se reproduce en una pantalla para que el público lo pueda acompañar. Más allá de lo festivo, es un intérprete muy agradable.

Hay un “homenaje” a Mirtha Legrand y a Susana Giménez, quizás algo descontextualizado y no del todo logrado, pero que es excusa para que Jey Mammon recuerde sus gustos televisivos de la niñez. Muy acertado es el monólogo en el que el intérprete desanda su propia historia, refiriéndose a cómo transito su sexualidad siendo un adolescente y que incluye el recuerdo de su padre Roque, fallecido durante la pandemia, con una anécdota muy tierna. Jey Mammon también es un gran actor que se permite los silencios y que genera rápida emoción en la gente.

Buscando no repetirse, es un acierto que haya decidido no sumar a Estelita, ese personaje irreverente con el que transitó el under teatral y la televisión.

El staff, integrado por cuatro bailarines, lo acompañan con complicidad sumándose al juego escénico y al buen vínculo desarrollado con la gente. Un piano y una banqueta, y un escenario enmarcado por pantallas, conforman la austera puesta en escena del espectáculo. No se necesita más, como sostenía Peter Brook, el espacio vacío lo completa el actor y sus espectadores. El director Max Otranto decodificó con precisión la atmósfera que requería este show no pretencioso, pero logrado.

El mundo de Jey es una propuesta que acaricia el alma, divierte y se convierte en un saludable recreo en tiempos donde las buenas noticias no abundan.