Estrenos de teatro. Proyecto Frankenstein: personajes con dos cuerpos

Luciano Mansur se luce en interpretación y manipulación, en Proyecto Frankenstein
Luciano Mansur se luce en interpretación y manipulación, en Proyecto Frankenstein

Adaptación e interpretación: Luciano Mansur. Diseño, realización de títeres, escenografía y dirección: Román Lamas. Diseño y realización de vestuario: Paloma Lamas. Diseño sonoro y musical: Federico Figueroa y Román Lamas. Diseño de iluminación: Malena Miramontes Boim. Entrenamiento en ventriloquia: Miguel Angel Lembo. Voz en off: Agustín Fernández Codazzi. Asistencia de dirección: Romina Larroca. Producción ejecutiva: Luciana Sanz. Teatro: Espacio Experimental Leónidas Barletta, Diagonal Roque Sáenz Peña 943. Funciones: Sábados, a las 21. Duración: 65 minutos.

Versiones sobre el personaje de Mary Shelley hay, sin duda, innumerables. Pero esta es definitivamente muy singular. En primer lugar porque es una puesta de títeres/objetos para adultos, lenguaje que le calza como anillo al dedo al relato . Es cierto, los títeres no tienen vida propia pero cuando están bien manipulados, como en este caso, ¿quién diferencia entre la autonomía y la manipulación?

Pero además la creación del objeto permite jugar de múltiples maneras con el personaje creado, con esa criatura que Víctor Frankenstein aportó al mundo.

Ahora bien, en esta propuesta se le pide a San La Muerte el milagro del alientito; la construcción y la interacción entre el objeto y el manipulador es de antología. El manipulador se presta, luego, a ese ser que efectivamente está construido al menos con dos cuerpos.

Pero hay otros cuerpos que se construyen, los cuerpos de las citas donde conviven San la Muerte con Raúl González Tuñón, y el William referido de la historia primigenia con el bardo inglés. Sin embargo, está tan bien cosido el relato que puede disfrutarse en capas y articula, en dosis iguales, la tragedia y la comedia, porque la risa también tiene lugar.

Proyecto Frankenstein conjuga en simultáneo la historia clásica, las reflexiones filosóficas que conlleva, las contradicciones de ser un creador y de no hacerse cargo de lo creado pero, además, el lenguaje de títeres habilita una lectura en otros planos porque todos y cada uno de los personajes que pueblan el escenario han sido construidos por manos humanas; en algunos casos, también los vemos inmóviles y, luego, empiezan a ser animados.

Los objetos, la manipulación, el relato, la música, el trabajo central de la iluminación, en fin, todos y cada uno de los elementos que se ponen en juego hacen de esta obra una excelente puerta de entrada hacia un lenguaje que todavía no es lo suficientemente conocido. Eso sí, quien entre ya no va a querer salir nunca más.