Estrés oxidativo y radicales libres, mucho más que reclamos llamativos para productos cosméticos

¿Sabías que la oxidación de las células, popularizada por algunos productos de belleza, es un proceso que ofrece valiosa información sobre enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas?

El estrés oxidantes es el causante del envejecimiento y de algunas enfermedades. La cosmética puede ayudar a combatilas. (Foto: Getty vía Freshlycosmetics)

Una expresión puramente técnica como es ‘radicales libres’ –que se refiere a aquellas moléculas que tienen un electrón desparejado en uno de sus átomos– ha saltado desde la bioquímica al acervo popular de la mano de la industria cosmética.

Cremas, serums y otros productos usan como reclamo la capacidad de ralentizar la oxidación generada por esos radicales libres y que se traduce en el envejecimiento de la piel. Sin embargo, estos procesos oxidativos no se quedan a nivel superficial, sino que afectan al conjunto de nuestro organismo.

Si hay un exceso de radicales libres (por radiación ultravioleta, dieta inadecuada, estrés, tabaco…), se rompe ese equilibrio y se produce ‘estrés oxidativo’. ¿Sus efectos? Envejecimiento, trastornos neurodegenerativos, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer. Es por ello que su conocimiento es importante para los profesionales sanitarios que trabajan en diferentes ramas de la medicina.

De hecho, además de predecir el envejecimiento, los niveles de oxidación podrían dar pistas sobre otros procesos degenerativos como aterosclerosis, diabetes mellitus, hipertensión arterial, catarata senil, insuficiencia renal aguda o el cáncer, según concluye este informe del Servicio de Medicina Interna del Hospital de Navarra.

Los profesionales del laboratorio clínico pueden extraer datos muy relevantes de los componentes presentes en los productos cosméticos. (Foto: Getty)
Los profesionales del laboratorio clínico pueden extraer datos muy relevantes de los componentes presentes en los productos cosméticos. (Foto: Getty)

Los radicales libres, debido a ese electrón suelto, tienen la capacidad de inducir procesos de oxidación en los seres vivos. Cuando esos procesos no pueden ser contrarrestados por el propio organismo se habla de ‘estrés oxidativo’ –otra palabra que ha pasado del laboratorio a la calle a través de los productos de belleza.

Este término, más allá del uso publicitario que se le puede dar, tiene una gran utilidad en la clínica, al servir para caracterizar a los procesos derivados de algunas enfermedades.

Nos lo explica Guillermo Sáez Tormo, profesor del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Valencia (UV), “la evidencia experimental demuestra que los biomarcadores de estrés oxidativo aumentan significativamente en distintas patologías y tienen su expresión a nivel sistémico, lo que permite validarlos como marcadores clínicos”.

Así lo quiere transmitir el jefe clínico del Servicio de Análisis del Hospital Universitario Dr. Peset de Valencia, que -sin embargo- considera que “existe la necesidad de actualizar y dar a conocer su alcance y verdadera utilidad clínica”.

El estrés oxidativo puede definirse como un desequilibrio entre la oxidación inducida en el cuerpo por los radicales libres y la eficiencia de los mecanismos antioxidantes con los que cuenta el propio organismo (y que decaen con la edad).

En palabras del Profesor Sáez Tormo, “detrás de este estrés oxidativo se encuentran toda una serie de procesos y patologías de carácter degenerativo por lo general asociadas al envejecimiento”.

Entre esas enfermedades, “destacan por su importancia epidemiológica y repercusión clínica y social las enfermedades metabólicas y cardiovasculares, las neurodegenerativas, los procesos inflamatorios y el cáncer”.

Los antioxidantes también están presentes en los frutos rojos, el tomate, el aguacate o las nueces, considerados alimentos 'antiedad' por su poder para frenar el estrés oxidativo. (Foto: Getty)
Los antioxidantes también están presentes en los frutos rojos, el tomate, el aguacate o las nueces, considerados alimentos ‘antiedad’ por su poder para frenar el estrés oxidativo. (Foto: Getty)

En todas estas enfermedades, los indicadores del estrés oxidativo se presentan como “efectivos marcadores de su evolución clínica”, de acuerdo con el profesor. Es decir, pueden servir a los médicos para predecir el pronóstico y monitorizar la evolución de estas enfermedades.

Los productos de las oxidaciones moleculares inducidas por los radicales libres, además de servir para valorar el grado de estrés oxidativo tanto in vivo como in vitro, “dan información sobre el estado y evolución fisiopatológica de los procesos de carácter inflamatorio y degenerativo relacionados con este desequilibrio que padecen las células y que afecta a distintos órganos y sistemas de nuestro organismo, a través de la modificación oxidativa de lípidos, proteínas y ácidos nucleicos”, añade el especialista.

Sin embargo, es importante tener claro que ningún antioxidante (ya sea alimento, cosmético o suplemento), por sí solo, es capaz de prevenir una enfermedad”, concluye la doctora Patricia Pérez-Matute, responsable de la Unidad de Enfermedades Infecciosas, Microbiota y Metabolismo del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja.

¿Conocías la relación del estrés oxidativo con algunas enfermedades? ¿Sigues una dieta antioxidante? ¿Has incorporado algún tratamiento específico a tu rutina de cuidados?

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