Eugenia y Beatriz de York, ¿serán las nuevas señoras de Royal Lodge?
Si el príncipe Andrés dejará finalmente o no Royal Lodge aún es un misterio. Está claro que no tiene ninguna intención de mudarse pero la cuerda podría tensarse tanto con su hermano, el rey Carlos, que la historia aún podría dar un giro. En ese escenario, cabe preguntarse quién ocuparía entonces la inmensa residencia de Windsor. En su momento se habló de que sería una buena vivienda para los príncipes de Gales y su familia, pero un documento oficial plantea otra posibilidad que quizás agradará más al duque de York.
Sus hijas, Beatriz y Eugenia de York podrían tomar el control de Royal Lodge si nos atenemos al contrato de alquiler de su padre. Según el documento, disponible en la Oficina Nacional de Auditoria, la propiedad solo puede ser traspasada a sus descendientes o a su viuda. Se asume por tanto que el documento estipula está condición en caso de fallecimiento del inquilino. No obstante, el duque de York podría legarles el contrato a ellas y dejar así la propiedad en manos de la familia. Según The Times, es una posibilidad ha barajado, aunque también existe la opción de que Carlos III decida romper el contrato directamente y acabar con toda vinculación de su hermano con la residencia.
Teniendo en cuenta la forma en la que el príncipe Andrés se aferra a su vivienda, no parece muy factible que realmente aspire a que alguna de sus hijas ocupe la casa. Por otra parte, cabe preguntarse si alguna de las dos princesas tiene algún interés en ello. Beatriz de York vive con su marido, Edo Mapelli, y su hija Sienna en Costwolds y mudarse a una casa tan grande implica además un ingente mantenimiento. En el caso de Eugenia de York, vive a caballo entre Reino Unido y Portugal, donde tiene negocios su marido Jack Brooksbank, padre de sus dos hijos, August y Ernest.
Royal Lodge es una imponente mansión situada en los terrenos de Windsor que data del siglo XVII. Cuenta con 30 habitaciones y dispone de capilla privada, piscina y una zona separada para el servicio. En octubre del pasado año, el príncipe Andrés llegó a un acuerdo con su hermano para sufragar los gastos de las reparaciones que hacían falta. Con el contrato de arrendamiento que firmó en 2003 por 75 años como escudo, ni siquiera ha abandonado provisionalmente la propiedad durante las remodelaciones, por si acaso se encuentra alguna sorpresa al tratar de volver.
A pesar de esa especie de entente cordiale en octubre, la situación está muy lejos de destensarse y cada vez se parece más al día de la marmota. Con su asignación reducida después de la llegada al trono de Carlos III y su apuesta por una monarquía atomizada, no es fácil hacer frente a los gastos y es un grifo que el Rey puede seguir cerrando. Por el momento, ha despedido al equipo de seguridad privada que lo protegía, según ha informado The Mirror, y podría retirarle completamente los fondos que recibe ya que proceden del ducado de Lancaster, que gestiona directamente el Rey. En cualquier caso, el pulso continúa y cada uno juega sus cartas.