Así evitó Gabrielle Union convertirse en la madrastra malvada

Gabrielle Union con su esposo Dwyane Wade credit:Bang Showbiz
Gabrielle Union con su esposo Dwyane Wade credit:Bang Showbiz

Las madrastras son una de las figuras más denostadas de la cultura popular por culpa en gran parte de Disney, que las convirtió en unas mujeres crueles y dispuestas a dejar sin nada a los hijos de sus nuevos esposos. Cuando Gabrielle Union se casó con el deportista retirado Dwyane Wade, sabía que no le estaba dando el 'sí quiero' únicamente a él.

Por aquel entonces, el antiguo jugador de baloncesto ya tenía cuatro niños a su cargo: los dos hijos que tuvo con su primera esposa, cuya custodia en solitario consiguió tras su divorcio; su sobrino, de quien se convirtió en tutor legal cuando el joven tenía 12 años; y el hijo que tuvo con otra mujer durante la breve ruptura que protagonizó con Gabrielle en 2013.

La situación era bastante delicada por sí sola sin añadir que la intérprete nunca había querido ser madre, y de pronto se encontró viviendo bajo el mismo techo que tres de esos cuatro niños. Gabrielle no tenía ni idea si debía actuar como una figura de autoridad para ellos o si por el contrario debía mantenerse en un segundo plano y no involucrarse directamente en su educación.

"Cuando me convertí en madrastra no tenía ni idea de qué se suponía que debía hacer. Todos tenían madres que estaban vivas. Me decía a mí misma: No sé lo que se espera que haga, pero la cuestión es que paso con ellos todos los días. ¿Se supone que debo ser una amiga?", ha explicado ahora a la revista Hello Beautiful.

No fue fácil, pero poco a poco encontró su lugar. Ya han pasado casi dos décadas desde entonces y basta con echar un vistazo a la cuenta de Instagram de Gabrielle para darse cuenta de lo unida que está a sus hijastros. También se ha convertido en madre con su esposo mediante una gestación subrogada y el mejor consejo que puede dar a cualquiera que se encuentre en una situación similar a la suya es que hay que usar un enfoque diferente con cada niño. Lo que funciona con su hija de 4 años no se aplica también a su hijastro mayor, que ya ha cumplido los 21 y se acaba de mudar a Sudáfrica para jugar al baloncesto, así que no le da miedo tratarles de manera diferente, siempre y cuando los dos sepan lo mucho que les quiere.

"Tuve que descubrir cómo ser coherente, afectuosa, compasiva y cariñosa con cada uno de ellos. Sabía que no funcionaría lo mismo para todos ellos", ha desvelado.