El exabrupto de Juana Viale, las bromas con Benjamín Vicuña y la pregunta que incomodó a Adrián Suar
Tras su travesía de cuatro semanas por el Atlántico en velero, Juana Viale volvió presidir la mesa de Almorzando con Juana el domingo pasado. Hoy, luego de mostrar su impactante look, aprovechó para quejarse del frío que hacía en el estudio y recibir a los invitados de la jornada: el periodista y escritor Hernán Casciari, los actores Benjamín Vicuña y Adrián Suar, el popular streamer Luquitas Rodríguez y el músico Alejandro Lerner.
Fiel a su estilo descontracturado, al recibir al intérprete chileno que está protagonizando junto a Suar la obra Felicidades, Juana se refirió a él como un actor al que conoce “hace muchos años y con el que la vida nos ha unido, juntado y separado. A diferencia de la conductora, Vicuña agradeció su pilcha a su propio armario. A su turno, Casciari, el productor de Orsai, agradeció a la señora que trabaja en su casa por su look. “Yo tengo un pantalón y medio, un bucito”, confesó. En el bloque de las presentaciones, quien dio la nota fue el streamer que apenas se topó frente a las cámaras se quejó de la temperatura del estudio. “Yo estoy cagada de frío, esto es como un fábrica de cemento”, aseguró la conductora mientras se subía los guantes. “Es como una playa de estacionamiento”, apuntó rápido Luquitas Rodríguez el que pasó de la cocina al stand up hasta tener su programa que transmite desde su casa. “La ropa es la que me compré yo, le agradecemos a la gente que la hizo”, se desmarcó el joven conductor por fuera de la típica situación de andar nombrando a diseñadores de fama.
Sentados alrededor de la mesa, el señor de Polka y gerente de programación de eltrece habló de la obra que acaban de estrenar en El Nacional que ya fue un éxito antes de haberse estrenado en función de las entradas vendidas y que Juana había visto. En ese contexto, llegó la primera chicana. “Nunca te subiste al escenario conmigo, ¿es por algo?, le preguntó Viale entre risas. “No, por nada; no llegó el momento”, respondió él, el señor de tantos éxitos de series y telenovelas.
Al lado suyo estaba Casciari, la cara de una productora colaborativa que circula por otras carriles, distintos a los de las grandes ligas tradicionales de la producción audiovisual. “No es una p... hippie, hacemos cine de verdad”, apuntó el autor de Más respeto que soy tu madre quien, actualmente, está presentando en el teatro la obra La señora que me parió, junto a Chichita Carabajal, su madre. “Siempre he escrito sobre mi mamá y no muy bien. No me llevo bien con ella. Arriba del escenario, sí; pero abajo, no. Mi vieja es bárbara como actriz, no como madre (...) A mí me avergüenza mucho mi madre. Es una señora medio chota, pero arriba del escenario es una actriz increíble”, soltó ante el desconcierto de los otros invitados.
El comentario de Hernán Casciari disparó otros relatos sobre el vínculo con los padres. De hecho, el padre de Alejandro Lerner murió cuando el cantante y compositor tenía apenas 21 años. “Pobre, agarró lo peor: casamiento, policía, hasta terminar siendo yo un artista de rock argentino que no llegó a ver”, apuntó. Y en tono confesional recordó cuando durante la escuela primera lo mandaban a tocar el Toc Toc porque no lo dejan integrar el coro del colegio. “Hay dos instrumentos degradantes: el tonete y el toc toc. Cuando me lo daban para tocar me daba cuenta que no me veían mucha uña para la música. En séptimo grado me dieron el bombo, que tiene una personalidad del carajo. Pero el día de la fiesta se lo olvidaron en el micro”, recordó el cantante que terminó interpretando una canciones y deseando para todos “trabajo, dignidad, libertad y el orgullo de ser argentinos”.
A la hora de ir a la cocina, Adrián Suar y Benjamín Vicuña formaron un equipo frente a la cocinera Jimena Monteverde y Juana Viale. Así fue como los dos actores de Felicidades terminaron amasando. “A veces podés fracasar Adrián, no pasa nada”, le comentó Juana Viale cuando compararon los resultados de ambos en medio de una segmento del programa que adquirió el tono de un paso de comedia cargado de dobles intenciones.