Explorando el Málaga de Picasso

La histórica fortaleza de la Alcazaba de Málaga, España, 29 de marzo de 2023. (Emilio Parra Doiztua/The New York Times).
La histórica fortaleza de la Alcazaba de Málaga, España, 29 de marzo de 2023. (Emilio Parra Doiztua/The New York Times).

Este año, con motivo del aniversario 50 de la muerte de Pablo Picasso, los museos y otras instituciones culturales están haciendo todo lo posible para celebrar cerca de 50 exposiciones y presentaciones en Estados Unidos y Europa. Algunas ofrecen nuevas perspectivas sobre las siete décadas de carrera del célebre artista: en el Museo de Arte de Cincinnati, “Picasso Landscapes: Out of Bounds” se concentra de manera exclusiva en los paisajes del artista, mientras que en el Museo Picasso de París, el diseñador británico de moda masculina Paul Smith ha añadido atrevidas rayas y tonos saturados a las paredes donde se exponen algunas de las obras maestras más conocidas del artista español.

Sin embargo, uno de los mejores lugares para descubrir a Picasso antes de ser una celebridad es su ciudad natal, Málaga, la localidad portuaria andaluza de la costa sur mediterránea de España. Aquí es donde nació el artista y fue el lugar en el que, mucho antes de convertirse en un nombre conocido, su extraordinario talento artístico fue notado por su padre, José Ruiz Blasco, pintor y profesor de arte, y el resto de su familia, así como su círculo de amigos artistas.

Aunque la familia se trasladó a Coruña, en el norte de España, cuando Pablo tenía 9 años, y él estudiaría y viviría en Madrid y Barcelona antes de instalarse en París en 1904, Picasso siempre se consideró malagueño. Muchos de los temas representados por primera vez en su juventud seguirían apareciendo en su arte hasta el final de su vida.

“Adoraba España y siempre honró sus raíces andaluzas”, afirmó su nieto, Bernard Picasso, en una entrevista telefónica. “Se puede ver en los colores que utilizaba, las imágenes taurinas, el Mediterráneo”.

Picasso visitó España por última vez a mediados de la década de 1930, poco antes de la Guerra Civil española, que terminó en 1939 cuando el general Francisco Franco instauró una dictadura militar que duró casi 40 años, superando la vida del artista por más de un año. El pintor, que aborrecía el régimen represivo, nunca regresó a su tierra natal.

Si hoy visitara Málaga, Picasso se sorprendería de encontrar un museo con su nombre: el Museo Picasso Málaga, inaugurado en 2003, atrae a casi 700.000 visitantes al año. Por otra parte, debido a su fama de egocéntrico, es posible que no le sorprendiera en absoluto el museo, aunque quizá le encantaría encontrar la casa de su infancia, la plaza donde solía jugar, la iglesia donde fue bautizado y la academia de arte donde dio clases su padre, por no hablar de la famosa plaza de toros, la catedral y otros monumentos de la ciudad, prácticamente tal y como los dejó.

Vista de Málaga, España, desde la histórica fortaleza de la Alcazaba, 29 de marzo de 2023. (Emilio Parra Doiztua/The New York Times).
Vista de Málaga, España, desde la histórica fortaleza de la Alcazaba, 29 de marzo de 2023. (Emilio Parra Doiztua/The New York Times).

Decidí comenzar mi viaje de inmersión en Picasso 2023 en Málaga, aunque no en el Museo de Picasso ni en la casa de la infancia del artista, un museo encantador. En vez de eso, empecé subiendo los cientos de escalones que se elevan desde el teatro romano de Málaga, del siglo I a.C., hasta la Alcazaba, la fortaleza árabe construida en el siglo XI que domina la ciudad y el puerto desde el monte Gibralfaro. Además de las amplias vistas que ofrece de toda la ciudad, la fortaleza es un emblema de la estratificación de la historia, los símbolos y la mitología mediterránea que Picasso usó en repetidas ocasiones en sus obras.

Los árabes utilizaron el teatro romano como cantera de piedra para construir la Alcazaba, que por fuera parece fortaleza, pero por dentro alberga una extensa serie de salas, patios, arcadas, frondosas plantaciones e innumerables fuentes. En gran medida, el conjunto revela los aspectos idílicos del estilo de vida mediterráneo y refuerza la identidad de la ciudad como centro antiguo de la civilización mediterránea, que comenzó con los fenicios, quienes establecieron por primera vez el asentamiento que denominaron Malaka en el siglo VII a.C.

Esa profunda herencia mediterránea abunda en las numerosas versiones autorreferenciales de Picasso sobre temas clásicos como el Minotauro, Pan y la idealizada mitología arcádica de la costa, con la que se identificó a lo largo de su vida y que a veces empleó para retratar a su familia.

Mi siguiente parada fue el Museo de Málaga, en su nueva y magnífica sede de la antigua aduana de la ciudad que, aunque no lleva el nombre de Picasso en el título, ofrece una imagen más completa de la historia artística de la ciudad antes de que su hijo más famoso apareciera en escena. El museo, que reabrió sus puertas en su nueva ubicación en 2016, ofrece una crónica asombrosamente completa y detallada de Málaga desde los primeros días de la antigüedad clásica hasta bien entrado el siglo XX. Hay una muestra y una explicación especialmente maravillosas del auge cultural de la ciudad en el siglo XIX, cuando los artistas locales destacaban en el retrato y la pintura histórica, y también representaban las reuniones sociales y la juerga de Málaga. Pinturas de elegantes fiestas en el jardín, festejos a la luz de la Luna en la playa y estridentes celebraciones tras las corridas de toros ofrecen una deliciosa imagen del efervescente entorno social y cultural del fin de siglo de la ciudad.

“Todo el mundo se pregunta cómo es posible que este genio creativo saliera de la adormecida Málaga”, comentó Ana González, una guía que dejó su trabajo en el mundo de los museos para fundar una empresa turística, Arteduca Málaga, que trabaja con múltiples museos y lugares para ofrecer una visión más completa de la ciudad, incluyendo el lugar que Picasso ocupaba en ella.

“La realidad es que Picasso nació en el lugar, el momento y el contexto adecuados. Su padre era artista y profesor de pintura, y muchos de sus amigos eran artistas que supieron alentar y fomentar el talento del joven”, afirmó. “Cuando Picasso demostró que era un dibujante prometedor, le dieron todos los materiales que necesitaba”.

La familia Ruiz Picasso, que no se contaba entre los nuevos adinerados de la ciudad —el padre de Picasso solía pasar apuros económicos—, disfrutaba de una relativa comodidad de clase media, como demuestra la visita a la Casa Natal, un pequeño museo situado en la casa donde nació Pablo. En la planta baja, un espacio expositivo se enfoca sobre todo en sus grabados y dibujos, así como en varios cuadernos de bocetos del artista. No obstante, lo que marca la pauta son las acertadas citas de Picasso —”Nunca he hecho dibujos para niños. Nunca. Ni siquiera cuando era muy pequeño”— y fotografías de archivo que abarcan muchos aspectos de la vida de Picasso, desde su infancia en Málaga hasta fotos de restaurantes y corridas de toros en el sur de Francia, pasando por maravillosas imágenes suyas jugando en la playa o meciéndose en el mar con sus hijos pequeños. En el piso de arriba hay muebles de época, reliquias familiares y más historias sobre la vida de la familia en Málaga.

La casa hace esquina con la Plaza de la Merced, que en la época de Picasso tenía un mercado al aire libre, por lo que debió ser un lugar colorido y animado para crecer. A pocos pasos de la plaza, en la calle Granada, se encuentra la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, donde Picasso fue bautizado de bebé. La iglesia, del siglo XVI, tiene una fachada relativamente humilde y un interior mucho más ornamentado, con relieves de estuco en forma de escarcha que animan el techo abovedado, y un retablo de madera bellamente tallada sobre el altar pintado con un sombrío tono verde oliva. La pila bautismal, muy sencilla, se encuentra cerca de la parte trasera de la iglesia y puede pasar desapercibida si no se está atento.

A casi cien metros de la iglesia se encuentra la entrada del Museo Picasso Málaga, que ofrece una visión cronológica y temática de la carrera del artista, así como varias exposiciones especiales cada año, algunas dedicadas a las encantadoras cerámicas que Picasso empezó a crear en Vallauris, Francia, justo después de la Segunda Guerra Mundial. Otra galería suele mostrar fotografías del artista y de su vida realizadas por muchos de los grandes fotógrafos del siglo XX con los que entabló amistad y que tuvieron acceso privilegiado a él y a su familia. Inaugurada el 8 de mayo, la exposición especial “Picasso escultor: Materia y cuerpo” es, sorprendentemente, la primera gran exposición en España centrada en las esculturas del artista.

El edificio que alberga el museo era un hermoso palacio de piedra de un noble del siglo XVI, ahora hábilmente ampliado por el arquitecto neoyorquino Richard Gluckman para integrarse a la perfección con los edificios encalados de la ciudad. Con dos plantas de galerías alrededor de un bonito patio de mármol del palacio renacentista, el museo narra la carrera de Picasso con casi 250 obras, muchas donadas al museo por Christine Picasso (esposa del hijo mayor de Picasso, Paulo) y su hijo, Bernard.

Lo que asombra a muchos visitantes no es solo el recorrido cronológico de la carrera del artista (más de 70 años), sino la gama y diversidad de estilos pictóricos (muchos de los cuales inventó) y los materiales al parecer ilimitados que transformó en arte. Hay tejas pintadas, encantadoras esculturas hechas con trozos de chatarra doblados artísticamente para formar figuras evocadoras, y platos de cerámica transformados en plazas de toros, con el público “sentado” alrededor del borde del plato y la corrida que ocupa el centro.

c.2023 The New York Times Company