La fascinante historia de cómo Ana de Armas salió de Cuba y se convirtió en una diva de Hollywood
Hace tres lustros que Ana de Armas abandonó su tierra natal, Cuba, en busca de un sueño. La joven promesa de la interpretación salió de su país buscando una oportunidad para triunfar como actriz. Con apenas 200 euros en el bolsillo y muchos deseos por cumplir, la bella ambición morena de ojos verdes pudo viajar a Madrid gracias a que sus abuelos maternos eran españoles, - nieta de un palentino y una leonesa-. "Me compré un billete de avión y le dije a mi madre: ‘Cuando me quede sin dinero volveré' , recuerda la estrella de Blonde.
Ana de Armas nunca ha renegado de sus orígenes humildes. La actriz cubana, ya en la cima del éxito, ha hablado en reiteradas ocasiones de cómo fue vivir con una cartilla de racionamiento para recibir alimentos, la escasez de combustible y los continuos cortes de luz. Pese a todo, recuerda aquellos años como "los mejores de su vida" rodeada de su familia y con lo justo para poder vivir: "Se iba la luz. Comíamos huevo frito, arroz y, alguna vez, pollo", contaba en la revista Mujerhoy.
No obstante, reconoce que su familia nunca llegó a vivir una situación límite: "Mi padre ha trabajado en todo lo que te puedas imaginar, desde teniente de alcalde de un pueblo, a director de un banco, pasando por profesor, director de escuela... y mi madre siempre se ha dedicado a los recursos humanos. Son gente muy preparada y muy culta". Aún así sufrieron los estragos de un país en crisis.
Siempre ha profesado un amor incondicional y mucho orgullo hacia sus padres, Ramón de Armas y Ana Caso, y a su hermano Javier, del que heredaba constantemente la ropa. Reciclar la ropa era una necesidad económica en ese momento en Cuba y cuenta cómo ella misma cortaba los pantalones del uniforme escolar de su hermano para usarlos como shorts. Javier Caso, como así se hace llamar con el apellido de su madre, es un artista, fotógrafo y grabador de sonido, que creció junto a la actriz y al que cariñosamente ella le llama 'Tato'.
Juntos vivían en un casa de Santa Cruz Del Norte (Cuba), en la que no había reproductor de vídeo, pero Ana de Armas fantaseaba ya con el cine al ver películas en casa de una vecina. A los 12 años supo que quería ser actriz al ver la película Matilda y luchó para lograrlo apuntándose a la Escuela Nacional de Arte de Cuba. En una fiesta de cumpleaños coincidió con las hijas del actor cubano Jorge Perugorría y se enteró de que Manuel Gutiérrez Aragón estaba haciendo un casting en La Habana para Una rosa de Francia. Entonces solo tenía 16 años, pero hizo todo lo posible para que el papel fuera suyo y lo logró. El director le informó durante la prueba que era la elegida. Este fue su primer éxito cinematográfico y dos años después se lanzó decidida a cruzar el charco.
Apenas contaba con la mayoría de edad cuando llegó a España, pero tan solo un mes después logró un trabajo en la serie que le valió más de un reconocimiento, El internado, que tuvo siete temporadas y estuvo en emisión de 2007 a 2010. Curiosamente en los pasillos de Antena 3, cadena donde se emitía su serie, conoció al que se convertiría meses después en su marido, Marc Clotet, actor de Física o Química. Un año después se casaron durante unas vacaciones de verano en la Costa Brava, pero su unión duró apenas dos años. En 2013 el propio actor confirmaba la separación con Ana de Armas después de un matrimonio lleno de altibajos con constantes rumores de crisis.
De Armas aprovechó el fin de su matrimonio para irse a vivir a Los Ángeles y estudiar inglés. Se presentaba a audiciones sin saber el idioma. Ella siempre tuvo ese je ne sais quoi que hacía que todo el mundo se fijara en ella. Más allá de su belleza, sus ojos verdes y su cautivadora sonrisa, era el talento y la maestría con lo que lograba captar la atención de directores y guionistas, que incluso llegaban a adaptar papeles para ella por lo buenas que eran sus audiciones. Esto ocurrió en películas como War Dogs con Bradley Cooper, Knock Knock con Keanu Reeves o Blade Runner 2049 junto a Ryan Gosling. "Las escenas fueron escritas para actrices americanas, pero al ver la audición cambiaron de opinión e hicieron que el guión funcionara para mí", contaba en Nexos Magazine.
Con este carisma y talento arrollador consiguió no solo que la llamaran de muchos castings, sino que sus compañeros de reparto Keanu Reeves o Daniel Craig la recomendaran para el siguiente filme. Así pasó de Knock Knock a Exposed y de Puñales por la espalda a 007: Sin tiempo para morir. En esos años mantuvo una larga relación con el artista cubano Alejandro Pineiro y con el tiempo llegaría el romance con el que dio la vuelta al mundo. Ben Affleck y Ana de Armas se convirtieron en la pareja más buscada y admirada tras enamorarse en la película Deep Water. Una historia de amor que duró un año -los meses más duros de la pandemia del coronavirus- ,pero llegó a su fin por diversos motivos, entre ellos que ambos estaban en diferentes puntos de sus vidas -él quería seguir ejerciendo como padre de tres hijos y vivir en Los Ángeles, mientras a ella no había nada que le atase a residir en Hollywood-.
Superada su ruptura y después de haber recuperado la ilusión junto al vicepresidente de Tinder, Paul Boukadakis, Ana de Armas ha llegado a ser la cuarta actriz más popular de 2021 según la web especializada en cine IMDb, y una de las personas más influyentes, según la revista Time, gracias a la expetación que ha despertado su interpretación de Marilyn Monroe en Blonde. Acompañada de su novio, la vimos ser aclamada en el estreno del filme en el Festival de Venecia, donde la crítica especializada aplaudió su soberbia interpretación, pero también destacó la agonía de la película al describir a una Norma Jean en caída libre. La cinta ha dividido a sus fans, pero lo cierto es que Blonde ha creado tanta expectación que ya es la película más vista a nivel mundial en Netflix.