Fatiga posviral: la vida interrumpida de los enfermos de Covid-19 que no logran recuperarse

La Covid-19 puede dejar a su paso un estado de agotamiento y debilidad extrema que dura semanas. [Foto: Getty Creative]
La Covid-19 puede dejar a su paso un estado de agotamiento y debilidad extrema que dura semanas. [Foto: Getty Creative]

A mediados de marzo desarrollé Covid-19. Durante casi siete semanas he pasado por una montaña rusa de problemas de salud, emociones extremas y agotamiento total. Aunque no me han hospitalizado, ha sido aterrador y prolongado. La enfermedad merma y fluye, pero nunca desaparece.

“La tensión inicial dejó paso a la fatiga extrema. Todos los días, día tras día. [...] La enfermedad siguió y siguió. Los síntomas cambiaron, era como un calendario de adviento, todos los días había una sorpresa, algo nuevo”. Así describió Paul Garner, profesor de enfermedades infecciosas en la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, su experiencia con el coronavirus.

Y no ha sido el único. Cada vez más personas advierten que los efectos de la enfermedad pueden prolongarse durante semanas dejando a su paso un rastro de agotamiento y debilidad. Esas personas pasan por auténtico calvario marcado por altibajos desgastantes a los que se le suma la incomprensión e incredulidad de familiares, amigos, compañeros de trabajo e incluso médicos.

Fatiga posviral, cuando el agotamiento no cede

La fatiga posviral es un estado de agotamiento y malestar debido a una infección. [Foto: Getty Creative]
La fatiga posviral es un estado de agotamiento y malestar debido a una infección. [Foto: Getty Creative]

La mayoría son jóvenes. La mayoría se encontraban saludables y en forma. No han tenido un cuadro grave, pero sus vidas se han visto aplastadas, literalmente, por una ola de síntomas que les ha dejado con dificultades para pensar y concentrarse. El agotamiento y la debilidad extrema se han convertido en su nueva normalidad, hasta el punto que tareas tan cotidianas como hacer la compra, cocinar o incluso darse una ducha se convierten en misiones titánicas.

Viven con una “sensación de cansancio excesivo”. Para esas personas, “estar simplemente acostados en la cama implica demasiado esfuerzo, es como si hubieran ido más allá del agotamiento”, según contó otro paciente que formó parte de una encuesta realizada a 640 personas en la que se apreció que los síntomas más persistentes de la Covid-19 eran precisamente la fatiga y las dificultades respiratorias bajo esfuerzo.

Esas personas - y sus síntomas - se han quedado excluidas de la narrativa oficial. Muchos – incluidos los propios médicos – minimizan su malestar o les dicen que todo es fruto de su mente. Pero quienes sufren esa fatiga extrema, quienes sienten que su cuerpo no les responde y que no tienen de dónde sacar energía, saben que no es así.

De hecho, la fatiga posviral no es un síntoma completamente desconocido.

Una investigación publicada en JAMA Medicine realizada a sobrevivientes del SARS reveló que 3 años y medio después, el 40,3% seguía experimentando un gran agotamiento y el 27,1% había sido diagnosticado con síndrome de fatiga crónica.

Otro estudio publicado en British Medical Journal reportó que al cabo de un año, el 9 % de las personas que se habían infectado con el virus de Epstein-Barr, el virus del río Ross y la bacteria Coxiella burnetii también habían desarrollado el síndrome de fatiga crónica.

Ambos estudios concluyeron que “los trastornos psiquiátricos en sí mismos no explicaban completamente los problemas de fatiga crónica”. Y señalaron además que “el trastorno psiquiátrico premórbido e intercurrente no mostró poder predictivo para el síndrome de fatiga posinfecciosa en ningún momento”.

Eso significa que la fatiga posviral no depende de problemas psicológicos anteriores a la infección que pudiera tener la persona ni puede achacarse a problemas psicológicos posteriores que haya podido desarrollar.

En el caso del virus del Ébola, hasta el 90% de los sobrevivientes desarrollan lo que se conoce como síndrome post-ébola, que tiene entre otros síntomas una fatiga extrema, según indicó un estudio publicado en BioMed Research International. Las personas que se han recuperado del virus del dengue también suelen desarrollar un síndrome de fatiga post infecciosa similar, según la Journal of Clinical Virology.

¿Por qué algunos virus desencadenan un agotamiento que se arrastra por semanas o meses?

La fatiga posviral podría deberse a una reacción anómala del sistema inmunitario. [Foto: Getty Creative]
La fatiga posviral podría deberse a una reacción anómala del sistema inmunitario. [Foto: Getty Creative]

Existen diferentes hipótesis. Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale, explicó a The Atlantic que esa fatiga podría deberse a que en el organismo subsisten fragmentos de genes virales que, aunque no son infecciosos, tienen la capacidad de desencadenar una reacción exagerada inmune violenta. Es como si el sistema inmunitario estuviera reaccionando al “fantasma” de un virus.

Otra posibilidad es que, aunque el virus haya desaparecido del cuerpo, el sistema inmunitario permanezca bloqueado en un estado de hiperactividad persistente. De hecho, no es raro que el síndrome de fatiga crónica se desencadene después de un proceso infeccioso que descontrola el sistema inmunitario, según indicó la revista Nature.

Las infecciones suelen provocar inflamación, una respuesta normal del organismo para reconocer y neutralizar las proteínas que transportan las bacterias, parásitos o virus. Si ese proceso no se atenúa, podría provocar un estado de debilidad y cansancio generalizado. De hecho, se han descubierto anomalías en 17 proteínas del sistema inmunitario de las personas que padecen un síndrome de fatiga crónica más grave.

Por supuesto, eso no significa que todo aquel que haya pasado la Covid-19 y esté experimentando agotamiento generalizado vaya a desarrollar el síndrome de fatiga crónica. Sin embargo, muchos de los síntomas coinciden: problemas para dormir, mareos, dolor y dificultades para pensar o concentrarse.

El muro de incomprensión e incredulidad

Las personas con fatiga posviral a menudo se enfrentan a un muro de minimización, incredulidad e incomprensión. [Foto: Getty Creative]
Las personas con fatiga posviral a menudo se enfrentan a un muro de minimización, incredulidad e incomprensión. [Foto: Getty Creative]

Los compañeros del trabajo me criticaron por no ser claro: ‘¡decídete! ¿Estás mejorando o no?’ Supongo que también estaban asustados, realmente no podían entender lo que me estaba pasando”, contó Garner.

Como regla general, el paciente que no haya tenido un cuadro grave debe recuperarse en dos semanas. Por desgracia, la recuperación no siempre sigue un curso lineal. Hay quienes tardan mucho más. Esas personas no solo tienen que lidiar con el agotamiento, sino también con la incomprensión e incredulidad de quienes les rodean.

A menudo les presionan para que vuelvan al trabajo porque los demás asumen que “no es para tanto” o que están exagerando. Y no es inusual que cuando vayan al médico les diga que podría ser una crisis de ansiedad, demasiado estrés o un amago de depresión.

Así, esas personas terminan dándose de bruces contra el muro de la incomprensión. Los demás no entienden qué les pasa, no saben dónde encuadrar esa lista errática de síntomas, de manera que asumen que todo es producto de la mente o de que no ponen mucho de su parte para recuperarse.

Como resultado, no es extraño que las dudas y las culpas comiencen a sentar casa. Estas personas pueden sentirse culpables por estar incapacitadas y no poder recuperar su vida normal, cuando se supone que solo tienen un “cuadro leve”.

Se esfuerzan por salir de ese agujero, pero a menudo esos esfuerzos se convierten en un bumerán que las conduce de nuevo a la cama, más agotadas y con una sensación de fracaso redoblada, sin entender qué les sucede.

Mucho descanso y relajación, el mejor antídoto para la fatiga posviral

Descanso y relajación son las palabras de orden para superar la fatiga. [Foto: Getty Creative]
Descanso y relajación son las palabras de orden para superar la fatiga. [Foto: Getty Creative]

La fatiga posviral no es el resultado de un estado psicológico, aunque este pueda agravarla. En este tipo de fatiga los síntomas físicos ocurren primero y solo después se desencadena la ansiedad, frustración o decaimiento. Se trata de un agotamiento real, que forma parte del proceso de recuperación de la enfermedad y que necesita una convalecencia a la vieja usanza, lo cual significa mucho descanso y relajación.

Para recuperarse de la fatiga posviral provocada por el coronavirus, la ME Association brinda una serie de consejos en base a su experiencia con los pacientes que sufren el síndrome de fatiga crónica:

  • No esforzarnos demasiado pues terminaremos pagándolo caro. Hacer demasiado el día que nos sintamos bien exacerbará la fatiga y cualquier otro síntoma al día siguiente, lo cual se conoce como “malestar post-esfuerzo”. Necesitamos encontrar un equilibrio entre la actividad y el descanso, un ritmo con el cual nos sintamos relativamente cómodos y que no implique un esfuerzo más allá de nuestras capacidades.

  • Cuidar la dieta. Mientras nos sintamos cansados y débiles, debemos asegurarnos de beber abundante líquido, evitando el alcohol y las bebidas energizantes como el café. Dado que en ese estado el apetito suele desaparecer, es más fácil comer porciones más pequeñas, pero con más frecuencia, apostando preferentemente por frutas frescas y vegetales.

  • Limitar la actividad mental. El agotamiento psicológico contribuye a ese estado de cansancio generalizado. Por tanto, debemos limitar el uso de las pantallas y evitar en la medida de lo posible el estrés.

  • Cuidar nuestra salud emocional. La Covid-19 y la estela de síntomas que deja a su paso suelen generar frustración. Es normal que al cabo de varias semanas estemos hartos de sentirnos mal, lo cual puede generar un estado de ánimo irritable o depresivo. La práctica de yoga o meditación ayuda a muchas personas a gestionar esas emociones y el malestar físico que experimentan.

  • Recuperar la normalidad paulatinamente. Si nuestro trabajo es muy agotador desde el punto de vista físico o mental, lo ideal sería no volver hasta que no nos recuperemos. Otra alternativa consiste en trabajar a media jornada, si es posible desde casa, para retomar la normalidad con más calma. Lo mismo vale para las tareas del hogar o la práctica de deporte. Debemos retomarlas paulatinamente y mantenernos atentos a los signos de fatiga para detenernos a descansar cuando comencemos a sentirnos cansados.

¿Cómo ayudar a una persona que sufre fatiga posviral?

La validación emocional es la herramienta más eficaz para ayudar a quien se recupera de una enfermedad. [Foto: Getty Creative]
La validación emocional es la herramienta más eficaz para ayudar a quien se recupera de una enfermedad. [Foto: Getty Creative]

La persona que sufre fatiga posviral necesita mucho apoyo y comprensión por parte de quienes le rodean. Es importante no minimizar sus síntomas sino brindarle validación emocional. Debemos intentar ponernos en su lugar para comprender que no solo se siente mal físicamente, sino que es probable que también esté asustada.

Psicólogos de la Universidad Estatal de Pensilvania comprobaron que si validamos los sentimientos de una persona angustiada, se sentirá mejor. Asimismo, el apoyo emocional de la pareja puede actuar como un bálsamo que alivia el dolor y malestar, según un estudio de la Universidad de Örebro.

Por tanto, todo lo que podemos hacer es acompañarle durante ese proceso de recuperación. Intentar animarle los días más difíciles y hacerlos más llevaderos. Necesitamos recordar que esas personas ya están cargando con un peso demasiado pesado como para que también tengan que cargar con el peso de la incomprensión y la incredulidad.

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