Fidel Nadal, el descendiente de esclavos que llegó al Grammy: “Desde la discriminación se arman las sociedades”
Ícono rasta argentino. Acaso la cucarda en el escalafón sea merecida, pero escasa. Fidel Nadal es mucho más que eso. Es el artista que recorrió mil y un caminos en busca de sonidos, poéticas, ideas para contar su visión de la existencia. Un derrotero de 36 años en el que hubo siembra y cosecha. Jamaica y los Grammy. Rock y algo de la energía del punk.
“No me entusiasmaba un disco para celebrar un aniversario de mi carrera, pero ahora ya lo veo como el gran disco de mi vida”, reconoce, en el inicio de la charla con LA NACION, el músico de los mil turbantes, ese sello tan personal como la cadencia de sus armonías. El álbum al que hace referencia es El Negro sigue en guerra, la placa con la que celebrará esas casi cuatro décadas de comunión ritual y sacramental con su público. El disco, en proceso de grabación, será un compendio de nuevas versiones de aquellos títulos referenciales del repertorio del denodado difusor de la cultura rastafari.
“Fue maravilloso reversionar con artistas queridos todos esos temas que ya habían sido grabados alguna vez”, se sincera. Cumbia, ska, reggae, hip hop. Lenguajes y estéticas que se irán sucediendo en este trabajo de colección. Dos canciones inéditas y un cover de Los Ángeles Azules también formarán parte del anhelado material. “Te robaste mi corazón”, junto a Los Caligaris, o el clásico “International love”, donde está acompañado por la gran estrella del hip hop mexicano Santa Fe Klan y del exquisito e innovador Instituto Mexicano del Sonido, de Camilo Lara, también forman parte de la aventura. Pablo Lescano (Damas Gratis) y Los Auténticos Decadentes son otros de los artistas invitados que participarán del proyecto en gestión.
-Toda esa variedad que aparecerá en el nuevo material te conforma como artista, una verdadera y rica paleta de colores expandida.
-Desde mis comienzos hasta acá, ¿cuántos ritmos de música diferentes hice? Millones. Punk, rock, reggae, ska, cumbia, funk, harcorde. Hice todo...
-Te falta el tango...
-¡Tenés razón! Es verdad...
-Un tango con todo tu ADN, con una estética de fusión muy poderosa, podría sonar muy interesante.
-Mientras haya vida hay que seguir. Cuando se mezclan los estilos pueden salir cosas muy interesantes.
Intuiciones
A los 55 años, Fidel Nadal sigue experimentando, explorando en diversos universos que le permitan identificación y empatía. Como lo hizo cuando fue una de las cabezas de Todos tus Muertos, entre los ochenta y el año 2000. A la banda le dio voz y le imprimió estilo. Pero luego de ocho discos editados, Nadal decidió que había que correrse y buscar en otros arcones la inspiración para contar otro cuento.
Su carrera solista fue y es tan fructífera como cuando pisaba el escenario acompañado en Todos tus Muertos con Pablo Molina o en Lumumba, proyecto que también vio su punto final en el inicio del siglo.
-¿Tenés algún método de composición?
-No escribo letras en un papel y luego compongo la música. No sé por qué, pero eso no lo hago.
-¿Cómo es tu proceso?
-Primero tengo que escuchar la música para que se me vayan ocurriendo las palabras. De un tiempo a esta parte, ese es el modo para ir creando.
-Y una vez que contás con una creación con letra y música, ¿generás la maqueta?
-No, me tomo un respiro y vuelvo sobre eso para ver qué me gusta, qué queda y qué no. Ahí ya sí, con ese boceto de letra, me dispongo a grabarla con música, aunque pueden volver a aparecer cambios hasta llegar a lo definitivo.
-¿El dolor inspira más?
-No lo sé... tiene que suceder algo, puede ser feliz o no. También es cierto que, a veces, te piden canciones y tenés que sentarte a crear sin una inspiración puntual. No hay una sola posibilidad. Todo puede ser inspiración para una canción: algo inventado o real, que me suceda a mí o a otra persona. Es más, no privilegio un método por otro.
-Más allá de los sonidos, también la temática de tu obra es bien variada.
-El arte no tiene límites. Se puede hablar sobre el amor y sus dilemas o la temática me puede llevar a lo social o una historia de vida. O, quizás, crear a partir de algo absolutamente fantasioso.
El horror de la pandemia
“Me llamaba la atención cuando decían que los artistas no éramos esenciales. Para llegar a decir eso, cuántos pasos para atrás estamos dando como seres humanos. Cómo se puede considerar que el arte no es esencial. Parece un argumento de la época de las cavernas…
-En las cavernas se hacía música y el arte rupestre era una forma inequívoca de expresión.
-Entonces estamos hablando de algo inherente al ser humano, que nos permite acceder a ese rango de humanidad y embellece la vida. ¿O acaso solo servimos para hacer guerras? El arte es importante para todos, no solo para el artista. ¿Vos qué opinás?
Cada tanto buscará la opinión del interlocutor. Fidel Nadal no se ahoga en los fondos de su propio ensimismamiento y rastrea en el otro el intercambio de pareceres. Dicción impecable y hablar pausado, como una forma de verbalizar la riqueza de su propia filosofía. Una mirada profunda sobre el ser y la nada sartreano, y con búsquedas implosivas sobre la religión en placas como Selassie I Dios Todopoderoso, Cabeza negra o Repatriación. De livianito tiene poco el hombre de las rastas.
Como un Bobo Ashanti, Fidel Nadal recupera en su música buena parte de aquellas prácticas religiosas y filosóficas de sus ancestros y de las tierras donde nació su música más transitada a los valores rastafaris.
-Todo lo mío tiene que ver con la cultura rasta…
-Más allá de lo musical, hay que pensar en un dogma filosófico.
-En la cultura rasta siempre te vas a encontrar con lo filosófico, lo teosófico y con lo social.
-Te menciono a Manu Chao…
-Ese pibe es gigante…
-Tienen un gran vínculo.
-Lo admiro desde hace años. Aprendí mucho de él, sin que él se propusiera hacerlo. Con el paso del tiempo pude darme cuenta que me enseñó un montón. Cuando me lo crucé sentí un montón de coincidencias, sentí que quería hacer eso. Fue una bisagra en mi vida como músico, como cantante. Fue épico.
-Fue en la época de Mano Negra.
-Así es. Me invitó a participar en el disco Casa Babylon.
Inmediatamente, Nadal recuerda aquella experiencia compartida a bordo de un tren por el territorio colombiano. Una formación en la que viajaban artistas de expresiones diversas y lenguajes como el teatro, el circo, la música y las letras. Se lo llamó “El expreso del hielo” y se convirtió en una leyenda, con un Manu Chao ávido de experiencias recorriendo Colombia como un saltimbanquis trashumante y explorador: “Fue un mes por pueblos, playas, estepas con una troupe de más de 60 artistas. El tren paraba en cada estación y ahí mismo se armaban los escenarios para los espectáculos de circo, música o teatro, completamente gratuitos para la gente de cada pueblo.
Viaje iniciático
“Era un adolescente cuando llegó el reggae a mi vida, con Bob Marley y otros. En esa época no había redes, internet, nada… Lo único que tenías era la foto de la tapa del disco”, recupera Nadal aquellos tiempos en los que la música de Jamaica le estalló como una epifanía.
-¿En qué año pasó eso?
-Estamos hablando de 1978, donde solo podías encontrar información en las revistas de música como Pelo, pero de reggae se hablaba poco. Acá no llegaba nada, así que uno se sabía de memoria los diez temas de los discos y nada más. En el caso de Marley, al no saber el inglés, repetía las letras por fonética.
-¿Cómo te atravesaron esas primeras manifestaciones que llegaban a vos?
-Como en los discos estaban impresas las letras en inglés y en patois, con un diccionario en la mano comencé a traducir, aunque hacerlo de manera literal es un error. Además, había otro inconveniente: muchas letras abordaban temas bíblicos y yo no había tenido educación religiosa. No entendía que quería decir Jah, por ejemplo.
-Para alguien sin formación religiosa, entiendo que fue una forma primera de acercamiento a pensar en una posibilidad de la existencia divina.
- Todo eso me llevó a involucrarme en la cultura rasta . Con los años, y desarrollo de la tecnología mediante, tuvimos acceso a más material y a entender más sobre ese movimiento, hasta que me fui a Jamaica a vivenciarlo en primera persona.
-Llegaste a Jamaica en 1995. ¿Una revelación?
-Fue como llegar a la Tierra Prometida, un camino de ida; me metí por todos lados. Al año siguiente volví para grabar y ya dejé las ciudades y me fui a instalar a la montaña. Grabé en un estudio donde llegaban Bobo Ashanti, así que ahí fue cuando comencé a intercambiar ideas y a comprarme libros.
-Regresaste en 1998...
-Y directamente conviví con la comunicada Bobo Ashanti.
-Desde el punto de vista espiritual, ¿en qué te modificó?
-Fue una gran influencia para mis letras. Me interesaba decírselo a todos, compartir con la gente lo que estaba viviendo. Mi forma para transmitirlo fueron las canciones.
Lado B
-Tuviste una nominación al Grammy. ¿Era un objetivo? ¿En qué te influyó?
-Quien se mete en este mundo no quiere guardarse la música para sí mismo, sino que busca que todos conozcan y gusten de sus canciones. Llegar a ese premio es un aval, un reconocimiento que queda en la trayectoria. De todos modos, nadie puede decir que un músico que gana el Grammy es mejor que uno que toca en la calle y al que no conoce nadie. De todos modos, ganar el Grammy es reconocer que se hizo algo bien.
-En la industria, ¿te has sentido discriminado?
-(Hace una larga pausa antes de responder). Sí, obviamente.
Ríe, recordando esos tragos amargos, el doloroso sentimiento al experimentar la segregación. Sus padres fueron esclavos angoleños, realidad que marcó a Fidel y que hizo que su música siempre encuentre los modos de expresar el dolor de las minorías oprimidas. “La discriminación es una parte de la sociedad. Es más, desde la discriminación se arman las sociedades. Pensemos en Argentina”.
-¿A qué te referís?
-Alguien existía aquí antes de la llegada de los españoles. Cuando llegaron no les compraron las tierras a esos pueblos, sino que los masacraron. ¿Cómo nace Buenos Aires? A partir de la sangre, el robo, la discriminación, el odio y el racismo. Son crímenes de Lesa Humanidad, pero nadie les devuelve las tierras a los indios. Partiendo de esa base, es obvio que el racismo existe.
Nadal es gurú que con su prédica se revela y rebela ante el mundo tantas veces cruel. Lo sabe. Lo lleva en la sangre. Amamantamiento de resistencia. Dolor y resiliencia. Por la lucha de sus padres sabe que el arte es bandera. Una forma de levantar la voz: “Al ser un negro me enfrenté con la discriminación y el racismo en muchas ocasiones, pero eso no quiere decir que todo el mundo es así, también está el amor”.
-Los grandes sellos de la industria de la música, ¿te han discriminado?
-Ahí entra más en juego el negocio, hoy es todo números. Antes se buscaban nuevos talentos, pero ese riesgo ya no lo corre nadie.
-Hoy, ¿cuál es el procedimiento?
-Miran quién tiene más seguidores, pero no cuenta la parte artística ni el talento. Siempre fue así porque las compañías están manejadas por hombres de negocios y no por artistas. No está ni bien ni mal. Es así. Hay que adaptarse para llegar.
Con sabor más amable, recuerda un concierto donde se conjugaron en el público abuelos, padres e hijos: “Vi a tres generaciones compartiendo la música”, se ufana con razón. En su propia vida, el arte está presente y atraviesa a sus dos hijos de 20 y 19 años: Tafari y Zauditu: “Les gusta la música. Sobre todo al varón. Mi hija está más interesada en lo social y en la comunicación. Nunca les impuse una herencia, quiero que sean lo que ellos quieran, pero la música siempre va a estar ahí”, concluye el pionero del reggae en nuestro país, el gran referente de la música afroargentina.