Fiesta Nacional del Teatro: humor, biodrama, clown y emoción en la Ciudad de las Esculturas

La apertura de la Festival Nacional del Teatro tuvo lugar en el Domo del Centenario, un gran escenario para unas 2.000 personas ubicado en el predio en donde tiene lugar la Bienal de Escultura, el gran acontecimiento cultural de Resistencia
La apertura de la Festival Nacional del Teatro tuvo lugar en el Domo del Centenario, un gran escenario para unas 2.000 personas ubicado en el predio en donde tiene lugar la Bienal de Escultura, el gran acontecimiento cultural de Resistencia - Créditos: @gentileza INT (Instituto Nacional del Teatro)

RESISTENCIA.- Desde hace ya 25 años, el Instituto Nacional del Teatro (INT), el organismo de fomento a la actividad escénica independiente, afronta el desafío de gestionar el único encuentro nacional de verdadero carácter federal con representación de elencos de cada provincia y de la Ciudad Autónoma. En el tránsito de esta fiesta que tiene etapas previas regionales y provinciales, cada año la sede cambia de lugar. Desde el jueves, la 36a. edición de la Fiesta Nacional del Teatro tiene su epicentro en la ciudad de Resistencia y sus extensiones en la misma provincia del Chaco como en las de Corrientes, Formosa y Misiones.

Así, por estos días se presentan en la región unas 250 funciones en 30 localidades de las cuatro provincias que tienen lugar en unas 40 salas o espacios no convencionales. Participan los 32 elencos seleccionados por jurados, más obras invitadas. En total, se están movilizando hasta aquí más de 600 artistas y 250 trabajadores afectados tanto para las obras, como para las actividades especiales o el festejo por los 20 años de la Editorial INTeatro, que incluyó un reconocimiento al periodista Carlos Pacheco, director de la editorial y colaborador de LA NACION. La fiesta tiene un costo de inversión de 120 millones de pesos repartidos entre el INT y el gobierno provincial. Sumado a eso, según señaló Gustavo Uano, director del INT, se destinaron otros 15 millones para el equipamiento de las salas.

El día uno en la esquina de la Casa de las Culturas, sede del festival, se realizó una manifestación cuyo eje fue denunciar el desmonte en El Impenetrable y la situación de los pueblo originarios. En absoluto se trata de un tema nuevo. En 2009, esta provincia fue por primera vez sede de este festival y esas dos problemáticas ya estaban presentes en las calles. En aquella oportunidad, en Sauzalito, pueblo a dos días de viaje de la llamada Ciudad de la Esculturas, por primera vez se hizo una función de un elenco criollo en ese pueblo que posee una fuerte comunidad wichi.

En esta ciudad con mojones culturales tan significativos e identitarios como El Fogón de los Arrieros, la casona de las vanguardias artísticas que está por cumplir 80 años y que oficia de una de las sedes de la fiesta: y la Bienal de Escultura, un fenómeno artístico de llegada popular desde su primera versión en 1988, existen ocho salas teatrales entre públicas y privadas afectadas a la Fiesta. La capacidad total de esta red es de 1981 butacas, sin contar el Domo, el anfiteatro polifuncional en donde se realizó la fiesta de apertura, que puso en escena el relato qom de “La mujer estrella”. En la toda la provincia, el número de espacios teatrales llega a 22. De trazar dos paralelismos cargados de ombliguismo porteño, la capacidad total de los teatros de Resistencia es la misma que la del teatro Ópera de la Avenida Corrientes. Y la cantidad de salas en los casi 100.000 kilómetros cuadrados de Chaco iguala a la cantidad de salas alternativas de Villa Crespo. Lo cual no deja de ser una de las tantas fotos de los contrastes del mismo país que, lógicamente, tienen su traslación en lo que hace a las búsquedas, temas, infraestructura teatral y lenguajes artísticos de las obras que se están presentando en este encuentro escénico cuyo lema es “el teatro nos une”. Entre las salas afectadas al festival está el Cecual, un mágico centro cultural alternativo gestado en 1997 que funciona en una vieja escuela en donde conviven propuestas escénicas con muestras, talleres, objetos artesanales y un clima en donde la convivencia de lo diverso fluye con naturalidad.

Así como en Resistencia funcionan salas históricas alternativas como la Sala 88, La Máscara y Galatea, del entramado se completa con un espacio como el de Cecual, un centro cultural instalado en una vieja escuela en donde conviven múltiples actividades
Así como en Resistencia funcionan salas históricas alternativas como la Sala 88, La Máscara y Galatea, del entramado se completa con un espacio como el de Cecual, un centro cultural instalado en una vieja escuela en donde conviven múltiples actividades - Créditos: @Facebook

En lo que hace a lo temático de las obras presentes en la Fiesta, el panorama es amplio, El primer espectáculo fue un montaje de Paso de la Patria, Corrientes, llamado (No) estamos ganando, de Éstel Gómez, centrada en dos hermanos: uno de ellos termina peleando en la Guerra de las Malvinas. Un conflicto que sucedió a miles de kilómetros pero que las provincias de Corrientes y Chaco tuvieron la mayor cantidad de fallecidos durante el conflicto bélico en relación con la cantidad de habitantes. De Mendoza, se presentó Mandato cumplido, de Armando Nogara. Apelando a lo paródico, el punto de partida de la trama es una familia que apuesta todo para que una amiga de la localidad sea elegida reina de la vendimia. Y desde el conurbano bonaerense, Piel de cabra, con dramaturgia y dirección de Nicolás Blandi, montaje atravesado por la atmósfera del confinamiento pandémico.

Eleazar David Fanjul y Claudio Daniel Dorigo llevan unos 13 años haciendo Los santos, una magnífica propuesta de circo experimental gestada en Barcelona, pero que llegó a Resistencia representando a la provincia de Neuquén
Eleazar David Fanjul y Claudio Daniel Dorigo llevan unos 13 años haciendo Los santos, una magnífica propuesta de circo experimental gestada en Barcelona, pero que llegó a Resistencia representando a la provincia de Neuquén - Créditos: @gentileza INT (Instituto Nacional del Teatro)

Muy por fuera de temáticas locales o registros de época, de Neuquén llegó Los Santos, sobre idea y actuaciones de Eleazar David Fanjul y Claudio Daniel Dorigo, dirigidos por el danés Karl Stets. En esta inteligente y magnífica propuesta de circo contemporáneo y teatro-objeto gestada en Barcelona, la perfecta articulación entre los dos performers, la construcción de sus personajes, la precisa manipulación de objetos y el permanente humor sin necesidad de apelar a la palabra aportó a los primeros días del festival ese aire fresco que siempre se agradece, que emociona.

Desde otra perspectiva, la emoción tuvo dos momentos muy marcados que se los puede entender como un díptico. En la segunda función de Ana y Wiwi, escrita y dirigida por Lorena Romanín, de CABA, en la segunda fila se ubicó un grupo de pibes no videntes para ver esta poética historia de una niña, Ana, y una ternera, Wiwi, huérfanas ambas. Para algunos del grupo, era la primera vez que veían –en las múltiples lecturas del término– una obra de teatro. Durante toda la representación se notaba que sus cuerpos estaban pendientes de cada detalle. La verdadera fiesta terminó con ellos tocando, reconociendo, asombrándose con esa vaca entrañable. Al día siguiente se presentó DesHojado, unipersonal de un actor ciego, de Ariel Astrada, dirigido por Marxela Etchichury. Ariel tiene 37 años. Por fuera de golpes bajos, su bastón blanco es su bandera, el signo más evidente de su “identidad disca”. Durante la obra canta, se pone un vestido que podría ser diseñado por la hija de la Mona Jiménez, denuncia la burocracia, baila, recuerda su primera salida a la calle en compañía del bastón, su encuentro sexual con un pibe que conoce en una fiesta o se mira en un espejo y recuerda esa expresión de “no quiero verte nunca más”. Desde hace 12 años, Ariel dejó de verse. Pero, en verdad, nada lo detiene. DesHojado es su manifiesto y también su fiesta.

En DesHojado el actor cordobés Ariel Astrada se mira en un espejo que desde hace 12 años no refleja su rostro; de todos modo, nada lo detiene
En DesHojado el actor cordobés Ariel Astrada se mira en un espejo que desde hace 12 años no refleja su rostro; de todos modo, nada lo detiene - Créditos: @gentileza INT (Instituto Nacional del Teatro)

Los elementos biodramáticos también están presentes en Podestá, un unipersonal de clown de Gisela Podestá llegado de Traslasierra, también de la provincia de Córdoba. Durante el trabajo, saca a relucir que es pariente de los Podestá, familia clave en la historia del teatro rioplatense. Casualmente, o no, la propuesta se presentó justamente en la Sala 88, que evoca al primer clown criollo creado por José “Pepe” Podestá. En tren de juego de coincidencias, se estrenó aquí la misma semana que la Legislatura local estableció al 5 de julio como Día Provincial de las Artes Escénicas en homenaje a la labor artística de Hugo Blotta, el gestor y fundador de la Sala 88, fallecido el año pasado víctima del Covid.

Aunque el festival esté cursando su trigésima sexta edición, lo cual daría para presuponer que el complejo mecanismo de este verdadero tetris debería estar ajustado desde el INT central, la actual Fiesta Nacional del Teatro viene topándose con varios problemas organizativos que se hicieron más evidentes los primeros días del encuentro. De hecho, la grilla de la programación se terminó de definir dos días antes de levantar el simbólico telón. Pero claramente –y mucho más para los artistas de las provincias– la Fiesta sigue siendo el momento del encuentro, de toparse con sus pares, de reconocerse, de extender sus búsquedas hacia otros públicos y formarse. Este año, tocó la Ciudad de la Esculturas con sus amplios bulevares, con las distintas versiones del chipá, árboles en flores y su plaza central tapeada desde marzo por obras de infraestructuras detenidas. Pero hasta hoy, lo que no se detiene es la Fiesta Nacional del Teatro. El cierre será nuevamente en el Domo, en donde todos los días se realizan actividades con entrada gratuita, baje su telón hasta subirlo el año próximo en alguna otra ciudad del país.