Florence Pugh se viste de época pero 'El prodigio' es imperecedera

Florence Pugh como Lib Wright en 'El prodigio'. Cr. Aidan Monaghan/Netflix © 2022
Florence Pugh como Lib Wright en 'El prodigio'. Cr. Aidan Monaghan/Netflix © 2022

Después de la sombra creada por el escándalo asociado a No te preocupes querida, Florence Pugh continúa demostrando su poderío cinematográfico con otra película en apenas unos meses. Se trata de El prodigio, un drama donde vuelve a vestirse de época para comandar una historia sobre el eterno debate de la razón entre la religión y la ciencia con convicción exquisita.

El prodigio se basa en una novela de Emma Donoughe que, a su vez, parte de la historia real de un fenómeno social del siglo XIX que corrió como la pólvora de Irlanda a Inglaterra. Se trataba de las “mujeres ayunadoras” (o ‘fasting girls’ en inglés), un grupo de jóvenes usualmente preadolescentes que aseguraban ser capaces de sobrevivir sin comer durante varios meses. Algunas de ellas llamaron la atención por afirmar que dicha subsistencia se debía a poderes mágicos o religiosos, dando lugar a que los creyentes explicaran el fenómeno como símbolos de santidad o milagros. Los médicos, sin embargo, atribuían los casos al fraude y la histeria. El caso más conocido fue el de una chica llamada Sarah Jacob que murió por inanición en 1869. La novela en cuestión no se basa en ninguna persona en particular, sino que crea una narrativa ficticia a partir del fenómeno vivido por aquel entonces.

Dirigida por el aclamado director chileno Sebastián Lelio(ganador del Óscar a mejor película de habla no inglesa por la magnífica Una mujer fantástica), El prodigio nos transporta a una pequeña comunidad irlandesa en 1862, trece años después de la gran hambruna que sacudió al país. Y lo hace de la mano de una enfermera inglesa llamada Lib Wright (Florence Pugh). Después de un largo viaje, Lib descubre que ha sido contratada para observar durante 15 días a una niña de 11 años, Anna O’Donnell (Kíla Lord Cassidy), porque asegura llevar cuatro meses sin comer y seguir con vida como prueba de un milagro.

Cuando Lib conoce a Anna no ve síntomas de inanición. A nivel médico y físico, la chica está sana explicando que sobrevive gracias al “maná del cielo”. “¿Y cómo se siente?” le pregunta la enfermera. “Llena” contesta la niña. Sin embargo, como profesional de la ciencia, Lib enseguida pone en duda la explicación de la pequeña, su familia y los fieles creyentes del lugar -probablemente incitados por la esperanza tras los horrores vividos durante la hambruna local- topándose con un muro de fe que hará difícil demostrar sus teorías.

Florence Pugh como Lib Wright, Kíla Lord Cassidy como Anna O’Donnell en 'El prodigio'. Cr. Aidan Monaghan/Netflix © 2022
Florence Pugh como Lib Wright, Kíla Lord Cassidy como Anna O’Donnell en 'El prodigio'. Cr. Aidan Monaghan/Netflix © 2022

No obstante, a través de la curiosidad y el deseo de demostrar el peso de la ciencia sobre los hombres religiosos que minimizan su opinión y conocimientos por el mero hecho de ser mujer, Lib se embarca en su deber. Pero a medida que pasan los días, aumentan las preguntas y las dudas, transformando su deber contractual en una especie de lucha personal mientras busca respuestas con obsesión peligrosa, y cuestiona la fe de una comunidad que parece preferir poner en riesgo la vida de Anna en nombre de Dios, que escuchar a la ciencia.

Lo maravilloso de El prodigio es que no se trata de una historia con juicios ni desprecio hacia el creyente. Tampoco se posiciona a favor de los escépticos, sino que relata su narrativa a través de un ojo observador. La película exige de un espectador paciente, que observe por sí mismo los diferentes arcos narrativos, sus personajes y creencias para así, junto a su protagonista, ir descifrando el misterio y las motivaciones de cada historia.

De esta manera, El prodigio se desvela como una historia imperecedera que a pesar de saltar a otro siglo pasado, nos plantea temáticas que pueden trasladarse a la modernidad. Desde el eterno debate entre las creencias religiosas a través de la fe y el uso de la razón y la comprobación detrás de la ciencia. A la pregunta de los límites de la responsabilidad de un proveedor de salud sobre un paciente con creencias opuestas, así como la presión de la imposición religiosa en ciertas familias que colocan la veneración sagrada por encima del bienestar individual.

Florence Pugh como Lib Wright, Josie Walker como Sister Michael en 'El prodigio'. Cr. Aidan Monaghan/Netflix © 2022
Florence Pugh como Lib Wright, Josie Walker como Sister Michael en 'El prodigio'. Cr. Aidan Monaghan/Netflix © 2022

Con ayuda de Florence Pugh, que ya vistió de época en Lady Macbeth, King Lear, El rey proscrito y Mujercitas, la película expone un debate moderno y complejo que necesita de los espacios lentos y silencios para que cada espectador tenga tiempo para sacar sus propias conclusiones. Todo el reparto está sublime en sus interpretaciones pero es la actriz británica la que se posiciona como un torbellino al que no podemos quitarle la mirada, una mujer aislada y con sus propios traumas que se enfrenta a creencias fundamentalmente opuestas a las suyas.

La película comienza en un set en el inicio del rodaje y con la actriz Niamh Algar -quien interpreta a la hermana de Anna, Kitty- vestida de forma contemporánea, diciendo a la cámara “Este es el comienzo de una película llamada El prodigio”. La cámara se mueve a través de un decorado vacío y frío para entonces entrar de lleno en otro rico en detalles y otra época, con la primera secuencia de Florence Pugh interpretando a Lib. Este arranque impacta y choca, como me sucedió a mí en un principio, incluso nos coloca en la tesitura de conectar y desconectar para conectar de nuevo en una historia desde dos perspectivas diferentes. Pero esto tiene un propósito que nos habla de una misma realidad dando lugar a otra. Una película en el sentido más técnico de la palabra pasando a una narrativa que absorbe y transporta a otra realidad dentro de sí misma.

Porque en esta historia nos topamos con realidades diferentes dentro de un mismo escenario. Y de eso se trata, de las visiones y diferencias entre la religión y la ciencia desde la perspectiva de cada personaje, sus creencias, lugares y el impacto social que le rodea. Sin criticar, sin hacer juicios de valor ni imponer una visión sobre otra. Un debate imperecedero que nos embriaga con esta película más allá de lo que su era representa.

El prodigio está disponible en Netflix desde el 16 de noviembre.

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