Una forma de sentir la música a través de la piel
Jay Alan Zimmerman, un compositor y músico con discapacidad auditiva, acostumbraba ubicarse cerca de los altavoces en los clubes, esforzándose por sentir las vibraciones de las canciones que no podía escuchar.
Es por eso que cuando lo invitaron a probar una nueva tecnología, una especie de mochila conocida como traje háptico, diseñada para que Zimmerman experimentara la música como vibraciones en su piel (un bombo en los tobillos, una caja en la columna vertebral), se emocionó.
“Con los subtítulos y la interpretación del lenguaje de señas, tu cerebro se ve obligado a estar en más de un lugar al mismo tiempo”, explicó Zimmerman, quien comenzó a perder la audición a los 20 años, en una entrevista reciente en video.
“Con un sistema háptico”, dijo, “puede ir directamente a tu cuerpo en el momento exacto, y de verdad es posible que sientas la música en tu cuerpo”.
El tipo de traje háptico que Zimmerman probó por primera vez, hace casi una década, se ha vuelto más accesible al público recientemente. Los dispositivos estuvieron disponibles en eventos este verano en el Lincoln Center de la ciudad de Nueva York, incluyendo una reciente noche de discoteca silenciosa donde la gente bailó mientras escuchaba la música a través de auriculares inalámbricos; en el festival South by Southwest en Austin, Texas, en marzo; en un concierto de Greta Van Fleet en Las Vegas; y en una presentación de Opera Philadelphia.
Desarrollado por la empresa Music: Not Impossible, con sede en Filadelfia, el dispositivo consta de dos tobilleras, dos muñequeras y una mochila que se sujeta con correas dobles a la caja torácica. Usar uno de ellos se siente un poco como si una silla de masaje te diera un abrazo de oso de cuerpo entero.
Los trajes hápticos, que también se utilizan en la realidad virtual y los videojuegos, existen desde hace varias décadas. Pero los trajes de Music: Not Impossible son únicos en el sentido de que los dispositivos convierten notas musicales individuales en vibraciones específicas. Otras empresas también están produciendo productos hápticos diseñados para capturar las experiencias sonoras de varios eventos. Por ejemplo, el crujido de un bate de béisbol en un evento deportivo transmitido a través de asientos que vibran, o experiencias más cotidianas como el sonido de un perro ladrando traducido a través de un patrón de zumbidos en un brazalete portátil.
“Se está dando una revolución en la tecnología háptica en este momento”, afirmó Mark D. Fletcher, investigador de la Universidad de Southampton en el Reino Unido, quien estudia el uso de la háptica para ayudar a las personas sordas o con pérdida auditiva.
El desarrollo de los trajes se ha beneficiado de los recientes avances en microprocesadores, tecnología inalámbrica, baterías e inteligencia artificial, afirmó, todos componentes clave en el mercado emergente de los dispositivos hápticos portátiles.
Mick Ebeling, fundador de Not Impossible Labs, con sede en Los Ángeles, obtuvo la inspiración para experimentar con trajes hápticos en 2014, cuando vio un video de un evento en el que aparecía un DJ con discapacidad auditiva, pulsaba música cargada de bajos a través de altavoces dirigidos hacia el suelo y la gente bailaba descalza. Ebeling quiso encontrar una mejor manera para que las personas con discapacidades auditivas experimentaran la música.
Daniel Belquer, un compositor con una maestría en teatro, se unió poco después al proyecto para encontrar una manera de transmitir la experiencia de la música directamente al cerebro. Esa misión, contó Belquer, pronto se expandió a la meta de crear una experiencia musical táctil que estuviera disponible para todos, incluidas las personas sin pérdida auditiva.
Belquer se sumó al proyecto porque le interesaba ayudar a la comunidad sorda, pero también porque le intrigaba como compositor. Había escrito una tesis de maestría sobre la escucha y ya estaba generando sonidos con objetos que vibraban en sus propias presentaciones.
Belquer trabajó con ingenieros de Avnet, una empresa de electrónica, para producir un sistema más matizado de retroalimentación háptica para su uso en experiencias musicales, que crea una sensación de tacto a través de vibraciones y transmisión inalámbrica sin desfase. Pero los primeros prototipos eran pesados y no lo suficientemente sensibles como para traducir la música con precisión.
“Como compositor, la expresión artística es importante, no solo la parte tecnológica”, afirmó.
Belquer pidió opiniones y sugerencias de los miembros de la comunidad sorda, incluida Mandy Harvey, una cantante y compositora sorda; Zimmerman, el compositor; y la intérprete de lenguaje de señas Amber Galloway.
Zimmerman afirmó que la primera versión del dispositivo que probó “no fue satisfactoria”.
“Imagina tener siete u ocho teléfonos celulares diferentes atados a varias partes de tu cuerpo, conectados a cables”, describió. “Y luego todos comienzan a sonar al azar”.
Belquer relató que trabajó para perfeccionar la tecnología hasta que 24 instrumentos o elementos vocales de una canción pudieran traducirse de manera individual a un punto distinto del traje.
Para 2018, había creado la primera versión del modelo actual, que ofrece tres niveles de intensidad que se pueden configurar de forma individual, así como un ajuste de talla fácil de modificar.
Amanda Landers, una instructora de lenguaje de señas de 36 años en la preparatoria Syosset High School en Long Island, Nueva York, quien comenzó a tener pérdida auditiva progresiva cuando estaba en el bachillerato, afirmó que cree que los trajes son una manera radical de dar accesibilidad a personas sordas o con dificultades auditivas.
Landers usó uno de los chalecos por primera vez el año pasado, durante una demostración privada con Belquer y Flavia Naslausky, directora de desarrollo comercial y estrategia de Music: Not Impossible, tras encontrar el sitio web de Not Impossible Labs mientras investigaba tecnologías emergentes para personas con pérdida auditiva para mostrárselas a sus alumnos.
Music: Not Impossible actualmente proporciona los trajes a varias organizaciones en un paquete completo, que incluye hasta 90 trajes; un equipo de personal de asistencia para ayudar a los usuarios a ponérselos, responder preguntas y solucionar problemas con la tecnología; así como un grupo de “vibro DJs” capacitados para personalizar las ubicaciones de transmisión de vibraciones para cada canción en un set.
Dickie Hearts, un actor y artista de 25 años de Nueva York que nació sordo y se considera a sí mismo un cliente habitual de los clubes de la ciudad, tuvo la oportunidad de probar una versión anterior de los trajes de Music: Not Impossible en un concierto en Los Ángeles hace unos ocho años.
Si bien Hearts aprecia la intención detrás de los trajes, dijo que prefiere tener una interpretación en vivo del lenguaje de señas estadounidense (ASL, por su sigla en inglés) junto con los subtítulos que muestran la letra de las canciones.
“Sentir la vibración nunca ha sido algo que me interese mucho”, comentó en una videollamada reciente, realizada con la ayuda de un intérprete de ASL. “Quiero saber cuál es la letra. No quiero tener que comunicarme con mi amigo oyente y preguntarle: ‘Oye, ¿qué canción están tocando?’”.
Belquer afirmó que Music: Not Impossible esperaba poder crear un producto que todos pudieran usar.
Esa visión cobró vida en la discoteca silenciosa del Lincoln Center. Al caer la noche, unas 75 personas, que llevaban auriculares rojos, verdes o azules con luces intermitentes, tuvieron la oportunidad de experimentar los trajes. Bailaron y se balancearon al ritmo de pistas dance-pop pulsantes, a veces solos, creando su propio círculo rítmico, y a veces en grupos.
“Son como gotas de lluvia sobre mis hombros”, afirmó Regina Valdez, de 55 años, quien vive en Harlem.
“¡Está vibrando!”, exclamó Lucas García, de 6 años, quien parecía sorprendido mientras miraba su chaleco. Sus padres, Chris García y Aida Álvarez, quienes también vestían chalecos, bailaban cerca.
Tal como estaba diseñado, era imposible saber quién era sordo y quién oía.
Pero Zimmerman, quien probó primero los trajes, dijo que todavía esperaba que se le realizaran algunos ajustes adicionales.
“Me gustaría que fuera tan bueno que una hermosa nota de violín me hiciera llorar y que un divertido toque de trombón me hiciera reír”, concluyó.
c.2023 The New York Times Company