Geney Beltrán indaga en la pesadilla de la violencia

CIUDAD DE MÉXICO, mayo 13 (EL UNIVERSAL).- El abismo del pánico, la disolución de la identidad y los extravíos en una sociedad como la mexicana determinada por la violencia y el incremento de enfermedades de salud mental, llevaron al escritor Geney Beltrán a congregar en su nuevo libro No nos vamos a morir mañana (UANL, 2024), siete relatos sobre aquellas historias que le causan el miedo más pavoroso.

"Fueron historias que significaron para mí acercarme muchísimo al abismo del pánico, de la disolución de la identidad, de lo que significaría el extravío", asegura el narrador y crítico literario, quien apunta que la salud mental se agrava en México donde hay una tónica de violencia de altos grados, desde la violencia verbal o psicológica, hasta la más despiadada y sangrienta que va minando la estabilidad, la confianza que uno tiene de sí mismo y de poder confiar en el futuro del mundo.

"Me inquietan esas historias, desde la perspectiva, en primer término, de quienes son testigos de la violencia o que se enteran de sucesos de violencia porque ocurren muy cerca, a alguien de su familia o a alguien muy amado y esa es una fotografía que resulta más difícil de tomar porque en el centro están las víctimas, quienes reciben la violencia, pero en torno de las víctimas hay un segundo grado de duelo y de una progresiva sensación de pérdida de elementos que uno considera necesarios para ser humano", dice Geney Beltrán.

A través de personajes que viven el fracaso escolar, rupturas amorosas, enfermedades, guerras, violencia y la pérdida de la identidad, el también autor de Adiós, Tomasa, explora las pulsaciones que se anidan en el inconsciente, de una manera que sigan representando el terror, siga representando el miedo y que al mismo tiempo finjan una estructura, una secuencia de hechos, una suerte de ilación lógica que uno cree que la realidad tiene.

"Estas historias se fueron acumulando de manera más bien azarosa o intuitiva. Algunas tienen que ver con noticias que yo encontraba en los periódicos, cosas de las que uno se entera en las conversaciones entre amigos, en la familia, y otras son historias que se me quedaron de alguna manera en el inconsciente y que luego afloraron como pesadillas o como episodios de paranoia y ansiedad", afirma.

Geney Beltrán reconoce que este es el libro más difícil, incluso al que le tiene más miedo, "tuve que aceptar que los años que le dediqué a escribirlo partió de una necesidad de explorar esas zonas de la violencia desde la perspectiva de la sensibilidad y una de las cosas que toca es el mundo onírico, los sueños son un umbral a través del cual podemos acercarnos a realidades pavorosas. El umbral de la pesadilla es para mí un reino muy fértil".

Para Geney el presente es una suerte de época señalada por la crisis y por la pérdida, "yo crecí con el aprendizaje de una sociedad muy hostil, muy adversa, condenada a una perpetua violencia".