El giro de 180 grados de Carla Bruni: de no querer ni dar la mano a Nicolas Sarkozy a enamorarse de él

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(Getty Images)

Cuando el mundo de la política se alía con el mundo del espectáculo, el interés se multiplica hasta límites insospechados. Este fue el caso de Nicolas Sarkozy, expresidente de la República de Francia; y de Carla Bruni, modelo, actriz y cantante italofrancesa, que conoció a Sarkozy pocos meses después de la entrada de este al Palacio del Elíseo, en mayo de 2007. Estos días, el exmandatario ha narrado, en el pódcast Legend de Guillaume Pley, la historia decómo conoció a la artista, hace exactamente 17 años, y quedó irremediablemente enamorado de ella. Para noviembre de 2007, Nicolas Sarkozy ya estaba separado de su segunda esposa, Cecilia Ciganer Albéniz. El entonces presidente accedió a acudir a una cena que había organizado el publicista Jacques Séguéla, amigo de ambos. Carla Bruni se olió que aquello podía ser algo parecido a una cita a ciegas y, antes de asistir a la cena, quiso dejar clara a Séguéla su opinión sobre el político: “Nunca le daría la mano a ese hombre, por nada del mundo”; a lo que su interlocutor respondió con seguridad: “Te equivocas, en veinte minutos te seducirá”. Coqueto y divertido, Sarkozy aclaró en el pódcast de Guillaume Pley:“Veinte minutos era demasiado tiempo”.

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Un flechazo de 'película'

Hace años, Carla Bruni contó la misma anécdota en El hormiguero, pero desde otro ángulo: “Un amigo en común me llamó por teléfono y me preguntó si me interesaba cenar con Sarkozy, que ya era presidente. Y buscamos fechas, pero como era presidente estaba muy ocupado y nos costó dos meses encontrar un día. Al final, y regresamos a la versión de Sarkozy, hallaron ese día libre en sus disparatadas agendas… y comenzó la magia: “Nunca la había visto. Cuando entró la sala, ella se sonrojó”. Ambos sintieron las típicas y revoltosas mariposas en el estómago o, como expresó Bruni años después, “yo no sabía que ‘el flechazo’ podría existir, pero existe […] Esa noche nos fuimos juntos. Digamos que me acompañó”. Recientemente, Sarkozy, todo un caballero, desveló que tras esa velada mágica escoltó a Carla a su casa en el coche presidencial y que, en ese momento, se intercambiaron los teléfonos. Bastaron unas horas para que él marcase con una ilusión adolescente el número de ella.

Surgió pura química, y de forma fulminante, entre el político y la estrella de las pasarelas y de la canción. Tanta química hubo que, en esa cita a ciegas, él le susurró antes de los consabidos veinte minutos: “Tú serás mi Marilyn y yo, tu JFK”. Seguro, determinado y seductor, Nicolás Sarkozy le pidió matrimonio al día siguiente. Lógicamente, ella tuvo sus dudas: “¿Qué va a pasar si me caso con él? ¡Si soy hippie!”. Pero el corazón no se aviene a razones.

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Muchos de los detalles de aquella velada los recogió Valérie Bénaïm en su libro Nicolas Sarkozy and Carla Bruni: The True Story. Carla Bruni recordó sobre aquella primera vez junto al estadista: “Tenía mucha curiosidad, pero cuando llegué, me di cuenta de que era una cita a ciegas. Éramos ocho invitados: tres parejas y ahí estábamos nosotros, ambos solteros […] Fue inmediato. No esperaba que él fuese tan divertido y vital. Su aspecto, su encanto y su inteligencia me sedujeron”. Entre los comensales que asistieron a aquella cena, estaba Luc Ferry, exministro de Educación, quien describió el romántico encuentro en los siguientes términos: “Muy pronto vimos que Nicolás solo tenía ojos para la mujer sentada a su derecha. Incluso le dio la espalda a la esposa de Sëguéla. A menudo el pelo de Carla rozaba el hombro del Presidente. Él solo hablaba para ella”. Solo faltaban los violines.

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Esa aventura estaba llamada a cambiar la vida de ambos. A pesar de esa atracción incontenible que sintieron el uno por el otro, no se desvincularon de la realidad política de Nicolás Sarkozy: podría estar enamorado, y tenía todo el derecho a estarlo, pero también era el presidente de Francia. Y Carla Bruni no iba a ser solo prometida, amante y esposa de un caballero apellidado Sarkozy, sino la futura Primera Dama de Francia. ¿Cuánto tiempo transcurrió entre esa mirada recíproca que hizo saltar chispas y su boda privada sin acceso a los medios de comunicación? Exactamente, dos meses y medio.

Recordando aquella primera cita, la modelo ha expresado la profunda admiración que siente por su marido, no solo como político, sino como hombre: “No es un hombre muy fotogénico, pero es muy atractivo. Cuando le vi en persona, me pareció mucho más atractivo que en la televisión… y así me enamoré”.

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El año pasado, Nicolás Sarkozy publicó un libro biográfico titulado Los años de las luchas. En numerosas páginas de sus memorias, no dudó en escribir acerca de su historia de amor. Con una seguridad apabullante, habló de cómo y por qué se enamoró hasta la médula de Carla Bruni. Cuando le interrogaron por la razón de haberse casado tan rápidamente, respondió: “¿Por qué?, porque nuestro amor era algo evidente”. En su gira de promoción de Los años de las luchas, acudió al programa Espejo Público y en el estudio compartió reflexiones sobre su relación con Carla Bruni: “A veces me encuentro con gente que me dice: ‘¿Sabes? Mipareja y yo vamos a estar cuatro o cinco años viviendo juntos y luego, si vemos que nos queremos nos casaremos. […] Si uno necesita reflexionar para saber si está enamorado, es que no lo está”.

Primera dama excepcional

En esa misma entrevista, Nicolás Sarkozy habló mil maravillas de su esposa y recordó los días que compartieron en el Palacio del Elíseo: “Fue una Primera Dama excepcional”. Sin embargo, Carla Bruni, muy prudente a la hora de hablar, recuerda de una manera muy personal su incursión en la alta política y diplomacia de la mano de su esposo: “Fue intenso y un gran honor, pero fue un momento increíblemente interesante y excepcional de mi vida, pero no volvería a vivirlo de nuevo. No lo repetiría. Creo que él no lo repetirá tampoco. Aunque no se sabe en el futuro qué pasará… Me enriqueció mucho, no lo lamento”.

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Cabe recordar que la boda de ambos, para sorpresa de muchos, se celebró en el Palacio del Elíseo el sábado 2 de febrero de 2008. En el caso de Sarkozy, Carla Bruni se convertía así en su tercera esposa, tras los fallidos matrimonios del político con Marie-Dominique Culioli y Cécilia Attias (Cecilia Ciganer Albéniz adoptó el apellido de su tercer esposo, Richard Attias). En cuanto a Carla Bruni, aunque había tenido parejas muy famosas (como Vincent Pérez, Mick Jagger o Raphaël Enthoven), nunca había pasado por el altar hasta que Sarkozy le formuló la consabida pregunta. Y Carla Bruni sí quiso. Tras la íntima ceremonia, los recién casados festejaron entre los más cercanos con una pequeña fiesta celebrada en el restaurante La Lanterne.

Una casualidad, no tan casual, hizo que sus vidas se cruzaran y que, respetuosamente, gritaran al mundo que nada ni nadie los iba a separar… ni siquiera la política, porque Sarkozy era un político conservador y Carla Bruni siempre había declarado su tendencia hacia la izquierda. “Carla no sería jamás mi amante, porque yo quería que fuese mi esposa”, contó el político en sus memorias.

Carla Bruni desfilando para YSL en el año 1996
Carla Bruni desfilando para YSL en el año 1996 (Getty Images)

La estrella de la canción llegó al Elíseo bajo miradas incisivas, dispuestas a escudriñar por su pasado, pero ella siempre había sido transparente. De hecho, la letra de una de sus canciones decía: “Soy una niña pese a mis cuarenta años y mis treinta amantes”. Solo por eso, por los treinta amantes que aparecían en la estrofa, se ganó fama de “femme fatale”. “No es que haya tenido muchos amantes–explicó Bruni a quien quiso oírla–. Es que nunca los he escondido. Es algo diferente. No me arrepiento ni un solo día”.

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La banda sonora de la historia de amor de Carla Bruni y Nicolas Sarkozy tendría como tema principal la mítica canción de Edith Piaf, Je Ne Regrette Rien. Después de dieciséis años juntos, ninguno se arrepiente de haberse dejado llevar por ese flechazo fulminante que les hizo superar todas las dificultades, maledicencias y zancadillas, para vivir intensamente su amor. En 2011, llegó Giulia, la hija de ambos y quien reforzó aún más sus lazos sentimentales. Juntos, viven el presente con intensidad, como ha declarado en el pódcast de Pley: “Conozco a mucha gente que vive en el pasado o se proyecta en el futuro, mientras que hay que vivir el presente”. Cuando Guilleume Pley le preguntó: “¿Cuáles han sido los cinco minutos más hermosos de su vida?», Nicolas Sarkozy no duda ni un instante en su respuesta: “Los cinco próximos”.