'Gladiador 2' quiere conquistar a la crítica pero no logra extender su 'imperio': 'Es repetitiva pero emocionante'

Gladiador II no está a la altura de las expectativas que generó Gladiador, pero la secuela está en su mejor momento cuando intenta abrirse camino en este mundo romano. Tal vez la acción sería tan apasionante como los aspectos políticos si no se sintiera también como una repetición de lo que vimos en 2000. Este increíble reparto, especialmente Washington, Nielsen y el pasado por alto Pascal, y esta expansión de las intrigantes maquinaciones políticas hacen de Gladiador II una secuela que vale la pena, incluso si no puede igualar a su predecesora. Gladiador II te dejará entretenido, pero te dejará con una desafortunada sensación de déjà vu.

El regreso de Scott a la arena romana es algo así como una repetición, pero sigue siendo un espectáculo emocionante y Mescal un protagonista formidable. Nos entretiene (...) Esta es una secuela que no tiene miedo de ensuciarse las manos: ofrece las escenas y los momentos clave para los fanáticos (que somos todos nosotros) y las escenas de gladiadores, que son tan importantes, tienen la calidad alucinatoria adecuada...

Ridley Scott equilibra admirablemente la acción y el drama de Gladiador II y, aunque pisa terreno familiar, Scott al menos está dispuesto a relajar el tono de una manera que le da a Gladiador II su propia identidad. La oscura batalla política por el destino de Roma puede resultar más entretenida que los fantásticos enfrentamientos en el Coliseo, pero ambos subrayan la importancia de la valentía y la templanza frente a tiempos turbulentos. Lo hacen de la forma en que sólo el cine de gran éxito puede hacerlo: con un grupo de tipos con espadas y sandalias trabajando juntos para evitar morir a manos de un rinoceronte gigante mientras un emperador con el cerebro podrido y un mono en el hombro aúlla desde los mejores asientos de la sala.

Casi 25 años después, Scott regresa a la antigua Roma con una secuela que es más grande en casi todos los aspectos (presupuesto de producción, elenco y equipo, uso de imágenes generadas por computadora, escala de las secuencias de acción), pero que carece de la magia antigua que elevó a la original. “Gladiador II”, como muchas producciones contemporáneas de Hollywood, no decepciona en ningún sentido novedoso o interesante. En todo caso, es un testimonio del tedio de la competencia básica y una historia demasiado familiar de un director célebre que regresa a un gran éxito y no logra recuperar lo que la convirtió en una sensación en primer lugar.

En términos de espectáculo brutal, reconstrucción elaborada de la época y escenas vigorosas que requieren una coreografía compleja, la secuela ofrece lo que los fanáticos de su predecesora ganadora del Oscar en 2000 anhelarán: batallas, esgrima, derramamiento de sangre, intriga de la Antigua Roma (...) Como demostró en Napoleón, una película mucho más irregular, Scott se siente como pez en el agua filmando multitudes masivas y batallas sangrientas, una grandiosidad acentuada por la banda sonora de Harry Gregson-Williams, llena de dramatismo. Gladiador II puede no tener un protagonista con la mirada abrasadora del Maximus de Crowe, pero tiene mucho del espectáculo deslumbrante y la violencia operística que el público desea.

Hace veinticuatro años, “Gladiador” era una película de acción hiperviolenta y culta, basada en la antigüedad teatral del pasado de Hollywood y con los efectos visuales (entonces novedosos) del futuro. En el caso de “Gladiador II”, sabemos más o menos lo que nos espera, pero la película sigue estando sorprendentemente alejada del mercado de las superproducciones. Es una epopeya de escapismo elegante para los sábados por la noche. Pero, ¿es genial? ¿Una película para amar de la misma manera que algunos amamos “Gladiador”? No y no. En definitiva, es una mera sombra de esa película. Pero es lo suficientemente entretenida como para justificar su existencia.

La secuela toca muchos de los mismos puntos de la trama original, con la desafortunada salvedad de que, con las excepciones de Washington y Nielsen, ninguno de los actores es muy bueno. El normalmente fiable Mescal es una pálida imitación de Crowe, aunque esto se debe más a un guión poco inspirado que a su actuación: Lucius tiene poco alcance emocional más allá de la rabia (...) Gladiator II carece tanto de la seriedad como del arco narrativo simple pero satisfactorio que hicieron de su base una epopeya tan refrescante.

No reinventa la rueda, y no tiene por qué hacerlo. No creo ni por un segundo que Scott se proponga hacer una obra maestra absoluta; se contenta con hacer una película de acción muy entretenida con una sensibilidad de la vieja escuela. Dejando de lado las maquinaciones del tercer acto, Gladiador II termina siendo bastante simple en su construcción, y quizás esa sea en última instancia su mayor fortaleza. Scott nos aleja de la rutina del mundo real y nos deja caer en una secuela llamativa y escapista de un éxito de taquilla de Hollywood durante unas horas, ofreciéndonos una deliciosa actuación de Denzel Washington como extra.

Puede que Ridley Scott nunca deje de hacer películas, y teniendo en cuenta Gladiador II, eso es algo muy bueno. (...) Puede que Gladiador II no sea recordada para siempre (como los emperadores esperan que sea), y nunca se plantea celebrar el mismo deporte sangriento que su historia condena. No obstante, en lo que respecta a las segundas entregas, es una digna heredera.

Si te encantó Gladiador, es muy probable que también te guste esta. Tiene todas las mismas partes emocionantes: lucha con espadas, discursos entusiastas, tipos desagradables que reciben lo que se merecen. El problema es que eso es todo lo que te ofrece. Quieres sentir que estás viendo a Maximus quitarse el casco y pronunciar ese monólogo icónico por primera vez. Quieres la emoción de desbloquear un recuerdo esencial. Quieres saber que estarás citando las líneas de Mescal a tus amigos en el bar durante los próximos 10 años. Gladiador II, por muy piadosamente respetuosa que sea, solo puede ofrecer un recuerdo desvanecido de esa experiencia.