"Grisailles", huellas en París de un mundo de ceniza en la mente de Barceló

París, 6 oct (EFE).- Como si de huellas de ceniza atrapadas en el tiempo se tratara, el artista español Miquel Barceló inaugura este sábado en París una exposición en la que sus naturalezas muertas y motivos pictóricos recurrentes brotan del uso de la grisalla, una técnica monocroma del siglo XIV que produce la impresión de relieve.

"De la grisalla se solía decir, en pintura, que era como protoescultórica, que era un 'trompe-l'oeil', como trampantojos", explica Barceló, en conversación con EFE, en la galería Thaddaeus Ropac (ubicada en Pantin, a las afueras de la capital francesa), donde se podrá visitar la muestra hasta el próximo enero.

Titulada precisamente "Grisailles", en francés, la exposición comprende una colección de pinturas en las que el polifacético artista, originario de la isla de Mallorca, trabajó en los últimos años, justo después del periodo de confinamiento desencadenado por la pandemia de covid-19.

"He estado muy inmerso en estos cuadros, como muy obsesivamente", cuenta Barceló, quien con su estilo próximo a la corriente neoexpresionista e influencias que van de Goya a Picasso es el artista español actual más cotizado.

De ellos dice que son más "reflexivos", un tipo de pintura en la que reflexiona sobre su propia obra y que fueron casi como "un ejercicio de memoria" en el que fue sacando a escena a todos sus "actores".

Peces, pulpos, toros, huesos, caracolas, caballos... los motivos recurrentes de la obra de Barceló plagan cuadros como "El cabrón", un bodegón que el propio autor describe como un "Frankenstein" hecho de pedazos de su propio imaginario.

"Este pulpo no viene del mar, viene de mis cuadros", explica este autor nómada, que trabaja entre España, Francia y Mali, entre otros lugares.

Así, para Barceló, en "Grisailles" resulta más evidente que nunca que la pintura es "puro artificio", imágenes mentales que tienen más relación con el deseo, con la idea del ser, que con su propia materialidad.

"Muchos de estos cuadros se podrían considerar 'vanitas' (subgénero del bodegón que resalta la muerte y la vacuidad de la vida), porque hay una especie de idea del tiempo y de la vanidad de las cosas, un poco cosas que son casi sus propias cenizas", detalla.

Esas imágenes, además, parecen atrapadas en el tiempo, con un aire de misterio que deambula entre el sueño y la realidad, entre la abundancia y la escasez, entre la vida y la muerte.

Es "un sandwich de tinieblas, un sandwich de cosas luminosas entre dos pedazos de tinieblas. Algo así es un poco la vida, ¿no? Un sandwich de tinieblas", reflexiona Barceló, nacido en 1957 en el municipio de Felanitx.

El empleo de la técnica de grisalla, que logra un efecto visual de relieve gracias a un uso muy matizado del color, favorece esa impresión de realidad atrapada en una dimensión atemporal.

Una de las naturalezas muertas de esta serie de grisallas, la titulada "Grisaille à l'espadon", también se podrá ver en París entre este mes y enero, pero no en los muros de la galería Thaddaeus Ropac.

Formará parte de la exposición "Les choses" (Las cosas) que el Louvre inaugurará el próximo 12 de octubre a modo de recorrido por la historia de las naturalezas muertas en el arte.

Ese museo tiene un vínculo indivisible con la carrera de Barceló, ya que en 2004 expuso allí las ilustraciones que creó para ilustrar La Divina Comedia, convirtiéndose en el primer artista contemporáneo vivo en ver su obra en los muros del Louvre.

"Son mis cosas. La exposición del Louvre que hay ahora con uno de mis cuadros se llama 'Las cosas' y es un buen título porque esto es una exposición de cosas, una tras otra", sintetiza Barceló sobre las naturalezas muertas, que son el tipo de escena más recurrente en estas grisallas.

Nerea González

(c) Agencia EFE