'El Guaraní': Brasil revisa su ópera más famosa para dar voz a los indígenas

São Paulo, 14 feb (EFE).-El Teatro Municipal de São Paulo abrirá este sábado el telón de la temporada con 'El Guaraní', la más famosa ópera brasileña, en una revisión crítica que da voz a sus verdaderos protagonistas: los pueblos indígenas.

A cada choque de platillo, a cada golpe de tambor, dibujos de animales, plantas y personas surgen de una finísima tela para formar una selva. Así arranca esta galardonada y polémica producción, a cuyo ensayo asistió EFE.

“Problemón, esto puede ser un desastre”, fue lo que pensó el reconocido intelectual indígena Aílton Krenak cuando recibió el encargo de darle un nuevo barniz a tan encumbrada ópera, según cuenta en entrevista con EFE.

Escrita en italiano y estrenada en 1870 en La Scala de Milán, antes incluso que en Brasil, 'El Guaraní' escenifica el mito, ya anticuado, del encuentro idílico entre colonizadores y pueblos indígenas como embrión de la nación brasileña.

En la trama, el indígena Peri y la portuguesa Ceci se enamoran y luego vencen todo tipo de obstáculos, desde conspiraciones de un grupo de avariciosos españoles hasta ataques de miembros de un pueblo nativo hostil, que son descritos como “bárbaros”.

Al final, Peri, máximo exponente de la idea del “buen salvaje”, reniega de sus dioses para iniciar una nueva vida junto a su enamorada: “Yo también adoraré al Dios adorado por Cecilia”, exclama.

Krenak cree que el texto es “pobre e infantil”, pero por instrucciones del teatro mantuvo el libreto original y, cómo no, la envolvente música compuesta por Carlos Gomes, considerada un segundo himno en Brasil.

Con esto fuera de la mesa, la relectura de la ópera se da principalmente en la escenografía, con actores indígenas, dibujos del artista amazónico Denilson Baniwa y pancartas con reclamaciones actuales como la demarcación de reservas.

Un Peri auténticamente guaraní

Al inicio de la ópera, Enrique Bravo, el tenor alto y de piel clara que interpreta a Peri, irrumpe en el escenario en un estruendo de música.

En el pasado, era habitual pintar la piel del cantante de rojo. En esta versión, es acompañado por el actor guaraní David Popygua, que hace de doble.

La soprano Laura Pisani, en el papel de Ceci, también es seguida por la actriz indígena Zahỳ Tentehar, quien interpreta a un espíritu de la naturaleza que parece adueñarse cada vez más del alma de la portuguesa.

“Tenemos que incorporar nuestra mirada y decir cómo queremos ser representados. Nuestra imagen no puede quedarse presa en Peri”, afirma a EFE Tentehar, con la cara pintada de jaguar.

En una última vuelta de tuerca del clásico, la escena en que Peri reniega de sus dioses también adquiere un nuevo significado.

Mientras el tenor se postra para ser bautizado, un grupo de indígenas aparece sobre el escenario para realizar un ritual paralelo de “desbautizo” con el que se quiere dar a entender que la conversión no es del todo sincera.

El “desbautizo”, explica Krenak, fue un movimiento del siglo XVI protagonizado por el pueblo tupí que se expandió por Brasil y luego fue violentamente reprimido por la Corona portuguesa.

Antes de bajar el telón, con la orquesta ya en silencio, una hilera de indígenas avanza hacia la platea mientras entonan cánticos tradicionales, una forma de decir que ellos siguen aquí pese a los tejemanejes pasados y futuros del hombre blanco.

La crítica más conservadora ha acusado al Teatro Municipal de desvirtuar un clásico. Recientemente, un columnista cargó contra “el ascenso del identitarismo” en la institución y afirmó que se había cortado un ballet para colocar en su lugar a “un grupo de indígenas gritando”.

"La presencia indígena en el escenario es la manifestación artística más genuina que puede existir", responde Tentehar.

Krenak, por su parte, defiende que “toda obra de arte está abierta a diferentes lecturas” y se toma el entusiasmo del público, con los siete días de funciones con entradas agotadas, como una buena señal.

“Más que preocuparme por la revisión histórica, me importa que las personas salgan felices, cantando”, apunta.

Jon Martín Cullell

(c) Agencia EFE