Guido Balzaretti: el actor de comedias musicales que triunfa en España y va a trabajar para Antonio Banderas
El 31 de julio se despide de Querido Evan y aunque el exitoso musical continuará en la cartelera porteña, Guido Balzaretti tiene otros proyectos en España, en donde protagonizará El fantasma de la ópera con Gerónimo Rauch y producción de Antonio Banderas . Debutó en Calígula, con apenas 16 años y de la mano de Pepito Cibrián y desde entonces hizo decenas de musicales y también cine y televisión. “A veces siento que trabajo las 24 horas”, le confiesa Balzaretti a LA NACION. En 2010 lo convocaron para hacer Los miserables en Madrid y se quedó. “Mi base está en España y puntualmente vengo a hacer algunas cosas que me seducen como es el caso de Querido Evan. Es la primera vez que se hace fuera de Broadway y en otro idioma que no sea inglés. Participé de la adaptación también y cuando la hacía no estaba en los planes ser parte del elenco”, cuenta y suma: “Mis primeros seis años en España vine solamente de visita y después empecé a tener la necesidad de trabajar en la Argentina, me busqué esas oportunidades y se generó esa dinámica compartida entre los dos países”.
Antes de pasar una temporada en Buenos Aires, Balzaretti hizo una gran gira por España con el musical El médico, una adaptación del best seller de Noah Gordon. “Al día siguiente de terminar la gira hice una audición para El fantasma de la ópera y me dieron el personaje de Raúl, que es una punta del triángulo protagónico. La dirección es del italiano Federico Bellone y la producción de Letsgo en conjunto con Antonio Banderas. Estrenamos en octubre, en el Teatro Albeniz de Madrid. Me hace muy feliz porque era la tercera vez que audicionaba para este proyecto en distintos momentos de mi vida: hace 15 años en Buenos Aires pero era muy chico, después me convocaron para hacerlo en Francia pero esa producción se canceló, y esta vez se concreta. Y 15 años después, además, repetimos el triángulo protagónico de Los miserables con Gerónimo Rauch y Talia Del Val. Me voy a sentir en familia” , detalla.
-¿Conociste a Antonio Banderas?
-Conocí a Antonio Banderas en audiciones y es una persona muy cálida, muy apasionado y está haciendo un montón por el género en España. Tiene su propio teatro en Málaga, el Teatro del Soho, y hace muchas producciones de un nivel altísimo. En principio vamos a estar con El fantasma de la ópera hasta abril, pero la intención es que tenga una vida mucho más extensa. La obra es la misma, pero con vestuario y escenografías nuevas para adaptarla a las nuevas tecnologías y los tiempos que corren. Y eso me seduce porque se puede aportar una nueva mirada sobre un clásico de todos los tiempos.
-¿Por qué te fuiste a España?
-Estaba haciendo Sweeney Todd en el Teatro Maipo con Julio Chavez y audicioné para la empresa española Stage Entertainment y fui a Londres para una última audición presencial para hacer Los miserables y quedé para el rol así que en la semana ya me instalé en Madrid. Creí que hacía la obra durante el tiempo que durara y volvía, pero empecé a sentirme muy cómodo y surgieron oportunidades muy buenas. Inclusive me llamaron para hacer Casi normales en Buenos Aires, la primera temporada, y dije que no porque sentía que tenía mucho para dar allá y no me quería volver tan rápido. Después me pude sacar las ganas e hice Casi normales tanto en la Argentina como en España.
-Y así fueron pasando los años...
-Mi vida y mi profesión no están delimitadas sino un poco mezcladas. Siento que trabajo durante 24 horas porque mi vida gira en torno a mi profesión. Pero la realidad es que coincidió con un proceso muy fuerte de España, con un desarrollo de la industria del teatro musical muy marcada. Los miserables pasó a ser un hito y quienes participamos pasamos a tener un lugar relevante en la industria como intérpretes y eso me abrió muchas puertas. Por otra parte, una ciudad más ordenada me hizo sentir mejor; es innegable. Después hay algo del caos porteño que me identifica, tenemos una habilidad de encontrar caminos alternativos frente a ese caos que nos hace interesantes en sociedades más ordenadas. Pero tengo mi lugar en Madrid y en Buenos Aires porque hago muchas giras y necesito sentir que tengo un lugar donde volver a foja cero y ordenarme, sino me sentiría demasiado nómade.
-Entonces podés darte el lujo de venir a trabajar cuando extrañás...
-Sí y además las temporadas casi no se superponen.
-Se te identifica especialmente con el teatro musical, ¿cómo empezó esa historia?
-Mi vínculo con la música fue el primer acercamiento artístico y después se fue dando naturalmente en el género, donde me fui ganando mi lugar y sé que me están esperando y donde me siento valorado. Es como un amor correspondido. También hice cine (Un Dios prohibido) y televisión (Atracción x 4, Patito Feo, Casi Ángeles, Albino), pero es algo más esporádico y lo que más me sostiene y me llena es el teatro musical, es de lo que yo vivo. No se si podría subsistís con cine y tele, aunque me gustaría poder indagar en eso un poco más.
-¿Y cómo fue ese primer contacto con el mundo del arte?
-De mi familia más cercana nadie se dedica al arte, aunque tenía una bisabuela profesora de música y piano, y un tío tatarabuelo, el Vasco Aín, que bailó el tango frente al Papa para que se aceptara como una danza digna ente hombres y mujeres. Pero no tuve referentes artísticos en el día a día. Fue en el colegio, en donde me contacté con la música, cantaba en el coro, tomaba clases de piano y guitarra y un día fui a ver a una amiga en una obra musical y no entendí nada, pero me fascinó el engranaje , la orquesta gigante, el elenco enorme y esa fusión entre el vestuario, las luces, la puesta y la historia. Me enganché, descubrí que tenía cualidades y empecé a formarme. A los 16 años surgió mi primera oportunidad de la mano de Pepito Cibrián y desde entonces me dedico a esto. Siendo tan chico no fue fácil combinar la escuela con ensayos porque vivía en Pilar y tenía que ir a CABA, y pasé de ser un alumno de 9 o 10, a 7.
-Decías que sentís que trabajás las 24 horas, ¿no tenés momentos de ocio?
-El musical demanda tanta energía que todo mi día gira en torno a si tengo función esa noche, si dormí las horas necesarias, si descansé. Es una rutina bastante exigente y no hay margen a hacer muchas otras cosas. El artista del teatro musical es un poco un atleta porque tiene que estar bien físicamente y con la voz al cien por ciento. Yo no fumo, no tomo y no salgo mucho, pero tengo colegas que deben hacer grandes esfuerzos porque sino rendir sobre el escenario es complejo. Tenés que estar impecable. Por otra parte, estoy en un proceso personal de canciones propias y el año pasado empecé a estar del lado de producción también con un proyecto en Barcelona que fue un formato nuevo en el marco de un festival, con Next tu normal inmersivo. Arriba del escenario me siento en mi hábitat, pero estar del otro lado me permitió entender el engranaje desde otra perspectiva, y al ego del artista le hace mucho bien darse cuenta que hay muchas otras áreas trabajando y que sin ellas sería imposible.
-Y este ir y venir, ¿te permitió formar una familia?
-Sí, hace cinco años estamos con Pablo del Campo, que es publicista. Hace unos años él se metió en el universo teatral, es productor y también con él hicimos la adaptación de Querido Evan y hemos adaptado otros proyectos en otras ocasiones. Encontramos una dinámica bastante buena y ambos nos movemos entre España y la Argentina.