Guillermo del Toro, el "santo patrono" que puede mover con un solo tuit a México

El director Guillermo del Toro durante su exposición En casa con mis monstruos en Guadalajara en 2019 (REUTERS/Fernando Carranza).
El director Guillermo del Toro durante su exposición En casa con mis monstruos en Guadalajara en 2019 (REUTERS/Fernando Carranza).

Así como cuando muere un famoso pensamos en Chabelo, cada vez que hay una dificultad, siempre recurrimos, o nos socorre, un mexicano muy particular: Guillermo del Toro.

Guillermo del Toro (el Gordo para sus cuates; Totoro como lo bautizó una de sus actrices) se ha convertido en mecenas de nuevos talentos en el mundo del cine de México en los que reconoce un gran talento, pasión y compromiso especial por contar historias. Por medio de dos becas —una con la Fundación Mary Street Jenkins (la beca Jenkins-Del Toro), y otra otorgada junto con Fundación Cinépolis (Animexico para estudiar la maestría en animación en la escuela francesa Gobelins, l'école de l'image)—, el director busca fomentar el desarrollo del arte cinematográfico mexicano e impulsar a esta industria como un punto de desarrollo cultural, artístico, social y económico.

Es tal su compromiso de que más cineastas mexicanos logren sus sueños que en octubre pasado prometió que la beca que ofrece a través de Animexico seguirá durante los próximos 10 años en honor a su madre Guadalupe Gómez, quien murió en octubre pasado.

Su último compromiso con el cine mexicano ha sido con la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), que tras anunciar la suspensión de la convocatoria para el Ariel —la máxima distinción otorgada a los mejores trabajos cinematográficos mexicanos en el orden artístico, técnico y científico—, se ofreció a cubrir el costo de la estatuilla (creada por el escultor Ignacio Asúnsolo) que se entrega en 25 categorías, esto, como una forma de absorber parte de los gastos y permitir la realización de la 65 edición de la ceremonia.

Según cifras del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), el organismo público descentralizado que impulsa el desarrollo de la actividad cinematográfica nacional, el Estado cubrió el costo de la fabricación de las estatuillas entregadas en las ceremonias del Ariel de 2021 y 2022 con $1,164,293.97 (vía Imcine) y con $1,164,293.97 (vía Cineteca Nacional).

El también productor ha ganado en cinco ocasiones la estatuilla (cuatro por La invención de Cronos en 1993 y uno por El laberinto del fauno en 2007).

Los problemas de la Academia

La llamada Época de Oro del cine mexicano permitió que el país se convirtiera en el centro de las películas comerciales de Latinoamérica y de habla hispana entre 1936 y 1956. Fue a la mitad de ese periodo, después de la producción de 82 películas y gracias a la amplia infraestructura artística y técnica, que la industria se permitió crear la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC).

En 1947 realizó su primera premiación que se celebró consecutivamente hasta 1958 cuando la situación crítica que vivía el cine mexicano coincidió con el fin de la Época de Oro y llevó a la suspensión de la entrega del Ariel. Pasaron 14 años para que la comunidad cinematográfica volviera a reunirse y reconocerse.

Aunque toda industria enfrenta problemas, la presidenta de la AMACC, Leticia Huijara, reconoció en la ceremonia del Ariel 2022 que nuevamente estaban en problemas, y muy grandes. "Hoy, la Academia no cuenta con recursos para poder operar y seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora. Debemos hacer una pausa y explorar caminos alternos para continuar", además de denunciar un brutal recorte a los presupuestos y "la precarización del trabajo son problemas que también tocan al cine", dijo en octubre pasado.

A un mes de esa declaración, la situación de la Academia no ha cambiado y tuvo que tomar la difícil resolución. "Durante los próximos meses, la AMACC estará reorientando sus esfuerzos para reorganizar el trabajo a través de sus distintas comisiones, pero, sobre todo, para reconstituir las finanzas de la organización, buscando darle viabilidad y certeza financiera a las actividades académicas que realiza a lo largo del año y a la entrega del Ariel".

Del Toro, quien fue uno de los primeros en reaccionar, lamentó que los recortes desde el gobierno federal afecten no solo a la Academia, sino también a cualquier expresión cultural en el país.

En su intento de lograr redes de apoyo y conciliar, le tuiteó a Huijara y a Alejandra Frausto, secretaria de Cultura, "cerrar filas (...) a reforzar la cohesión dentro del gremio cinematográfico y a seguir defendiendo, así como fortaleciendo, este y otros espacios de reflexión libre e independiente sobre el cine mexicano" . Ambas partes se dicen dispuestas a hacerlo.

Pero además de la mano tendida del director de El orfanato, el productor teatral Alex Gou también ha ofrecido uno de sus teatros (Gou Producciones es dueño del Centro Cultural Teatro 1y 2, y del Teatro Aldama, ambos en Ciudad de México) para albergar la ceremonia de 2023.

Gracias a la viralidad de la situación, la AMACC también se ha permitido un poco de esperanza. "Estamos trabajando en la creación de un patronato y en el lanzamiento de una vasta campaña de financiamiento vía cuotas y donativos". Ojalá se logre.

"Soy mexicano"

Tras ganar el premio a Mejor director por La forma del agua en los Golden Globes, en una conferencia de prensa posterior, una reportera le preguntó a Del Toro sobre su estilo cinematográfico. "Tú realmente entiendes y tienes una extraordinaria habilidad para mirar en el lado más oscuro de la naturaleza humana, la fantasía y el terror, pero también eres una persona muy alegre y amorosa. ¿Cómo le haces para encontrar ese balance?", a lo que Del Toro contestó: "soy mexicano".

Soy mexicano. Nadie ama más la vida que nosotros en el sentido de que somos muy conscientes de la muerte; así que lo precioso de la vida radica en estar lado a lado con ese único lugar al que todos (...) abordamos con un destino final: la muerte.

El amor por su nacionalidad, sus compatriotas, su país en esa sencilla frase ha convertido a Guillermo del Toro es un ídolo-héroe-santo patrono mexicano. Podríamos decir que así como es sabida su fascinación por los monstruos —con quienes hizo un pacto desde su infancia: ellos lo dejaban ir al baño por las noches y él les pagaría con su amistad vitalicia—, es similar con cualquier mexicano que busca sobresalir a pesar de las dificultades.

En 2019 respondió a un tuit del equipo de la Sociedad Matemática Mexicana (SMM) que solicitaba donaciones para ir a competir a la olimpiada internacional que se llevaría a cabo en Sudáfrica.

Durante una de las tantas crisis que enfrentaron los médicos residentes mexicanos en 2019, también urgió al gobierno federal a atender sus necesidades y el pago de sus sueldos. El tuit del cineasta logró posicionar el tema en la agenda nacional.

Poco después de los sismos de 2017, año en que estrenó La forma del agua en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), donó una función a beneficio de las personas afectadas. También ofreció sus redes sociales para buscar personas desaparecidas y difundir las cosas que en esos momentos hacían falta en los albergues.

Ese mismo año, el director mexicano pagó la biopsia de una fanática, después de que una amiga de ella lo contactó a través de Twitter para pedirle un retuit de apoyo que ayudara a agilizar las donaciones para su tratamiento médico.

En 2020, Del Toro se mostró indignado y pidió justicia por Giovanni López, un joven que murió tras ser detenido en el municipio de Ixtlahuacán, en Jalisco, por no haber usado cubrebocas. "A más de un mes, no hay respuestas, no hay arrestos. No es abuso de autoridad. Es asesinato", escribió en sus redes sociales.

Uno de sus últimos gestos fue cuando se sumó a la petición de ayuda del productor Nicolas Celis, quien denunciaba la sustracción de sus sobrinas hacia Israel.

Sí, quizá Guillermo del Toro no ha podido resolver y responder a todo lo que se le pide —tras la reciente derrota de la Selección Mexicana ante la de Argentina algunos aseguraron que si él fuera director técnico del Tri seguro sí ganaba—, pero su aprobación, retuit o expresión de un tema nos obliga a revisar y poner atención.

Y él lo sabe hacer muy bien.

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