Guillermo Moreno, un “mediático” con reglas propias que pasó de la TV a la conquista de las redes sociales
Las apariciones mediáticas del exsecretario de Comercio Guillermo Moreno nunca pasaron inadvertidas. Lo suyo no ha sido, ni es, el bajo perfil. Enfático a la hora de enarbolar sus principios ideológicos y defender sus gestiones como funcionario público de la era kirchnerista, no se ha privado de sostener encumbradas discusiones, acaloradas peleas que, por momentos, resultaron tan alejadas de la rigurosidad que terminaron convertidas en “pasos de comedia” .
En las últimas horas, Moreno fue noticia: el Tribunal Oral Federal N°2 (TOF2) lo condenó a tres años de prisión condicional y a seis años de inhabilitación para ejercer cargos públicos al considerarlo responsable de la manipulación de los datos del Indec entre 2006 y 2007 , durante la presidencia de Cristina Kirchner.
De este modo, el exfuncionario, que fue encontrado culpable por el delito de abuso de autoridad y el de destrucción e inutilización de artículo públicos, podrá cumplir su pena fuera de prisión porque la sentencia es de ejecución condicional.
Pez en el agua
A los 68 años, Mario Guillermo Moreno -de familia católica y adhesión peronista- entiende que buena parte de su destino político y su pregnancia en los sectores populares depende de su llegada a través de los medios de comunicación tradicionales, pero también desde las redes sociales.
En los últimos años, su presencia en estos espacios se potenció y fue un vehículo para posicionar a su agrupación Principios y Valores y a él mismo.
En la red social Instagram existen varias cuentas que remiten a su figura. En @guillermomoreno2024 el último posteo lo muestra “haciendo bolsa” mientras se anuncia su aparición, esta tarde, a partir de las 15, en el espacio de Pedro Rosemblat -el novio de Lali Espósito- en la plataforma de stream Gelatina. A decir verdad, se trata de un reposteo que Moreno hizo del anuncio de @somosgelatina.
También encuentra estas posibilidades en la TV como uno de los panelistas de Duro de domar, el ciclo conducido por Pablo Duggan en el prime time de C5N. Si la visita de Moreno a los programas siempre deja “tela para cortar” y “marca agenda”, lo cierto es que su rol en el elenco estable de un programa redondea su afición por las resonancias de las cámaras. Esta semana, previo a conocerse la sentencia judicial que lo condenó, se refirió a la causa.
En ese programa, no solo fustiga a sus contrincantes políticos. Este año, mantuvo una acalorada discusión con la periodista Mariana Brey, con quien comparte panel en las noches de C5N.
A Moreno le gusta, le divierte, hacerse notar, pero también es cierto que su “audiencia” necesitaba cierto aggiornamiento. “El público se renueva”, dice una diva legendaria. Algo de razón tiene: será por eso que, el histriónico Moreno, que comenzó su carrera en la gestión pública en el ámbito porteño bajo la administración de Carlos Grosso, no duda en potenciar su presencia en redes sociales, subir videos de tono más jocoso y festivo e ir en busca de los jóvenes .
Un posteo en Instagram lo muestra junto a un menor tocando un instrumento musical y cantando un tema de la “Mona” Jiménez con letra modificada enfocada a lo partidario.
Está claro que Moreno es un hábil jugador mediático . Conoce el paño. Se maneja frente a micrófonos y cámaras con mayor comodidad que muchos profesionales de la comunicación. Si algo hay que reconocerle es fidelidad a su propio estilo y a no temer decir lo que piensa. Tampoco se inhibe ante propuestas menos tradicionales, como aquella vez donde la conductora Viviana Canosa lo entrevistó recostada en un sillón.
En términos mediáticos, el exfuncionario “rinde” . En PH, a cargo de Andy Kusnetzoff, el político se dispuso al juego de la psicología de la mano de Gabriel Rolón, quien le ofreció algunas imágenes para hacer efectivo el test de Rorschach frente a las cámaras de Telefe.
Bajo las luces de los sets televisivos suele esmerilar a quien tiene enfrente a fuerza de su énfasis, la voz levantada y el lenguaje alejado de la Academia . Si lo sientan con alguien que alza ideas contrarias, su zona de confort se potencia.
En no pocas ocasiones, esas discusiones -incluso con personas más cercanas a su pensamiento- estuvieron a punto de llegar a las manos. En el canal digital Extra vivió un momento sumamente violento en una discusión donde su “contrincante” era el exvicegobernador de la provincia de Buenos Aires Gabriel Mariotto, quien se mostró tan “picante” como Moreno.
En el último paro general impulsado por la CGT, Guillermo Moreno volvió a enarbolar su estilo a la hora de debatir cuando se enfrentó al senador Francisco Paoltroni, integrante de las filas de La Libertad Avanza. La conversación subió de tono y ninguna de las partes se ahorró acritud en el segmento de Crónica TV conducido por Diego Moranzoni. Todo terminó de la peor forma: en medio de un griterío, el legislador abandonó el set.
Su propio juego
Guillermo Moreno es, ante todo, un político que busca convencer con su palabra bien cercana al lenguaje de barricada. Pero también es economista, empresario y se ha especializado en el mayoreo de ferretería. Es hincha de Racing Club, acaso la pasión que más dolores de cabeza le trajo.
Cuando evita acalorarse, sus participaciones en los medios pueden contener cierta dosis de humor. Así sucedió cuando conversó con el actor Juan Acosta -adherente al macrismo- en un extinto programa del canal América que conducía Leo Montero los domingos por la tarde.
Guillermo Moreno jamás elude temáticas, razón por la que muchos echan mano a él sabiendo que siempre brindará un titular.
Hace dos días, en el programa Hora de cierre que emite Radio Splendid se refirió a la denuncia de Fabiola Yáñez contra su expareja, el expresidente Alberto Fernández. “¿Estaba embarazada la piba en esa época?”, preguntó al aire Moreno, quien lamentó los hechos y graficó su impacto con un “te desordena la cabeza”.
Guillermo Moreno es un personaje atípico. No se inmola por nadie y busca sacar rédito propio a sus apariciones mediáticas. Un histrión que hace de los medios una piscina de aguas en las que sabe nadar muy bien, aunque eso no implique la adhesión masiva de las audiencias. Como dice aquella máxima de dudosa legitimidad, “Que hablen bien o mal, pero que hablen”.