Gustavo Adolfo Ferrer, la voz de 'En Familia con Chabelo' que le pidió ayuda a la Virgen y tuvo su "milagro"

El locutor tuvo que soportar muchas decepciones antes de encontrar la oportunidad de su vida en Televisa por pura casualidad

Murió Gustavo Adolfo Ferrer Galguera, locutor de radio y voz oficial de 'En familia con Chabelo' (Foto: captura de pantalla)
Murió Gustavo Adolfo Ferrer Galguera, locutor de radio y voz oficial de 'En familia con Chabelo' (Foto: captura de pantalla)

Gustavo Adolfo Ferrer Galguera, el locutor tabasqueño que entre los 70’s y 90's fue la voz oficial de Televisa en Canal 5, el programa En Familia con Chabelo y el noticiero 24 Horas, falleció a los 79 años.

De niño se sintió atraído por la radio debido a que le permitía imaginar lo que escuchaba. Durante la infancia no pensaba en ser locutor sino actor. Tenía inquietud por interpretar y vivir lo que oía en distintos programas. La magia de crear historias que no se veían era una sensación que le despertó la curiosidad por el teatro.

"Nosotros nos criamos en un rancho. Allí escuchábamos, a través de un radio de baterías, a Cri-Cri, al ‘Panzón’ Panseco. Cuando había el sonido de aplausos, mi papá nos decía: 'Son las estrellas que están bajando'. Era mucha emoción. Aprendí escuchando eso", contó al programa Maravillas de Tabasco a mediados de 2023.

Por un breve periodo de tiempo viajó a la capital mexicana para estudiar en la Prepa 4. Su estancia en Ciudad de México alimentó todavía más sus deseos por actuar. Retornó a Tabasco para estudiar teatro clásico y analizar textos de Ruiz de Alarcón y Lope de Vega, lo que repercutió en modificar su acento tabasqueño por uno más allegado a las urbes.

En vísperas de cumplir la mayoría de edad, sus padres le indicaron que era momento de elegir una carrera, así que primero escogió Medicina. Después titubeó porque en realidad le interesaba la carrera militar para seguir los pasos de su papá y le gustaba ese ambiente. Pero no se acopló a la educación castrense. Vino entonces un periodo de confusión e incertidumbre respecto a su porvenir.

A manera de autocastigo por no saber qué hacer de su vida académica y profesional, Ferrer Galguera empezó a trabajar en un taller mecánico de la familia lavando automóviles y camiones de carga. Meses después fue movido a labores administrativas para ayudar con la contabilidad del negocio. Ese movimiento fue decisivo.

Un cliente del papá era un empresario radiofónico en Tabasco. Cuando le llevó unos documentos de sus cuentas le pidió una oportunidad de visitar una cabina y ver cómo se hacían los programas locales. Le concedieron ese permiso. Casi de inmediato se le apareció una posibilidad más grande de crecer pero le iba a costar sufrimiento:

"A los seres humanos nos dan un don, cada quien trae lo suyo. El chiste es encontrar, yo jugué mucho hasta encontrar cuál era mi camino. Volví a las clases de teatro pero estaba intranquilo, algo me faltaba, no sabía qué. Fue hasta que se marchó Manuel López Ochoa a la Ciudad de México y entró a la televisión", rememoró.

Manuel López Ochoa fue uno de los actores más célebres del cine mexicano entre los 60’s y 80’s. Y eran amigos. Para ese instante el actor ya tenía un nombre e invitó a Gustavo Adolfo a vivir con él en la capital con la finalidad de que tocara puertas en locución, que era su pasión descubierta.

Su amigo le precisó que debía llevar tres cosas fundamentales a Ciudad de México: un carro, tres trajes y dinero para resistir. Ferrer Calguera se levantaba temprano para acompañar a López Ochoa a las instalaciones de Telesistema Mexicano con el objetivo de acercarse a productores o ejecutivos y dejar solicitudes.

Fueron meses críticos para Gustavo Adolfo porque nadie le daba posibilidad de probarse. Frustrado, pensó en regresar a Tabasco. López Ochoa lo animó a no hacerlo diciéndole que aguantara, que era cuestión de tiempo para que su paciencia obtuviera recompensa. Le hizo caso. En tanto, su padre enfermó y debió ser operado en el hospital militar capitalino.

Guadalupanos devotos, sus padres le pidieron llevarlos a la Basílica para agradecer a la Virgen de Guadalupe por la cirugía. Allí, desesperado y mortificado por su situación, Gustavo Adolfo le rogó a la guadalupana por un milagro, le suplicó que tuviera piedad de él. Al día siguiente recibió una llamada determinante en su destino: era de la oficina de Emilio Azcárraga Milmo para que se presentara a la brevedad.

"Me voy hecho la raya al Centro para comprarme unos trajes. (Al día siguiente) me puse mi traje, llego puntual y me presento en la oficina. En ese momento estaba peleando ‘el Pulgarcito’ Ramos y todo el mundo pegaba de gritos. Que sale el señor Azcárraga hecho un energúmeno a regañar a todos porque no estaban trabajando. Entonces me preguntó qué hacía yo ahí", dijo sobre su encuentro con ‘El Tigre’.

Le explicó que quería trabajar como locutor. Azcárraga Milmo le pidió que esperara. Minutos después, el propio ‘Tigre’ lo atendió nuevamente para avisarle que debía ponerse a las órdenes de Héctor Cervera, gerente de Canal 5. Gustavo Adolfo asumió ese pasaje como un milagro de la Virgen.

Pero no todo iba a ser tan sencillo. Cervera estipuló que para llegar lejos era necesario hacer méritos, mismos que consistían en cumplir con horarios que iban de las 7 de la mañana a la 1 de la mañana. Ferrer Galguera prácticamente no dormía y no descansaba. Su labor era de asistente y de hacer guardia en los estudios y cabinas del canal. Resistió porque eso le permitió estar cerca de locutores de aquella época, quienes poco a poco fueron enseñándole aspectos de la locución y lo integraron a sus espacios.

"A mí me tocó entrar en la televisión exactamente cuando empezaron a retirarse los grandes que hicieron la televisión, los iniciadores. Estamos hablando de Pedro Ferriz Santacruz… (...) Yo entré ahí. Los locutores me trataban bien, me atendían y me consideraban. Me compartían sus programas. Cuando se iban de vacaciones, me encargaban sus programas".

Esos “encargos” los aprovechó. Luego de haber padecido desesperación, infinidad de rechazos y horarios de explotación, su carrera como locutor inició cuando suplió a los “monstruos sagrados” mientras iban a vacacionar. Su voz no pasó desapercibida para Paco Malgesto, locutor y presentador que lo integró a su staff.

“Un día me dice: 'Nunca vuelvas a menospreciar a nadie'. Esos detalles mínimos los cuidaba. Entonces me invitó a hacer con él su programa en el estudio”, narró acerca del “regaño” que le dio Malgesto como primera lección luego de preguntarle su opinión sobre unos muebles y Gustavo Adolfo respondió que era una lástima que mucha gente no tuviera televisión a color.

A la par, casi a la vez, le tocó hacer una guardia en la madrugada. Le avisaron que Chabelo preparaba el programa piloto de En familia y no había acudido el locutor que solicitaron. Dada la emergencia, Ferrer Galguera acudió al set de grabación, hizo la voz que le pidieron y se fue. Dos semanas después fue notificado de que el programa fue aceptado por Azcárraga Milmo y que él había sido elegido como locutor oficial para trabajar con Chabelo.

A partir de allí labró su historia de 26 años con la empresa. "Amo este medio de comunicación", exclamó sobre la radio, ese universo que tanto le cautivó siendo niño y terminó abrazándolo como adulto en estaciones locales de Tabasco.

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