Da gusto ver a Jennifer Lawrence en una película pequeña de nuevo

Fotograma de 'Causeway', cortesía de Apple TV+
Fotograma de 'Causeway', cortesía de Apple TV+

La Jennifer Lawrence de sus inicios está de regreso y da gusto verla en acción de nuevo. Me refiero a la etapa de su descubrimiento, cuando logró conquistar al público, la crítica y todo Hollywood creando retratos intimistas sin prácticamente experiencia ni entrenamiento artístico alguno. Y después de tomarse un descanso, reflexionar sobre su carrera y dar a luz a su hijo, la actriz vuelve con energía renovada, las ideas claras y una película que nos invita a redescubrir su mejor faceta de nuevo.

Les hablo de Causeway, un drama psicológico que sin pasar por la cartelera de muchos países y tener un breve recorrido por festivales y cines de Estados Unidos, la está colocando en la conversación de los próximos Óscar. Y es que en esta película pequeña, de aires cotidianos pero gran profundidad narrativa, se esconde una interpretación íntima, arrolladora y profunda que nos recuerda a esa actriz que consiguió torbellinos de emociones a través de sus primeros trabajos en Winter’s Bone, El lado bueno de las cosas o La gran estafa americana.

Dirigida por la directora teatral Lila Neugebauer en su debut detrás de las cámaras, Causeway nos invita a observar y empatizar con el trauma, la necesidad urgente de huir del ruido del caos interno para callar el dolor que se lleva por dentro, a través de una soldado que regresa a casa tras sufrir una lesión cerebral traumática en Afganistán. No obstante, su recuperación física y mental va hilada al tormento del pasado, viéndose obligada a regresar al hogar de su infancia, un lugar donde habitan fantasmas dolorosos, negligencia materna y soledad. Y es durante este proceso en el que intenta confundir su recuperación con la urgente necesidad de huir de nuevo a Afganistán, que conoce a un mecánico simpático llamado James (Brian Tyree Henry) que también convive con sus propios fantasmas, creando una relación centrada en la honestidad de quienes comparten el dolor como denominador común de sus existencias.

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Jennifer Lawrence se mete de lleno en el sufrimiento de su personaje a través de una interpretación tan emocional como física. Su personaje se llama Lynsey y sufre una lesión cerebral que la hace padecer problemas de coordinación, mientras el estrés postraumático de su experiencia despiertan ataques de pánico llevando todos sus traumas a la superficie. De esta manera, la actriz nos acerca con brutal honestidad al reflejo de un alma rota, de mirada perdida y por momentos completamente ida.

Entre su interpretación y la química emocional que comparte con Brian Tyree Henry, sumado a una dirección centrada en el trabajo actoral por encima de los rellenos estéticos o superficiales, consiguen crear un retrato plagado de realismo y sin pretensiones. Mientras que Jennifer Lawrence se despoja de la vanidad de estrella volviendo a sus raíces interpretativas, creando momentos de silencio repletos de intención y dejándose engullir por un personaje crudo y de emociones desnudas. Sin dudas se trata de una de sus mejores actuaciones.

Y qué gusto da verla. Porque después de la pomposidad de sus superproducciones y los focos brillantes de Hollywood subiéndola a un pedestal de estrella por encima de sus propios trabajos interpretativos, lo que consigue con esta película es de una crudeza que le permite, en cierto modo, volver a poner los pies en la tierra. Porque durante varios años Jennifer Lawrence parecía absorbida por la vorágine de su industria. O al menos era la sensación que me transmitía viéndola poner a prueba su talento en una película (El lado bueno de las cosas, La gran estafa americana, Madre!) para de repente caer en apuestas comerciales, olvidables y al uso (Serena, X-Men: Apocalipsis, Gorrión rojo). Ella misma confirmó hace poco que no estaba muy equivocada en mi percepción revelando que la vorágine de la industria la hizo sentir que había perdido el control de su vida.Creo que perdí el sentido del control”, dijo en el pasado Festival de Cine de Londres. “Entre el estreno de Los juegos del hambre y ganar el Oscar, me convertí en un producto tan básico que sentí que cada decisión era una gran decisión grupal”. Incluso admitía que hasta le costaba pensar con claridad en toda esta etapa de éxito. “Cuando reflexiono ahora, no puedo pensar en los años siguientes porque solo recuerdo solo una pérdida de control”.

Jennifer Lawrence llega para el estreno europeo de Causeway durante el BFI London Film Festival 2022 en el Royal Festival Hall, Southbank Centre, Londres. Fecha de la foto: jueves 6 de octubre de 2022. (Foto de Yui Mok/PA Images vía Getty Images)
Jennifer Lawrence llega para el estreno europeo de Causeway durante el BFI London Film Festival 2022 en el Royal Festival Hall, Southbank Centre, Londres. Fecha de la foto: jueves 6 de octubre de 2022. (Foto de Yui Mok/PA Images vía Getty Images)

Y es que desde que obtuviera su primera nominación al Óscar por una película íntima y pequeña como Winter’s Bone (2010), Hollywood la arropó como un diamante en bruto al que había que pulir y hacer brillar con prisas y corriendo. A nivel comercial, la chica daba el pego. No solo era buena actriz -a pesar de jamás haber tomado clases de actuación- sino que tenía una belleza y simpatía singular que la convertían en la cara perfecta del marketing y promoción de películas. Y ella se dejó llevar. Corría el año 2010 y su carrera se disparó. En pocos años lideraba su propia saga (Los juegos del hambre), era la nueva Mystique de X-Men, se convertía en la nueva musa de directores aclamados como David O. Russell y Darren Aronofsky y se coronaba como la actriz mejor pagada con unas ganancias de $46 millones en 2016. Apenas seis años después de abrir la puerta al estrellato. Sin embargo, creo que su ascenso fugaz terminó desviando su talento hacia otros derroteros.

Porque, en cierta manera, aquella actriz de talento crudo que lograba sacudir emociones de repente se transformó en un producto a merced de la corriente impuesta por Hollywood. Me explico: Jennifer Lawrence saltó al estrellato gracias a interpretar a una adolescente a cargo del futuro familiar con total crudeza emocional en Winter’s Bone, luego ganó el Óscar y nos conquistó más todavía ganando la estatuilla dorada al dar vida a una mujer que lidiaba con su propia salud mental y el duelo en El lado bueno de las cosas. Y mientras Los juegos del hambre disparaba su caché como producto de taquilla, ella iba consiguiendo abrirse puertas desde las dos facetas del negocio. Y lo volvía a hacer provocando terremotos de pasión convulsa en La gran estafa americana. Sin embargo, el estrellato invitó la llegada de cintas convencionales, sin la misma crudeza o desnudez creativa, como fueron Joy, X-Men, Passengers o Gorrión rojo y, en cierto modo, ese talento para conducirnos por el dolor de personajes intensos quedó enterrado bajo los brillos de la pomposidad hollywoodense. Incluso sucedió con Madre!, una película no convencional llamada a despertar debate, donde ella contagiaba la confusión constante de su personaje y su propia experiencia en el rodaje, pero cuya interpretación terminó opacada por las malas críticas hacia la cinta y la ambición desbocada de la propia producción.

Después de tomarse un descanso de un par de años entre 2018 y 2020, Lawrence desempolvó de nuevo su talento en No mires arriba. Sin embargo, se trataba de una película que no terminaba de perder los aires comerciales. Pero entonces se adentró en Causeway, una cinta que ella misma produce por primera vez a través de su compañía Excellent Cadaver, una empresa que fundó para tener cierto control sobre las historias en las que participa y, a su manera, controlar la narrativa. Y viendo Causeway notamos enseguida su renacer artístico con una intención renovada que la acerca más a la Jennifer Lawrence de sus inicios, que a la estrella de blockbusteres previsibles o de producciones que pueden pagarle salarios estratosféricos.

Jennifer Lawrence queda al descubierto por completo en una película tan pequeña como Causeway,. Porque lejos de la grandeza de las superproducciones y los adornos superficiales de los blockbusteres, su intento por ahondar en las profundidades emocionales de su personaje toman el protagonismo, dándole una plataforma donde entregarse por completo. Y que esa entrega brille con naturalidad y por sí sola.

Causeway está disponible en Apple TV+.

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