Hermafrodita, inquietante propuesta por fuera de toda norma

Carlos Casella y Mayra Bonard, compañeros de la época de El Descueve, actualmente presentan "Hermafrodita" en el Cultural San Martín
Carlos Casella y Mayra Bonard, compañeros de la época de El Descueve, actualmente presentan "Hermafrodita" en el Cultural San Martín

Autor: Alfredo Arias. Intérpretes y coreografía: Mayra Bonard y Carlos Casella. Luces: Matías Sendón. Concepto sonoro: Diego Vainer. Artes visuales: Nicola Costantino. Asistencia de dirección: Luciana Milione y Maxi Muti. Producción ejecutiva: Milione y Marlene Nordlinger. Dirección: Alfredo Arias, Mayra Bonard y Carlos Casella. Teatro: Cultural San Martín. Funciones: de viernes a domingos. Nuestra opinión: Muy buena.

Los bailarines y coreógrafos Mayra Bonard y Carlos Casella tienen una larga vida creativa transitada en conjunto desde tiempos de El Descueve, grupo de danza contemporánea. Aquella historia tuvo su kilómetro cero en 1990.

Hay otra historia muy anterior a la de estos creadores, tan miméticos como empáticos en sus búsquedas artísticas: un tal Ambroise Tardieu, un especialista de la medicina legal, publicó en 1874 las memorias de un pseudo-hermafrodita llamado, en primera instancia, Herculine Adelaide Barbin. En esas páginas, que contaron con un prefacio de Michel Foucault, relata las emociones y desconciertos a medida que va descubriendo su particular sexualidad. A los 21 años, Herculine es rebautizada como Abel. De todos modos, sus angustias no se modifican.

 Mayra Bonard y Carlos Casella en Hermafrodita, obra basada en las memorias del hermafrodita francés del siglo XVIII Herculine Barbin dite Alexine B., memorias editadas con un prefacio de Michel Foucault.
Mayra Bonard y Carlos Casella en Hermafrodita, obra basada en las memorias del hermafrodita francés del siglo XVIII Herculine Barbin dite Alexine B., memorias editadas con un prefacio de Michel Foucault. - Créditos: @ Leandro Allochis

En escena, Hermafrodita presenta a Mayra Bonard y a Carlos Casella como dos conferencistas. O, tal vez, como a uno solo. O, siguiendo posibles derivas, por momentos aparece una tercera persona que aborda este caso perturbador en el que lo confesional se articula con los elementos teóricos y datos clínicos. Todo sucede en medio de una delicada puesta (como todas las que llevan la firma de Alfredo Arias), en la que se articula lo performático con elementos plásticos (proyecciones de Nicola Constantino, que a veces quedan muy en segundo plano), el inquietante mapa sonoro elaborado por Diego Vainer y una ajustada coreografía en la que estos dos intérpretes son uno, que son dos. En ese mapa van de un simple movimiento de manos y brazos a posturas que podrían formar parte de una secuencia porno soft sin llegar a lo deliberadamente erótico. En ese aspecto, la delicadeza del trabajo es exquisita.

En verdad, Hermafrodita tiene mucho de tratado escénico sobre la transexualidad y la intersexualidad sin juzgarla. El texto que van diciendo los dos conferencias se proyecta en francés sobre un telón blanco (un tanto deslucido), en el fondo del escenario, como en un deliberado efecto de distanciamiento. Pero también son Herculine/Abel, quien alguna vez decidió hablar “de cosas que para muchos no serán más que absurdos increíbles; porque sobrepasan, en efecto, los límites de lo posible”.