Hernia discal: apunta los síntomas que pueden indicar que la padeces
Partimos de un dato: más del 80% de las personas van a tener problemas de espalda en algún momento de su vida. Y la hernia discal es uno de los diagnósticos más comunes en pacientes que sufren este tipo de dolor, y es motivo de preocupación para la población por lo limitante que puede resultar. Padecer de una hernia discal puede llegar a afectar considerablemente la vida del paciente, por lo que los expertos como el Dr. Carlos Morales Portillo, responsable de la Unidad del Dolor Avanzada del Hospital Santa Elena de Málaga y miembro de Top Doctors, se centran en desarrollar nuevos avances en sus tratamientos para que el paciente pueda recuperar su actividad con las mínimas limitaciones. Hemos hablado con el especialista para que responda a nuestras principales dudas sobre este problema de salud que hoy en día afecta a tantas personas.
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¿Qué es y por qué se produce una hernia discal?
La hernia discal es una rotura del disco intervertebral, la almohadilla que une vértebra con vértebra a nivel cervical, dorsal y lumbar. El disco intervertebral está compuesto por un núcleo pulposo y un anillo fibroso que lo rodea. El anillo fibroso es de una consistencia dura, mientras que el núcleo pulposo es blando y gelatinoso. Cuando hay una rotura del anillo fibroso o se presenta alguna inconsistencia, ocurre la hernia (desplazamiento) del contenido del núcleo de la hernia por fuera del disco intervertebral.
La hernia se produce, por tanto, cuando el núcleo pulposo se ha desplazado fuera de los límites del disco. Este desplazamiento anómalo es el causante de una serie de síntomas de comprensión y de inflamación por el contacto de las raíces nerviosas con las sustancias presentes en la sustancia gelatinosa del disco.
¿Hay personas con más posibilidades de padecer este problema? ¿Hay factores que favorecen su aparición?
Este problema de salud es más común en varones de 35 a 50 años. En la mayoría de casos, se trata de un proceso degenerativo, por lo tanto, sin causa atribuible. Las hernias discales rara vez tienen una causa traumática u ocupacional, aunque son más frecuentes en personas con trabajos físicos de carga o con maquinaria pesada.
Entre los factores de riesgo médicos que hacen más probables su aparición se encuentra la obesidad, el sedentarismo y el tabaquismo. También se ha observado un mayor riesgo de padecer hernia discal en deportistas o en jóvenes que realizan deportes de levantamiento de pesas, o con alto impacto físico, como el rugby.
¿Es un problema de salud que se puede prevenir?
Las hernias lumbares son las más frecuentes, con diferencia. Para prevenir este problema de salud, se debe considerar las posiciones que la cara la carga a nivel del disco intervertebral. Estando sentados, por ejemplo, el peso que tienen que soportar los discos en la espalda aumenta un 40% respecto al que tiene que soportar si estamos de pie, aunque nos sentemos erguidos. Al sentarse inclinado hacia delante, la situación empeora todavía más, porque el peso relativo por cada disco aumenta un 90%. Posturas como ésta en acciones cotidianas del día a día pueden dañar de manera progresiva el disco y acelerar la posible aparición de una hernia.
Por tanto, es importante tener una correcta higiene postural al estar sentados o al agacharse. También es recomendable cambiar de postura de vez en cuando y hacer estiramientos cada cierto tiempo, además de fortalecer la zona lumbar de manera progresiva, evitando los ejercicios extremos que puedan sobrecargar la espalda, y evitar coger peso en posturas que puedan lastimar el disco en las situaciones cotidianas del día a día.
Controlar una buena alimentación, evitar el sobrepeso, el sedentarismo, y el tabaquismo también contribuyen a prevenir este problema de salud.
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¿Cómo se manifiesta, cuáles son sus síntomas?
La hernia discal se manifiesta casi siempre con un dolor radicular en forma de calambre en los brazos (cervico-braquialgia) o en las piernas (lumbo-ciatalgia). Más rara vez, pueden producir pérdida de función motora (fuerza), de los reflejos o de la sensibilidad en los miembros.
Estos síntomas se producen, por lo general, por neuroinflamación de la raíz adyacente a la hernia discal, a consecuencia del contacto con la sustancia gelatinosa del núcleo del disco. En la inmensa mayoría de casos predomina más el dolor producido por la inflamación, que la pérdida de fuerza en el miembro producido por la compresión directa de la hernia.
El dolor, aunque puede ser realmente invalidante, no es un signo de alarma. Solo la existencia de síntomas neurológicos como la pérdida de control de esfínteres, o la debilidad llamativa en el miembro hacen pensar en que exista una compresión radicular severa que requiera cirugía urgente.
¿Es sencillo llegar al diagnóstico de este problema de salud?
Como hemos comentado, la ciática es el síntoma más común, y fácil de reconocer. Se trata de un dolor en forma de calambre o descarga, que se origina en la parte baja de la espalda o el glúteo, y que recorre la parte posterior de la pierna hasta el gemelo o el tobillo. Puede acompañarse de sensación de quemazón, u hormigueo en la zona.
La resonancia magnética es la prueba más recomendable para confirmar el diagnóstico de este problema. Se ha comprobado que 9 de cada 10 pacientes que sufren un episodio agudo de ciática tiene una hernia discal u otra lesión discal (fisura, protrusión, edema…) al momento de realizarse una resonancia magnética.
No obstante, la mera presencia de una lesión discal no justifica el diagnóstico si no concuerda con el dolor del paciente, pues a veces esta enfermedad degenerativa de los discos cursa de forma asintomática, y puede ser un hallazgo casual en la prueba de imagen.
¿Cuáles son las posibles complicaciones con las que podemos encontrarnos?
Ante el diagnóstico de una hernia discal es normal que el paciente muestre preocupación por temor a que el dolor no remita, que no pueda volver a hacer deporte o trabajar, o por tener que someterse a una cirugía. Tenemos que dar apoyo a estos pacientes y tranquilizarlos, porque se ha comprobado que el riesgo potencial de una lesión nerviosa irreversible ocurre en menos del 2% de los casos de hernia discal.
Si bien es cierto que el dolor secundario a una hernia discal suele responder en la mayoría de casos con la medicación oral, el tratamiento oral no siempre consigue un resultado completo. La cirugía tampoco garantiza que el dolor desaparezca, pues la propia fibrosis de la zona quirúrgica puede producir inflamación y dolor de igual o mayor intensidad al original tras la cirugía.
Es importante por tanto vigilar estrechamente la evolución de un episodio de ciática por hernia discal, porque si bien el tamaño de la hernia suele disminuir con el tiempo, se observa que uno de cada cinco pacientes con este diagnóstico puede desarrollar dolor crónico, por persistir sus síntomas o hacerse recurrentes. Esta es la complicación más temida por las repercusiones sociales, laborales y en calidad de vida que tienen para el paciente.
En las unidades del dolor nos enfocamos en que el paciente recupere su actividad normal con el menor grado de dolor posible, y en el mínimo periodo de tiempo, y de esa forma prevenir que el paciente empeore o acabe necesitando una cirugía o medicación de por vida.
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¿Cuáles son los tratamientos más eficaces que tenemos a nuestro alcance para abordar este problema?
-Dentro de los tratamientos disponibles en caso de hernia discal, empezaremos hablando de las infiltraciones epidurales, que ayudan a reducir la necesidad de medicación y a controlar el dolor radicular de forma rápida, y de este modo también a evitar la necesidad de que el paciente necesite encamamiento o reposo absoluto a causa del dolor, que resulta contraproducente por el riesgo de atrofia muscular.
-A veces es preferible realizar un bloqueo epidural selectivo a nivel de una raíz nerviosa concreta, y/o combinarlo con una radiofrecuencia pulsada, un tipo de corriente eléctrica neuromoduladora que controla el dolor por más tiempo que un bloqueo normal. Aunque los bloqueos epidurales o la radiofrecuencia no “curan” la hernia, sí que se ha comprobado que ayudan en la mayoría de casos a controlar el dolor el tiempo suficiente para acortar el periodo de recuperación, ayudando de esta forma a que estas lesiones tengan un mejor pronóstico.
-Cuando el diagnóstico de hernia está confirmado por resonancia, y se descarta la existencia de signos de alarma que hagan pensar en la necesidad de cirugía urgente, las técnicas más eficaces de las que disponemos actualmente son las que actúan selectivamente a nivel de la hernia. Hablamos de técnicas percutáneas como la discolisis con ozono o con láser, en las que a través de una aguja guiada por rayos X o TAC, accedemos directamente en el interior de la hernia y aplicamos el tratamiento más adecuado en cada caso para ayudar a “disolver” el contenido de la hernia y controlar el dolor y la inflamación local que produce la lesión que estamos tratando. Este tipo de intervenciones se realizan en una sola sesión, de forma ambulatoria, con anestesia local y sedación, y tienen muy poco riesgo de complicaciones, además de una recuperación muy rápida, que en algunos casos puede ser de pocos días.
-Como último recurso tendríamos cirugías como la discectomía endoscópica, la microdiscectomía o la artrodesis vertebral. Cada vez menos pacientes con hernia discal acaban necesitando cirugía. Se estima que hoy en día menos del 2-5% de las hernias discales se operan, en parte porque los cirujanos y los pacientes son conscientes de los posibles riesgos, como el de lesión de una raíz nerviosa o el de fibrosis posterior a la cirugía.
-El empleo de nuevas técnicas percutáneas intradiscales ha demostrado ser eficaz en la mayoría de los pacientes, con un riesgo mínimo de complicaciones, por lo que se consideran de primera elección en el tratamiento de los pacientes que sufren una hernia discal. Estas técnicas no buscan únicamente paliar el dolor, si no que pueden tratar de forma específica la lesión para que el paciente pueda recuperar su actividad previa en el mínimo tiempo posible.