Hilary Clinton fue capaz de perdonar una infidelidad, pero nadie dijo que fuera sencillo

Bill y Hilary Clinton tras la infidelidad. (JOYCE NALTCHAYAN/AFP/Getty Images)
Bill y Hilary Clinton tras la infidelidad. (JOYCE NALTCHAYAN/AFP/Getty Images)

La excandidata a ocupar la presidencia de Estados Unidos, Hilary Clinton, se encuentra en plena promoción de su última publicación, ‘El libro de las mujeres valientes’. La pregunta cuando visitó el plató del show televisivo, Good Morning America, del canal ABC, fue obvia: “¿Qué es lo más valiente que has hecho en tu vida?”, cuestionó la presentadora. A lo que ella contestó: “Personalmente, tomar la decisión de permanecer en mi matrimonio”.

El mero hecho de realizar esa afirmación sin necesidad de dar más explicaciones es en sí un acto de valentía. Poco hay que explicar cuando el mundo entero se enteró en 1998 de que su marido, el por entonces presidente de EEUU, Bill Clinton, había mantenido relaciones sexuales con una becaria de la Casa Blanca entre 1995-1997. La infidelidad se sirvió por fascículos y la audiencia los devoró a través de la radio, del papel, de la televisión y de un nuevo medio que nació para quedarse: internet.

Las infidelidades atraviesan los corazones de los que las padecen y brinda dos opciones predominantes: optar por hacer caso al instinto nacido de la frustración o, por el contrario, escuchar a esa ínfima parte de la razón que prefiere dar otra oportunidad. A esta disyuntiva se le une un componente que ahonda en la herida, que es la imposibilidad de permanecer en el anonimato. Hilary Clinton prefirió aferrarse a su matrimonio, y el por qué lo hizo se convirtió en vox populi ante la incomprensión de aquellas personas que opinan porque sí.

Es como cuando le preguntaron a Olivia Harrison, la segunda mujer del componente de los Beatles, George Harrison, archiconocido mujeriego, cuál fue el secreto de que su matrimonio fuera tan longevo - permanecieron juntos desde 1978 hasta el fallecimiento del músico en 2001: “No haberme divorciado”, aseguró.

Ser una figura pública en EEUU implica que se opine de ella hasta en las peluquerías de Kiev, y esos juicios de valor reverberan de manera automática en los cinco continentes. “¿Por qué sigue con él?”, es uno de los clásicos. Eso de discutir sobre las vidas de los demás es deporte nacional en muchas culturas, aunque no se sepa el contexto completo de la situación. La crítica es por asociación, es decir, “a mí me sentaría mal que me fueran infiel, por lo tanto, considero que a Hilary o a Olivia también les debería haber sentado mal”. Lógico, si no fuera porque cada persona tiene sus sentimientos y su contexto.

Un estudio realizado por Austin Institute reveló que un 37 por ciento de los divorcios en EEUU son causados por infidelidades. Sin embargo, para la terapeuta familiar, Amanda D. Mahoney, hay otra manera de abordar estas situaciones: no centrarse en la infidelidad en sí, sino en las causas de la misma. En su opinión, Clinton perdonó a su marido porque forma parte de ese grupo.

“Esas personas tienen una inclinación a procesar los potenciales síntomas que han contribuido a la infidelidad en lugar de a concentrarse en el acto en sí”, explicó. Aunque ‘el acto en sí’ haya acabado con la carrera política de su esposo y el mundo entero se esté mofando de él, de la becaria e incluso de la víctima por perdonarle.

George y Olivia Harrison junto al hijo de ambos en 1988 (Foto: GARCIA/Gamma-Rapho via Getty Images)
George y Olivia Harrison junto al hijo de ambos en 1988 (Foto: GARCIA/Gamma-Rapho via Getty Images)

Según un estudio realizado para la Universidad de Phoenix, Arizona, por el profesor, Brian Ward Clemmons, existen tres tipos de infidelidades: las que suceden en una noche aislada, la infidelidad emocional y la continuada.

“Las mujeres solamente tienen deseo de venganza en el tercer caso”, describió en el abstracto de su estudio.

Otro análisis elaborado por Marcia Kimeldorf para la Universidad de Miami, concluyó que el sentimiento maternal de las mujeres hace que la infidelidad emocional, es decir el que su pareja se enamore de otra persona y prefiera formar una familia con ella, provoca una respuesta de celos que pueden llegar a ser extremos. Mucho más que las otras infidelidades.

Según los especialistas, las razones más típicas por las que una persona perdona las infidelidades de su pareja son la presencia de hijos en el matrimonio, el miedo a la soledad, el confort, la dependencia o el amor incondicional. Para Clinton, ésta última fue la razón predominante.

“Hubo muchas veces en las que estuve profundamente indecisa sobre si nuestro matrimonio debería sobrevivir o no”, escribió en su libro, ‘¿What Happened?’ (¿Qué sucedió?), publicado en 2017 a raíz de perder las elecciones ante Donald Trump un año antes. “Pero durante esos días me hice la pregunta que realmente más me importaba: ¿Le quiero todavía? ¿Puedo permanecer en este matrimonio sin convertirme en una persona irreconocible para mí misma por la rabia, el resentimiento o la lejanía? Las respuestas siempre fueron que sí. Así que continué con él”, afirmó en un pasaje.

La valentía de la que habló Clinton es doble por permanecer junto a su marido a pesar de sus acciones, por un lado, y por contarlo abiertamente aunque no sea de la incumbencia de nadie excepto de ella y de su familia, por el otro. Eso sí, una valentía con retorno, precisamente porque su vida interesa lo suficiente como para vender libros y que la gente los compre.