Historia de un beso que nunca fue perfecto

Decenas de parejas rememoran el beso en Times Square en el 70 aniversario. (Getty Images).
Decenas de parejas rememoran el beso en Times Square en el 70 aniversario. (Getty Images).

Qué fotografía más bonita. ¿Verdad? Lo tiene todo, por eso fue portada de la revista ‘Life’ en agosto de 1945.

Fue tomada el 14 de aquel mes en una jornada que pasó a la Historia como ‘V-J Day’, es decir, el día en que el Imperio de Japón anunció su rendición y con ella el fin de la Segunda Guerra Mundial. El presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, dio la noticia y la gente salió a celebrar a Times Square. Un marco emblemático para una imagen inolvidable.

También lo hicieron un marinero uniformado en tierra que ya no tenía que regresar al Pacífico y una asistente de dentista, también de uniforme, que aprovechó el descanso del almuerzo para unirse a las celebraciones. Dos modelos perfectos cuyo beso, look, color de ropa, pose y contexto hubieran sido el retrato soñado de cualquier fotoperiodista.

George Mendonsa y <span>Greta Zimmer Friedman. (Getty Images)</span>
George Mendonsa y Greta Zimmer Friedman. (Getty Images)

Pero llamemos a las cosas, y a las personas, por su nombre. George Mendonsa, fallecido hace pocos días, estaba exultante aquella mañana. También un poquito desinhibido tras haber tomado algunos tragos. El autor de la foto, Alfred Eisenstaedt, percibió cómo Mendonsa corría tras dejar a su novia detrás por la calle 45 besando a toda mujer que se le cruzaba por el camino ya fuera joven, mayor, anciana, más o menos atractiva… lo que fuera. Enfocó el objetivo de su cámara Leica en una joven enfermera con uniforme blanco, deseando que Mendonsa la eligiera a ella también. Así fue y el instante quedó inmortalizado para la eternidad.

Fue una portada icónica que dio la vuelta al mundo. Fue motivo de orgullo para un marinero que no dudó en enmarcar la instantánea a doble página. Incluso se erigió una estatua en Times Square para recordar que hubo una guerra que llegó a su fin para EEUU un 14 de agosto y que un marinero besó a una extraña para celebrarlo. Romanticismo puro.

El día después del fallecimiento de Mendonsa y mientras medios de comunicación de todo el mundo rememoraban la fotografía, la pierna de la estatua de la joven besada apareció con una pintada roja en la que se leía: #MeToo.

Qué foto más bonita. ¿Verdad? Lo tiene todo, hasta un beso robado a Greta Zimmer Friedman, una joven austriaca-americana que tiene su propia versión de los hechos, un punto de vista que quedó silenciado durante 67 años, hasta que en 2012 fue entrevistada en CBS News.

“Sentí que él era muy fornido, me agarró muy fuerte. No sé como me siento con el beso porque se trató de alguien que estaba celebrando. Pero no fue un evento romántico. Fue simplemente una situación en la que él dio gracias a Dios porque la guerra se había terminado. No le vi venir y antes de darme cuenta ya estaba sujeta como por una pinza”, afirmó Friedman. “No fue mi elección ser besada, él vino y me agarró”, agregó en otra entrevista con Library of Congress.

Quizás por la cantidad de chicas a las que Mendonsa besó aquel 14 de agosto, o quizás por el deseo de alcanzar la fama, fueron muchísimas las mujeres que afirmaron ser la joven de la fotografía. Por eso en la revista ‘Life’ no le prestaron toda la atención necesaria a Friedman cuando envió pruebas de que ella era la del beso. En la publicación tardaron alrededor de 20 años (desde los años sesenta hasta los ochenta) en comprobar la veracidad de su identidad.

George Mendonsa sujeta la fotografía en la que aparece junto a Greta Zimmer Friedman. (Getty Images)
George Mendonsa sujeta la fotografía en la que aparece junto a Greta Zimmer Friedman. (Getty Images)

El orgullo generalizado de la instantánea nunca tuvo en cuenta la diferencia entre forzado y consensuado, simplemente se percibió como un acto de alegría mutua que jamás fue cuestionado.

Hasta ahora, porque los tiempos han cambiado; y los filtros y la paciencia. Por eso impacta el que durante tantos años se haya obviado que hubo una persona que besó y otra que no se sintió cómoda. Y no es cuestión de juzgar al marinero por un acto de júbilo, es más el mal endémico de una sociedad que no supo escuchar.

Ambos protagonistas mantuvieron el contacto a través de felicitaciones navideñas, según Washington Post. En 1980, cuando se confirmó que Friedman era la chica de la imagen, otro fotógrafo de ‘Life’ quiso reunirlos en el mismo emplazamiento. Ella acudió, aunque se negó a representar un beso que nunca fue perfecto.

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