Historias reales de citas en la era del COVID-19

Tener citas ha implicado un cálculo mental similar al que se aplica a otras interacciones sociales en la era del COVID-19, pero los ligues han sido vistos con un escrutinio particular. (Ilustración fotográfica de Leonard Suryajaya/The New York Times)
Tener citas ha implicado un cálculo mental similar al que se aplica a otras interacciones sociales en la era del COVID-19, pero los ligues han sido vistos con un escrutinio particular. (Ilustración fotográfica de Leonard Suryajaya/The New York Times)

A Alison Stevenson le tomó ocho meses encontrar a un amigo con derechos durante la pandemia.

Primero, tuvo una intensa y breve relación por mensajes de texto que terminó cuando el hombre al otro lado de la línea le dijo que iba a regresar con su ex. Luego tuvo dos decepcionantes citas al aire libre, incluyendo una con un tipo que se burló de ella por pedirle que no se quitara el cubrebocas.

“Necesitaba una ‘amistad situacional’”, dijo Stevenson, una comediante y escritora de 31 años de Los Ángeles. “Una persona en la que pudiera confiar y saber que podía pasar el rato una vez a la semana”.

El chico con el que conectó en noviembre encajaba con sus requisitos. Ya se conocían, mantuvo una buena conversación y aceptó sus condiciones de seguridad: una prueba reciente negativa de coronavirus, mascarillas en sus primeras dos citas, y exclusividad.

Todo iba bien hasta que Stevenson le pidió que definiera la relación (“dijo que yo era ‘conveniente’”). Ahora Stevenson está otra vez empezando desde cero, aunque no tiene planeado saltar al mundo de las citas en el corto plazo. “Tuve mi mes, me divertí, me acariciaron un poco”, dijo. “Puedo estar sola durante el tiempo que le tome a la vacuna estar lista”.

Si estás en una relación (o no has salido mucho desde marzo), puede ser una novedad saber que las personas se están reuniendo, abrazando, besando y teniendo relaciones sexuales con nuevas parejas, a menudo sopesando sus necesidades emocionales y físicas con sus preocupaciones de seguridad. Algunos han seguido adelante silenciosamente con sus vidas privadas, por temor a que algunos en sus círculos sociales —en especial las parejas— juzguen sus decisiones. Otros han sido más conspicuos: en noviembre, las autoridades de Nueva York disolvieron una fiesta de 80 personas en un club sexual en Queens.

Ese mismo mes, una convención de intercambio de parejas en Nueva Orleans llevó a 41 personas a dar positivo por coronavirus.

Tener citas ha implicado un cálculo mental similar al que se aplica a otras interacciones sociales en la era del COVID-19: ¿Me sentiré seguro? ¿Cuál es la probabilidad de infección? ¿A cuántas personas podría perjudicar esto? Sin embargo, los ligues han sido vistos con un escrutinio particular.

“Incluso antes de la pandemia ya había mucho estigma en torno a la sexualidad y el sexo en general; con la pandemia, existe una capa adicional de expectativas y juicio”, dijo Oni Blackstock , la ex comisionada adjunta de la Oficina de Prevención y Control del VIH del Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York, quien supervisó el desarrollo de los ya célebres lineamientos “Safer Sex and COVID-19” (esos que te dijeron “tú eres tu pareja sexual más segura”).

“Ha sido una situación muy polarizante”, dijo Blackstock. “Algunas personas están en un extremo, proponiendo quedarse confinados y minimizar el contacto con otras personas, mientras otras están viajando a todos lados como si no estuviera pasando nada”. Pero si bien estos dos bandos hacen ver como si las decisiones en torno a la salud sexual fueran binarias, “hay cosas que puedes hacer dentro del espectro para minimizar los riesgos”.

Eso podría significar establecer límites y condiciones desde el principio, como pruebas regulares (teniendo en cuenta que las pruebas pueden mostrar falsos negativos, especialmente si la cantidad de virus en el cuerpo es demasiado pequeña para ser detectada, y que quien sea que se esté realizando la prueba podría estar infectado mientras espera los resultados), cumplir con una cuarentena antes de reunirse y apegarse a una sola pareja.

Mientras negocian estas condiciones, las personas se están dando cuenta de que la clave para tener citas hoy es la misma de siempre: confianza.

Transitando la soltería

Reunirse con cualquiera en persona aumenta el riesgo de contraer el coronavirus, pero si deseas tener citas, los lineamientos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades son claros: quédate en casa si estás enfermo, utiliza un cubrebocas en público, mantén al menos dos metros de distancia con las demás personas, y lávate las manos después. Debido a la circulación del aire, pasar el tiempo al aire libre es mejor que en espacios cerrados.

Para muchas personas solteras, las reuniones han valido el riesgo. “Me han quitado todo lo que disfruto hacer”, dijo Emmy Nicholson, una publicista de 26 años de Brooklyn. “Pero hay una cosa que no pueden quitar, y es tener sexo”.

Tras pasar la primavera con su familia en Colorado, Nicholson regresó a Nueva York y reavivó una antigua relación. Se apagó rápidamente. “Me di cuenta de que me contaba que había estado en una fiesta”, dijo Nicholson. “Pensé: ‘Hay personas con las que puedo salir que se están tomando esto más en serio’”.

En agosto conoció a un chico, tomaron unos tragos al aire libre y luego fueron al apartamento de él. “¿Dónde más podíamos ir?”, dijo Nicholson.

Empezaron a verse una vez por semana. Un par de meses después, Nicholson le preguntó si se estaba acostando con otras personas. “Solo quiero estar a salvo”, dijo. “Quiero tener una cosa menos de la que preocuparme”. Ahora tienen una relación física exclusiva.

Anna, quien tiene 29 años y pidió ser identificada por su segundo nombre para proteger su trabajo de alto perfil en Washington D. C., dijo que la pandemia la ha hecho sentir presionada. “A mi edad, si la gente ya no está casada, están empezando a tomarse en serio cosas como el matrimonio y tener hijos”, dijo. “Para las personas que están juntas, sus plazos se están acelerando porque la pandemia los está obligando a tomar decisiones. En cambio, las personas solteras no van a poder recuperar ese año de sus vidas”.

En agosto viajó a Chicago para conocer a un hombre con el que había estado enviándose mensajes de texto y hablando por FaceTime durante un mes. “Necesitas el encuentro físico”, dijo. “Ni siquiera me refiero a sexo. Podrías decidir que odias a alguien por la manera en que mastica”.

Los dos pasaron un fin de semana en un hotel. “Ha sido la única persona con la que he tenido intimidad en 10 meses”, dijo Anna, quien agregó que no le gustaría encontrarse en persona con un extraño de una aplicación de citas. En este caso, ella sabía dónde trabajaba su cita, y que su trabajo le exigía someterse a verificaciones de antecedentes y a que siguiera estrictas pautas de seguridad por el COVID-19.

Laura Khalil, una productora y animadora de pódcast de 40 años de Detroit, cuyos padres están en el grupo de alto riesgo, describió un encuentro cauteloso en un café al aire libre. Fue una cita tan normal como se puede tener en medio de una pandemia, sin cubrebocas, y luego Khalil fue a hacerse una prueba de coronavirus y se impuso una cuarentena.

“Me dijo que trabajaba desde casa, que tenía su burbuja de confinamiento y que no salía”, dijo. “¿Confío en ti? ¿Te creo? Esas son cosas que no podemos saber. Solo puedo asumir y esperar que no me estés mintiendo”.

Cálculos de riesgo y negación

Richard Schmitz, de 31 años, trabaja en ventas de software y se mudó de Manhattan a Scottsdale, Arizona, el año pasado. En Nueva York, a menudo le preguntaba a sus potenciales parejas (o le preguntaban) si estaban cómodas con encontrarse en persona. Pero en Arizona, esas preguntas no surgen. “No me importa el COVID-19”, le contestó una mujer cuando le preguntó si se sentiría cómoda teniendo una cita durante una época con aumento de casos. “Nunca tenemos la garantía de llegar al año que viene, así que deberíamos disfrutar nuestro tiempo con las personas mientras podamos”, le escribió otra.

En Los Ángeles, a Stevenson le sorprendió lo poco que habían cambiado sus conversaciones con sus potenciales parejas. “El primer o segundo mensaje seguía siendo ‘¿Quieres venir a mi casa?’” dijo. “Me impactó mucho que tantas potenciales parejas actuaran como si nada estuviera sucediendo. ‘Bueno, sigo caliente, así que me arriesgaré’”.

Blackstock, la ex comisionada adjunta de salud, quien también es médico de atención primaria y especialista en VIH, notó que las personas ajustaban sus comportamientos según la tasa de positivos en su comunidad. “Tuve un paciente que, en el momento más crítico, estaba utilizando una ‘burbuja sexual’”, dijo. “A medida que las cosas comenzaron a estar más controladas, la gente volvió a tener encuentros en persona de manera anónima. Pero luego, cuando los números volvieron a subir, la gente volvió a ser más conservadora o a limitar sus parejas”.

Schmitz descubrió que su propia perspectiva también evolucionó con el tiempo. “Una vez que lo haces una vez y te encuentras con una persona, te sientes un poco más cómodo con la siguiente y la que le sigue”, dijo. Su primera cita durante la pandemia fue con una amiga.

Fue “un poco extraño al principio”, dijo Schmitz, pero tras meses sin ningún contacto físico, decidió que la recompensa era mayor que el riesgo de enfermarse. Los dos se besaron. Cuando Nueva York volvió a activarse, notó que muchas de sus citas se sentían cómodas dando abrazos y besos la primera vez que se vieron.

Pero con el aumento de casos en Arizona, Schmitz está listo para la exclusividad, especialmente ahora que ha conocido a alguien que le gusta. “Es bueno saber que tengo a alguien”, dijo.

Siempre existirá el sexteo

Cooper , de 38 años, quien trabaja en el sector educativo en Nueva York y pidió ser identificado por su segundo nombre para proteger su trabajo, dijo que más de la mitad de las mujeres a las que les ha enviado mensajes en aplicaciones de citas le han pedido que les envíe una foto que muestre que ha dado negativo para el coronavirus. “Tienes que superar más obstáculos ahora”, dijo.

Lauren Bille, directora ejecutiva de AllBodies, una plataforma de educación para la salud, dijo que ha notado que las personas están mostrando creatividad con las citas, las precauciones de seguridad y la intimidad.

Bille, que vive en Brooklyn, encuestó recientemente a los seguidores de la compañía en Brooklyn para preguntarles cómo habían estado lidiando con las citas casuales. Uno dijo que una primera cita debía ser un almuerzo en vez de una cena, para evitar el alcohol y el sexo. Otro respondió: “Prueba de COVID antes de la cita y prueba de ETS antes del sexo”. Otros respondieron que solo están teniendo contacto físico con sus ex o con personas que conocen. Muchos dijeron haber aumentado la cantidad de citas virtuales que tienen antes del primer encuentro en persona.

“El video sexo, el sexteo, enviarse fotos sensuales, todo esto son cosas que quizás la gente no haya probado mucho y que en el pasado las habían dejado en un segundo plano. Pero ahora la gente se está aventurando a ellas y descubriendo que les gusta”, dijo Dalychia Saah , fundadora de Afrosexology, una plataforma educativa que ofrece talleres y eventos sobre temas como la masturbación, el amor propio y la sexualidad negra.

Los límites pueden ser sexis

“La pandemia está abriendo el espacio para que las personas tengan conversaciones difíciles sobre su nivel de comodidad y exposición”, dijo Saah. Eso lleva a que cada uno se pregunte: “¿Qué quieres? ¿Qué se puede y qué no? Existe un guion en el que muchos de nosotros hemos caído, que muestra que tienes que tener sexo de una manera determinada. En la actualidad, la barrera de entrada a esa conversación es mucho más fácil de superar”.

En muchos sentidos, las conversaciones sobre los límites y el consentimiento durante la pandemia son similares a las que tienen las personas sexualmente activas sobre el contacto físico, los condones y las infecciones y enfermedades de transmisión sexual.

“Mientras más información se tenga sobre lo que tu pareja ha estado haciendo y se entiendan las consecuencias de tus propios comportamientos, más probabilidades tendrán todos de tomar una decisión más informada sobre lo que se quiere aceptar o no”, dijo Anisha Gandhi , la comisionada adjunta de la Oficina de Prevención y Control del VIH del Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York.

Ann Nguyen, una consultora de comunicaciones y redes sociales de 26 años, se encontró lidiando con estas preguntas durante un encuentro en noviembre en Nueva York, lugar al que se mudó recientemente desde Washington D. C.

Nguyen dijo que los cálculos que están haciendo las personas que van a citas van más allá de la exposición física. “Estás eligiendo ser físicamente vulnerable y arriesgarte a contraer COVID-19, pero también estás siendo vulnerable de manera emocional y mental, al confiar en esa otra persona y creer en lo que está diciendo”, afirmó.

Saah dijo que tener que hacer preguntas sobre el nivel de comodidad de otra persona ha obligado a muchos de nosotros a considerar qué significa el consentimiento. Si tienes que preguntar si está bien dar un abrazo, o si puedes quitarte el cubrebocas, aprendes a respetar tus propios límites y los de otras personas, dijo. “Estamos obteniendo mucha práctica que no estábamos teniendo”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company