Humanos del presente y del pasado comparten técnicas de cacería

CIUDAD DE MÉXICO, enero 9 (EL UNIVERSAL).- De acuerdo con Miguel Giardina, zooarqueólogo de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina, existen similitudes entre las técnicas de cazadores del presente con los modos de vida y las estrategias de caza de grupos humanos del pasado, lo que es útil para una interpretación más acertada de la historia.

El especialista presentó sus estudios sobre grupos de cacería en una conferencia vía remota con el investigador Eduardo Corona Martínez, perteneciente al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) del Centro Morelos.

La ponencia partió de la interrogante si el avestruz americano, o ñandú, formaba parte de la dieta de los antiguos habitantes de la Patagonia pues, aunque muchas crónicas así lo afirman, entre ellas algunas escritas por el explorador Charles Darwin, quien visitó la región en 1832 de acuerdo con los registros, no se han hallado grandes cantidades de huesos de esta ave en las exploraciones arqueológicas.

Sin embargo, ahondó Giardina, son abundantes las evidencias de que los cazadores daban un uso importante a los huevos de ñandú, los cuales eran obtenidos con gran facilidad por los grupos que habitaban la Patagonia.

"Ya en su etapa adulta, el ñandú es un animal de difícil captura por su velocidad", apuntó el investigador, al detallar cómo la introducción del caballo y del perro al continente, en el siglo XVI, está relacionada, desde la estadística y los registros, con un aumento en la cacería del avestruz.

Como parte de sus estudios, abundó Giardina, visitó la Patagonia para analizar a los gauchos, un pueblo que habita en la región de la Patagonia que atraviesa Argentina.

Los gauchos realizan una práctica de cacería llamada "las boleadas", que consiste en utilizar piedras redondas que tallan, pulen y entrelazan con cuerdas.

Las boleadas actuales, de acuerdo con la investigación de Giardina, son similares a las jornadas de caza descritas en algunas crónicas de Darwin.

"La investigación demuestra que lo valioso para los gauchos no es el avestruz en sí, sino el conocimiento que con cada boleada transmiten a sus nuevas generaciones; esta cacería se vuelve una cuestión de estatus", detalló el investigador.