Después del huracán: la cruda e impactante serie que cuenta el desastre humanitario que se vivió en Nueva Orleans, en 2005
Después del huracán (Five Days at Memorial, 2022). Dirección: John Ridley, Carlton Cuse. Elenco: Vera Farmiga, Cherry Jones, Cornelius Smith Jr., Robert Pine, Adepero Oduye, Julie Ann Emery, Michael Gaston, Molly Hager. Disponible en: Apple TV+ (ocho capítulos). Nuestra opinión: muy buena.
Pasaron ya diecisiete años del desastre provocado en New Orleans por el huracán Katrina, pero los ecos de esa tragedia siguen resonando. Después del huracán pone el foco en cinco días fatídicos (y de hecho la serie le dedica un capítulo entero a cada uno de ellos) que cambiaron la vida de muchas personas: tanto los pacientes que estaban internados en el Memorial Medical Center como los médicos que trabajaban allí vivieron una odisea inimaginable que esta serie de AppleTV+ reconstruye con mucho detalle.
Es difícil no conmoverse con las imágenes de esta ficción dirigida y creada por John Ridley (el mismo de una muy buena serie que sorpresivamente tuvo poca repercusión, American Crime) y Carlton Cuse (uno de los guionistas de Lost): lo que pasó en ese centro médico fue tan triste y tan dramático como para que no hagan falta subrayados ni golpes de efecto para provocar una emoción genuina.
Basada en el artículo publicado por la agencia de noticias independiente ProPublica y The New York Times por el que la periodista Sheri Fink fue premiada con el Pulitzer en 2009, la historia de la serie empieza en una fecha que también tiene un significado especial en Estados Unidos: un 11 de septiembre (en este caso de 2005), cuando un grupo de investigadores llega al hospital y encuentra allí nada menos que cuarenta y cinco cadáveres. A partir de ahí empieza un viaje hacia el pasado inmediato para contar cómo se produjo la hecatombe. Todos suponían que era un huracán más, mucha gente se acercó al lugar para buscar refugio, igual que otras ocasiones similares en esa zona de Estados Unidos. Pero cuando las cosas parecían estar más o menos controladas, los diques de la ciudad cedieron y New Orleans quedó literalmente bajo el agua. En el Memorial Medical Center eso redundó en la inundación de dos plantas del edificio, cortes de luz permanentes y una falta de suministros que puso en alerta al cuerpo médico.
Uno de los aspectos en los que la serie hace hincapié es la falta de respuestas del gobierno de George W. Bush: la evacuación de los internados fue caótica, la comunicación con las autoridades de la ciudad y las nacionales estuvo prácticamente cortada y el entonces presidente se limitó a sobrevolar la ciudad cuando los agujeros del Medicare, el programa de cobertura de seguridad social administrado por el gobierno, se hacían más que evidentes.
A pesar de que en New Orleans los huracanes son frecuentes, el Memorial Medical Center tenía un protocolo de evacuación en caso de atentados terroristas, pero no uno que indicara cómo manejarse en una inundación. Y fue justamente en ese contexto complicadísimo que los médicos tomaron necesariamente decisiones que, una vez terminado el incidente, generaron mucha polémica. Evacuar a todos los pacientes era imposible, entonces había que resolver algún plan. Cuando la investigación policial reveló que veintitrés de las cuarenta y cinco personas fallecidas en el lugar habían recibido altas dosis de morfina todas las miradas apuntaron a la doctora Anna Pou (el personaje que en esta serie interpreta con mucha solvencia Vera Farmiga), una especialista en otorrinolaringología, oncóloga y cirujana que fue llevada a tribunales. Finalmente, Pou no fue condenada, hoy ejerce normalmente su profesión. Tampoco fueron sentenciadas las dos enfermeras que citó la justicia norteamericana, Cheri Landry y Lori Budo.
El juicio, reflejado en los últimos tres capítulos de la serie, animó en los Estados Unidos un debate sobre las condiciones de trabajo de los médicos en situaciones de emergencia y sobre los límites recomendables cuando se los acusa de negligencia en situaciones tan extremas (hoy se calcula que el Katrina produjo 1.800 muertes y 150.000 millones de dólares en pérdidas materiales). En el momento de la debacle había cerca de dos mil personas que buscaron refugio en el hospital, además de los doscientos pacientes y el personal de salud. La situación era indiscutiblemente crítica. Después del huracán lo remarca y también llama la atención sobre otro asunto clave: el riesgo de apresurarse y cometer una injusticia cuando se trabaja en caliente sobre un caso tan complicado, una línea de la trama que aparece sintetizada en el accionar de Virginia Rider, la policía interpretada por Molly Hager, guiada por la reacción emocional más que por el análisis equilibrado.
Luego de la traumática experiencia, Pou se convirtió en una activista defensora de los derechos de los médicos a tomar decisiones libremente, sin riesgos legales, durante emergencias de este tipo. Pero, más allá de la discusión sobre su conducta, lo que la serie deja claro son los grises de la medicina privada -al tratarse de un negocio, los empresarios se mueven esencialmente de acuerdo a intereses económicos-, la falta de reacción de un Estado dedicado a gastar fortunas en conflictos bélicos pero incapaz de invertir en la salud de su población con un criterio mínimamente humanitario y, posiblemente lo más preocupante, la falta absoluta de empatía de los políticos que toman decisiones en los Estados Unidos.
“La serie también podría estar ambientada en un hospital de Nueva York hace tres años, con el caos que provocó la pandemia del covid -opinó en una entrevista Vera Farmiga-, cuando los trabajadores de la salud estaban sobrecargados y luchaban para encontrar equipos de protección individual y ventiladores, además de estar obligados a tomar decisiones sobre quién tiene una cama y quién no, cuál es el protocolo y a qué pacientes se debe atender primero”.
La evacuación completa de este centro médico de New Orleans -y también de Life Care, un hospital privado dentro de otro hospital privado que ocupaba la planta séptima del edificio- se decidieron recién cuando se habían desatado violentos saqueos en una ciudad acorralada por el agua. Los cuerpos de las víctimas quedaron abandonados en el lugar varios días más. La mayor parte de los damnificados por la furia del Katrina fueron personas de color, igual que ocurrió con el covid (aunque el 60 por ciento de la población de New Orleans es negra, el 77 por ciento de los muertos por coronavirus fueron afroamericanos); las decisiones sobre las políticas de la ciudad, en tanto, las sigue tomando una élite de profesionales blancos.