El impactante motivo por el que Penélope Cruz se niega a manejar autos: “Es un trauma muy grande”

El impactante motivo por el que Penélope Cruz se niega a manejar autos: “Es un trauma muy grande”
El impactante motivo por el que Penélope Cruz se niega a manejar autos: “Es un trauma muy grande” - Créditos: @Grosby Group

Durante la última edición del Festival Internacional de Cine de Venecia se presentó con gran éxito Ferrari, la película que cuenta la historia del fundador de la famosa escudería italiana. El film está protagonizado por Adam Driver, en el rol de Enzo, Shailene Woodley, como su amante Lina Lardi, Patrick Dempsey, como el piloto de Fórmula 1 Piero Taruffi y Penélope Cruz, como Laura, como la esposa de la legendaria figura de la industria automotriz.

Lejos de la realidad de su personaje en el film de Michael Mann, que en su vida fuera de las cámaras se dedica desde hace más de una década al automovilismo deportivo y llegó a ocupar el segundo puesto en las 24 horas de Le Mans, Cruz odia manejar . En una entrevista publicada por Elle, la actriz española explicó que no se trata de un capricho, sino del resultado de una experiencia muy violenta que derivó en un trauma que aún la acompaña.

Penélope Cruz, Shailene Woodley y Adam Driver en el estreno de Ferrari en Odeon Luxe, Leicester Square en el centro de Londres
Penélope Cruz, Shailene Woodley y Adam Driver en el estreno de Ferrari en Odeon Luxe, Leicester Square en el centro de Londres

“ Mi hermana Mónica fue atropellada por un auto delante de mí cuando yo tenía ocho o nueve años ”, recordó Cruz sobre aquel momento y explicó que mientras eso ocurría “el tiempo se detuvo”.

“ Es un trauma muy grande, porque la vi perder el conocimiento . Y yo estaba paralizada en el hospital, diciéndole a la gente: ‘Oh, mi hermana acaba de ser atropellada por un auto’”, rememoró. Además, admitió que si el incidente hubiera ocurrido en su vida adulta, imagina que “se habría puesto histérica”.

La protagonista de Volver explicó que, en general, es dueña de cierta hipersensibilidad en todos los sentidos -“visualmente, al sonido, a los sentimientos de la gente”- algo que en cierta manera es “afortunada de tener” para su carrera como actriz, pero que también la hace “sentir o sufrir más las cosas”.

“Esa ha sido una de las principales cosas de las que me ocupo en terapia: cómo lograr un equilibrio para poder seguir sintiendo esas cosas sin hacer míos esos sentimientos”, añadió. Con respecto a su último papel, el de Laura Ferrari, explicó que debía reflejar el “dolor” de aquella afligida madre en todos los detalles, incluso en la ropa. “Ella tiene esta tragedia de la que nunca se recuperará, la muerte de su único hijo Dino, y también es lo que hizo que su matrimonio se rompiera, porque ambos sienten que no lograron salvarlo”.

 Javier Bardem y Penélope Cruz
Javier Bardem y Penélope Cruz - Créditos: @Momodu Mansaray

En la entrevista se refirió, también, a su rol de mamá. La actriz y su esposo Javier Bardem, con quien se casó en 2010, son padres de Leo, de 12 años, y Luna, de 10, pero desde mucho tiempo antes se la vio maternar en la pantalla grande, muchas veces en films de Pedro Almodóvar. “A mi edad, el 80 por ciento de los personajes que interprete serán acerca de la maternidad o divorcio o abandono o personajes que no querían tener hijos o no podían o que perdieron hijos. He interpretado a madres desde que era muy joven. Con Pedro nos conocemos desde que tenía 17 años. Él solía observarme acercándome a hablar con desconocidos solo para ver a sus bebés. Siempre notó ese fuerte e inevitable instinto en mí, y yo lo veía notarlo. Pero también, desde que era una niña pequeña, sabía que quería tener hijos. Pero sabía que los quería cuando fuera mayor. Quería esperar hasta sentir que estaba lista. Estaba segura de que sería lo más importante que haría en mi vida ”, rememoró.

Al ahondar en su propia experiencia, se refirió a la decisión que tomó junto a Bardem de que sus hijos crezcan alejados de los teléfonos celulares y las redes sociales, y fundamentó: “Es tan fácil ser manipulado, especialmente si tenés un cerebro que aún se está formando. ¿Y quién paga el precio? No nosotros, no nuestra generación, que tal vez a los 25 años aprendió cómo funcionaba un BlackBerry. Es un experimento cruel con los niños, con los adolescentes”.