Las impresionantes joyas de la corte imperial vienesa que han sido subastadas
Después de que hace tan solo unos días se viera a Sol Matossian lucir en su boda una tiara de esmeraldas de la reina Isabel II de España, Sotheby’s acaba de subastar en Ginebra unos magníficos lotes compuestos por joyas fascinantes de la corte imperial austriaca. Bajo el título Viena 1900: una colección imperial y real se han sacado a la venta un total de 200 piezas de gran valor histórico que recientemente fueron redescubiertas escondidas en la bóveda de un banco. Se trata de un surtido de joyería real vienesa jamás subastado por el valor de la pieza, su antigüedad y por el número de alhajas.
La colección es excepcional pues tiene tesoros de tipo más ceremonial usados por las damas de la alta sociedad de la época y por las familias reales de Europa. Tras la Revolución Francesa, las Casas de Habsburgo, Borbón-Parma, Borbón-Dos Sicilias y Sajonia-Coburgo-Gotha, acudieron a la corte Imperial de Viena, convirtiendo a la ciudad en una de las más glamurosas de los siglos XIX y principios del XX.
De la ingente colección llama la atención un devant de corsage, un gran broche desmontable de diamantes y perlas naturales de 1865 de la archiduquesa María Teresa de Austria-Teschen, duquesa de Württemberg. Tiene un diseño de corona floral con gemas en forma de cojín y rosas, de la que la central cuenta con una perla natural en forma de lágrima que sostiene tres colgantes de perlas desmontables. Fue un regalo de su marido Felipe, duque de Württemberg, como regalo de bodas que realizó el joyero Emil Biedermann, un reconocido orfebre vienés, que tras la revolución de 1848 fue nombrado junto con Köchert joyeros de la Corona. Durante décadas, Biedermann recibió importantes encargos de la Familia Imperial.
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También son de esta archiduquesa un elegante broche de diamantes rosas en forma de lazo de 1840 que se usaba para prender la condecoración de la Orden de la Cruz Estrellada, fundada en 1668 por Eleonora Gonzaga, consorte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Fernando II. Con el tiempo, esta distinción sólo se otorgó a las mujeres de la dinastía de los Habsburgo. Consistía en una placa ovalada con un cruz de esmalte rojo con el águila doble de la Casa Real con el lema en latín salus et gloria (salud y gloria) que se colocaba en el lado izquierdo con un lazo de seda muaré negro o con un lazo de incrustaciones de diamantes como este. Otra joya magnífica de esta royal es el broche de diamantes engastado con una perla natural en forma de botón y otra en forma de lágrima de 1865 que también fue un regalo de bodas.
Uno de los lotes más versátiles es el collar-tiara de rubíes y diamantes de la archiduquesa Margarita Sofía de Austria, con un diseño de rosas silvestres con los capullos engastados con piedras ovaladas de Birmania y en forma de cojín que puede usarse como collar, diadema o como varios broches. Un obsequio que el emperador Francisco José adquirió a Köchert para su sobrina Sofía cuando se casó con Alberto, duque y príncipe heredero de Württemberg en 1893. Al fallecer la archiduquesa en 1902, su marido se lo legó a su hijo Albrecht Eugen, duque de Württemberg (1895-1954). En su fantástico joyero también estaba una cruz de diamantes y esmeraldas de la década de 1890.
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De la colección de la princesa María Inmaculada de Borbón-Dos Sicilias, archiduquesa de Austria-Toscana, figura una tiara histórica de perlas y diamantes engastados que puede desmontarse para sacar un broche y unas horquillas para el pelo. Procedía de la madre de la Princesa y en aquella época las joyas grandes podían desmontarse para lucirse de múltiples formas. También de esta aristócrata es un conjunto de tres broches en forma de estrella de diamantes datados en 1900 que el gran duque Fernando IV de Toscana y su esposa la princesa Alicia de Borbón-Parma, gran duquesa de Toscana, regalaron a su sobrina por su matrimonio. Se trata de una obra del joyero Wilhelm Haarstrick, quien estaba especializado en diseños renacentistas y que tanto recuerdan a los que se crearon para la emperatriz Isabel de Austria en la década de 1860 y que Franza Xavier Winterhalter inmortalizó en una icónica pintura en la que la mítica Sissi lleva prendidas unas estrellas en su larga cabellera. María Inmaculada también tuvo dos collares rivières de diamantes de dos épocas diferentes que heredó su hija María Inmaculada de Austria-Toscana.
La princesa Maria Inmaculada de Borbón-Dos Sicilias atesoró un collar de perlas realizado por Köchert a finales del siglo XIX compuesto por cinco hileras con un cierre con un diamante. Cada una de esas hileras tiene una longitud distinta y pasó a heredar su hija, la duquesa de Württemberg María Inmaculada. También de perlas y con cierre de rubí es una pulsera que el archiduque Carlos Salvador de Austria-Toscana entregó a su esposa María Inmaculada de Borbón-Dos Sicilias en el aniversario de sus bodas de plata celebradas el 19 de septiembre de 1886. Está compuesta por 25 perlas que representan los 25 años del matrimonio y nueve diamantes, de diferentes quilates, por cada uno de los hijos que tuvieron.