Infancias. Cooky Galleta, la carismática payasa cordobesa que nos representa en un festival internacional francés
Cooky Galleta llega, saca cosas de su valija de clown, algunas de ellas terminan adoptando la forma de un piano en miniatura. Cuando termina de armarlo, la payasa se sienta con toda su altura al teclado minúsculo a interpretar un preludio de Juan Sebastián Bach. Como las octavas no le alcanzan, se ve obligada a alguna pirueta musical… Del absurdo de la situación de esta rutina clownesca surgen las notas de humor con las que Cooky Galleta intentará conquistar este fin de semana al jurado del Festival Internacional de las Estrellas de la Magia y del Circo de Fay aux Loges, a unos 150 kilómetros al sur de París .
Para llegar allí, la payasa oriunda de Río Cuarto tuvo que convertir la comicidad casi innata de su tonada cordobesa en un lenguaje universal sin palabras . “Es llevar un sentimiento, expresar todo lo que uno siente sin tener que hablar, aun dirigiéndote al público“, explica Cooky Galleta, nacida como Virginia Moyano Stodulsck.
“Los cordobeses tenemos un humor particular, una chispa que ya genera algo en el otro, cuando me vine a Buenos Aires a estudiar comedia musical en la escuela de Valeria Lynch, mis compañeros me escuchaban hablar y ya les resultaba gracioso“, dice riendo ella misma. Pero para probar otros horizontes se propuso desarrollar un lenguaje de clown universal, preparándose con Mercedes Lía Hernández, que había trabajado en el Cirque du Soleil, y con Julia Muzio, para llevar la tonada cordobesa a un lenguaje corporal, “a otra estética del payaso“, según define Cooky.
“Voy buscando entre el payaso de cara blanca, más refinado, y el payaso Augusto, el de la torpeza, el que se le desarma la pata del piano y la vuelva a armar tratando de congraciarse con el público, como diciendo que no pasa nada, que ya lo va a resolver. Pero aun cuando fui aggiornando muchas cosas, incluido el vestuario, traté de mantener en mi personaje la inocencia de mi infancia de jugar en calle de tierra, en ciudad chica. Y reivindicando siempre el derecho al juego, fundamental para la niñez.“
Le dicen que el público francés no es fácil, que es menos efusivo que el argentino. A pocos meses de la final del Mundial de Fútbol entre Argentina y Francia, juega con la idea de sacar de la valija de la que luego saldrá el pianito una pequeña copa mundialista, como por error, y volver a esconderla antes de que nadie salte en su butaca . Pero no confirma si es realmente su plan o una finta clownesca para la entrevista.
En Fay aux Loges participan por un lado artistas de circo en todas sus variantes y de magia y mentalismo por el otro, en dos categorías separadas. Cooky Galleta es la única clown mujer y la única latinoamericana en el concurso que se realiza en tres galas ante público. De las dos primeras salen seleccionados por el jurado los números para la gala de clausura del domingo, tras la que se otorgan los premios. “Voy y soy feliz ya de haber logrado ir, llevar mi arte a otro lado, para mi ya está y es un montón.“
Para la vuelta prepara un nuevo espectáculo que como suele hacer estrenará en mayo en Río Cuarto, su lugar en el mundo, a pesar de que hace ya una década larga que vive en Buenos Aires. Y de ahí al resto de la provincia mediterránea, para llegar hacia vacaciones de invierno a la escena porteña. Todo esto, si no le confirman en marzo la invitación para participar en otros festivales en Suiza e Italia, en los que está preseleccionada.
También tiene prevista una obra para niños con discapacidad auditiva, después de haber aprendido el lenguaje de señas el último año, a raíz de que una niña sorda la fue a saludar tras una función de circo y darse cuenta que no sabía como comunicarse directamente con ella. Cooky Galleta va decidiendo sobre los rumbos de su carrera. “Las cosas se dan cuando se tienen que dar y con las personas que tiene que ser“, sentencia, reafirmando su voluntad de ser su propia productora, sin nadie que le imponga la forma de actuar, cantar o maquillarse.
Como nadie le impuso en su momento, al salir de las restricciones de la pandemia, la iniciativa de recorrer caracterizada como Cooky Galleta calles de tierra de barrios de Guernica, contando cuentos de las buenas noches a los chicos. “Un nene de tres años me dijo un dïa que nunca le habían contado un cuento. Entonces, me pinté, busqué libros y me iba los viernes casa por casa a partir de las 8 de la noche a contar cuentos.“
En Río Cuarto, en Guernica o en Fay aux Loges, Cooky Galleta parece tener algo en claro: “Con lo que voy haciendo yo me siento feliz, sé que alegro a muchos niños.“