Ingrid Sartiau: "Tengo cartas que prueban que el Rey Juan Carlos es mi padre”
El rey emérito Juan Carlos I no gana para disgustos. Si bien su imagen está totalmente destrozada a nivel mediático desde hace ya años, este 2020 ha sido su azote real, nunca mejor dicho.
A su espantada a Abu Dabi y las supuestas comisiones que habría cobrado ilegalmente por el AVE, ahora se suma la insistencia de Ingrid Sartiau en demostrar que es su hija secreta y, en una reciente entrevista con ‘Look’, asegura tener pruebas.
A sus 54 años, Ingrid no necesita ya un padre que la acune y, de ser cierto que el monarca es su progenitor, Sartiau necesitaría quizá reclamar lo que es suyo a nivel material pero, sobre todo, otorgar la verdad a la versión que su madre siempre le ha contado.
La madre de Ingrid le contó que ella nació fruto de una relación entre ella y Juan Carlos, la mujer de origen belga asegura que sabe que es muy complejo demostrarlo y más tratándose del rey emérito pero tiene claro que no piensa rendirse: “Tengo mucha paciencia, voy a seguir luchando”.
La única pena que le queda a Ingrid y que ya es irrecuperable es que su madre falleciera hace pocos meses y no podrá ver lo que ella considera que será una batalla judicial ganada antes o después.
De hecho Ingrid apela al caso de Dolphine Boël, la hija del Rey Alberto de Bélgica que fue reconocida legítimamente tras una ardua batalla en los juzgados que duró varios años. En la citada entrevista, Sartiau asegura que: “Estoy muy emocionada por Dolphine y por su familia. Ha tenido una gran batalla y su éxito me anima a continuar con la mía”.
Aunque su demanda haya sido calificada de frívola, ella no se va a detener y asegura que no lo hace por dinero sino por ser reconocida como la hija del rey porque, sencillamente, es su padre y quiere su afecto. Además, ahora asegura tener pruebas escritas de que Don Juan Carlos la tuvo junto a su madre: “Tengo cartas que prueban que Don Juan Carlos efectivamente es mi padre”, asegura.
A aquellos que puedan pensar que la mueve el interés, Ingrid les responde que: “No quiero ser princesa ni se me ocurriría cambiarme el apellido, por una cuestión de respeto a mi madre, pero podría añadirlo de manera puntual”.
Y, dirigiéndose directamente a la corona, Sartiau dice: “Le pido al Rey que me escuche, que conozca a mis hijos, quiero poder contarle que voy a tener un nieto. Quiero el amor de mi padre, aunque sé que eso no va a ser posible”.
Lo que tiene claro es que va a seguir recurriendo hasta llegar al mismísimo Tribunal de Estrasburgo si es necesario durante este proceso aunque, paralelamente, su salud mental y anímica se resiente tras las piedras que ya ha encontrado en el camino: “Me ha costado casi una depresión y mucho dolor, porque el Tribunal consideró que estaba vendiendo una fantasía. Tengo la mala suerte de que sea un Rey, pero si hubiera un carnicero, habría dado los mismos pasos”.
Esta guerra familiar y judicial llega en el peor momento del monarca que se encuentra todavía fuera de España pero, siendo sinceros, si de verdad es el padre de Ingrid, es de justicia que se la reconozca como su hija, sea en el momento que sea.
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