Inteligencia social, un rasgo de personalidad que nos conecta con los demás

Nos preguntamos qué es exactamente la inteligencia social y cómo nos puede ayudar a tener una vida más plena. Y se lo preguntamos a Rebeca Cáceres y su equipo de psicológos de @tribeca_psicologos. Comienzan explicándonos que la inteligencia social podría definirse como la capacidad de una persona para relacionarse e interactuar de forma efectiva, así como para gestionar y desarrollar conexiones y vínculos positivos con los demás. Asimismo, también nos explica qué influye en nuestras relaciones al permitirnos ser empáticos y respetuosos, comunicarnos de forma efectiva, resolver conflictos de manera constructiva y desarrollar vínculos sólidos.

Esto, además de fortalecer las conexiones que establecemos con otras personas, permite la construcción de relaciones saludables y significativas basadas en la confianza y en el respeto mutuo, aspectos fundamentales de cara establecer conexiones en los diferentes contextos de los que la persona forma parte.

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¿Cuáles son las características de las personas con alta inteligencia social?

¿Y qué hay de los rasgos y características que definen a las personas que cuentan con esta habilidad? Nos indican las personas que poseen una alta inteligencia social son individuos con talento para entender y manejar las relaciones interpersonales manifestando una alta capacidad para comprender las diferentes dinámicas sociales y adaptarse a diferentes personas, situaciones o contextos sociales.

Dicho esto, las personas con alta inteligencia social se caracterizan por su capacidad empática, por sus habilidades comunicativas de expresión y de escucha activa que facilitan el intercambio de ideas, por su capacidad para resolver conflictos de forma constructiva, por sus habilidades de liderazgo, y por su capacidad de cara a percibir e interpretar con precisión las señales sociales y emocionales de los otros.

Además, las personas con alta inteligencia social también se distinguen por poseer un gran autocontrol a nivel emocional, sabiendo manejar la calma y compostura en situaciones complicadas, y muestran una preocupación genuina por el cuidado y el bienestar de los demás tendiendo a brindar apoyo y comprensión cuando es necesario.

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¿Y las de las que no la tienen?

Al contrario de lo mencionado con anterioridad, las personas con baja inteligencia social pueden encontrar dificultades para establecer relaciones significativas, lo que puede llevar a sentimientos de aislamiento y soledad que, si no se atienden, pueden derivar en diversa sintomatología que puede afectar al bienestar emocional y psicológico de la persona.

Además, dado que pueden tener pocas habilidades sociales y de comunicación, se puede crear malentendidos y conflictos frecuentes que no son abordados de forma efectiva. Asimismo, estas personas encuentran dificultades de cara a adaptarse a diferentes contextos y normas sociales, así como para captar las señales emocionales, lo que hace que en ocasiones sean percibidas como personas indiferentes o insensibles, lo que influye de forma negativa en su rendimiento y adecuación social en los diferentes contextos de los que forman parte.

¿Qué papel juegan la empatía y la comunicación?

Insistimos en estas características, puesto que nos parece importante comprender cómo influyen en las habilidades sociales. Desde Tribeca Psicologos nos confirman que la empatía, entendiendo esta como la capacidad para reconocer las emociones y ponerse en el lugar de los demás, juega un papel clave en la inteligencia social, pues permite que el individuo comprenda al otro desde un punto de vista emocional y pueda responderle de forma adecuada, comprensiva y efectiva.

Igualmente, la comunicación y el desarrollo de habilidades comunicativas adquieren dentro del campo de la inteligencia emocional un rol fundamental, pues permiten la escucha activa, la expresión y el intercambio real y efectivo de ideas y emociones, aspectos fundamentales de cara a establecer vínculos basados en la seguridad.

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¿Cómo se puede mejorar la inteligencia social?

Para aquellas personas que posean una baja inteligencia social resulta fundamental trabajar diversas áreas relacionadas con el desarrollo de habilidades interpersonales y la comprensión de dinámicas sociales con el fin de mejorar sus interacciones con los demás y, por ende, su calidad de vida.

Hay diferentes aspectos que pueden trabajarse para potenciar la inteligencia social tales como:

  • Poner el foco de atención en aspectos como la escucha activa o la observación consciente de las señales no verbales de los demás (postura, tono de voz, expresiones faciales, etc.) para poner en práctica la empatía y tratar de entender las perspectivas y emociones de uno mismo y del resto.

  • Desarrollar habilidades de comunicación que mejoren la expresión y la escucha activa, a la vez que se presta atención y se modula el lenguaje no verbal.

  • Adquirir estrategias de resolución de conflictos, poniendo especial esfuerzo en mantener siempre un abordaje asertivo de los mismos que permita llegar a una resolución adecuada para todas las partes.

Además, puede resultar de gran utilidad participar en actividades tales como voluntariados, grupos de interés común, asociaciones, clubs… que permitan la puesta en marcha de las diferentes habilidades sociales que se vayan incorporando e inviten a la reflexión para identificar las distintas áreas de desarrollo en las que sería interesante plantear objetivos de mejora, concluyen.

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