Invasión secreta: Marvel se atreve a una serie de género que se desmarca de su propio recorrido, pero sin traicionar a sus fuentes
Invasión secreta (Secret Invasion, Estados Unidos/2023). Dirección: Ali Selim. Guion: Kyle Bradstreet. Fotografía: Remi Adefarasin. Música: Kris Bowers. Edición: Pete Beaudreau. Elenco: Samuel L. Jackson, Ben Mendelsohn, Cobie Smulders, Olivia Colman, Emilia Clarke, Kingsley Ben-Adir, Killian Scott, Christopher McDonald, Christopher Goh, Carmen Ejogo. Cantidad de episodios: 6. Disponible en: Disney+. Nuestra opinión: muy buena.
En su obsesión por destronar a DC (que con Flash ha demostrado que en cuanto a historia y leyenda no tiene rival), Marvel insiste en transitar un camino sinuoso, complicado y pantanoso: el de la continuidad perpetua. Que cada proyecto esté obligado a interconectar su universo cinematográfico le resta identidad, sumado a una legión de fans de vuelo bajo y pocas aspiraciones cuya única preocupación es: “¿Cuándo aparece el Capitán América? ¿Por qué no están Los vengadores?”. Por eso, al igual que sucedía con WandaVision, para darle la dimensión que se merece a Invasión secreta, hay que huir de los preconceptos, los papelitos de colores y la comida predigerida.
Para empezar, Invasión secreta no es una serie de superhéroes, sino un producto de ciencia ficción y espionaje construido a través de una premisa inquietante : “Imagine un mundo en que la información no fuera fiable. Las noticias dirían una cosa, Internet otra. La sociedad comenzaría a resquebrajarse. Solo podríamos confiar en la gente que queremos. Pero qué pasa si esas personas no fueran las que pensáramos. ¿Y si nuestros seres queridos, en los que siempre hemos confiado, fueran algo distinto? ¿Si ni siquiera fueran humanos?”, dice una voz en off al comienzo del primer capítulo, al mejor estilo de Los invasores.
En esta oportunidad, David Vincent es Nick Fury (Samuel L. Jackson), que viejo y cansado debe lidiar con el peso de su historia mientras intenta frenar la amenaza del título. La raza de los skrulls, extraterrestres metamorfos que llegaron a la Tierra luego de la destrucción de su planeta, se divide entre los que quieren vivir en paz y los que quieren conquistar el planeta. La segunda facción está liderada por Gravik (Kingsley Ben-Adir), uno de esos villanos sin fisuras tan imprescindibles en este tipo de historias. El plan no solo es aterrorizar al mundo mediante atentados terroristas, sino también colocar a su gente en puestos de poder político, y de paso crear un soldado perfecto para enfrentar cualquier tipo de “super amenaza” (lo que podría prever la aparición futura de algún Avenger o de los futuros 4 Fantásticos, como para paliar la poca tolerancia a la frustración de los fans adolescentes).
En el bando de los buenos están el ya mencionado Fury y el Skrull arrepentido Talos (Ben Mendelsohn); y a mitad de camino la hija de este, G’iah (Emilia Clarke). También en la ambigüedad se sitúa la gran Olivia Colman como la implacable y sinuosa Sonya Falsworth, un personaje creado para la pantalla, sin relación con el cómic.
Luego de un primer episodio oscuro, adulto, y bastante alejado de la estética cinematográfica de la productora, el segundo capítulo comenzó la andanada de referencias a lo previo, ya visto u olvidado, para dejar en claro que: una cosa es la expectativa y otra la realidad. Que se puede ofrecer un producto de género, interesante y bien filmado, aun cuando poderes superiores exijan cada tanto alguna voltereta intrascendente, a las que Marvel Studios nos tiene acostumbrados.
Con el aval creativo de Kyle Bradstreet (responsable de la brillante Mr. Robot) y la dirección de Ali Salim (The Calling, Criminal Minds), Invasión secreta es otra serie que se desmarca del entorno que la contiene, intentando a lo largo de sus seis capítulos trazar un recorrido propio sin traicionar a las fuentes. Lo visto hasta ahora le augura un promisorio desenlace, aun cuando no figure entre las favoritas de los adictos al fast food.