Londres está invadido por los loros y la culpa la podría tener un clásico del cine

Dejar el móvil a un lado (o en el bolsillo) y salir a caminar siempre me ha parecido una buena estrategia contra el stress (y desde que tengo a mi perra ya no tengo excusa). Incluso en ciudades bulliciosas como las capitales europeas. Porque en ciudades como Londres nunca sabes lo que te puedes encontrar al doblar la esquina y pasear por esos parques emblemáticos y las calles que los rodean puede convertirse en toda una lección de historia cuando prestas atención a los detalles. Desde sus estatuas a edificios antiguos, placas conmemorativas y calles que cobran vida como si fueran una secuencia de Los Bridgerton, mientras el Palacio de Buckingham (construido en 1703) se planta como emblema imponente de una ciudad repleta de rincones salidos de un libro de historia. Sin embargo, desde hace varias décadas existe un elemento que sobrevuela estos lugares y que no existía siglos atrás: la propagación de loros por los árboles de la ciudad.

Foto con un loro en St. James Park, Londres (Valeria Martínez).
Foto con un loro en St. James Park, Londres (Valeria Martínez).

Cuando caminas por St. James Park como si imitaras los paseos de Lord Bridgerton enseguida te das cuenta que la cosa chirría. Porque entre cisnes de la reina, carpas, patos, palomas, y todo tipo de aves habituales, sobresalen cientos de pájaros de una especie de loro a los que la gente alimenta como si fueran una atracción más.

No obstante, cada vez que los veo en los parques, árboles (y a estas alturas en todos los barrios londinenses en general) no puedo evitar preguntarme: “¿Qué hacen tantos loros de esta especie originalmente de climas calurosos en Inglaterra?” Ante la duda me puse a investigar un poco descubriendo que existen estudios y leyendas urbanas que intentan explicar el fenómeno, llevándome la sorpresa al conocer que una de ellas (la más sonada) culpa directamente a un súper clásico del cine.

La especie que ha infestado Londres es la Psittacula krameri, conocida como ‘la cotorra de Kramer’, originaria de ciertos países de África e India. Es la misma que en España está considerada como una amenaza para las especies autóctonas, habiendo sido incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras regulado por el Real Decreto 630/2013 quedando prohibida su posesión, transporte, tráfico y comercio en el país (Fuente: BOE). Es más, la Comunidad de Madrid incluso estableció un permiso regulado en 2013 para su captura y muerte durante los periodos autorizados de caza debido a la amenaza que supone para otras especies (Madrid.org).

Pues resulta que desde hace más de 70 años circula un mito que explica que la plaga de pericos en Londres es culpa de La reina de África, la película que protagonizaron Katharine Hepburn y Humphrey Bogart en 1951. Dirigida por John Huston a partir de la novela homónima de C.S. Forester, contaba una historia de aventuras que transcurría en la África de 1914, siendo una producción innovadora para la época al trasladar todo su equipo y rodar la mitad del metraje en localizaciones de Uganda y el Congo. Fue un rodaje de lo más accidentado por culpa de las intoxicaciones estomacales de la mayoría del equipo -incluida Hepburn que necesitaba un cubo para poder vomitar en escenas-. Y según Bogart, la culpa la tuvo que todos bebieron el agua local en lugar de beber whiskey como hizo él.

American actors Humphrey Bogart and Katharine Hepburn on the set of The African Queen, directed by John Huston. (Photo by United Artists/Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)
American actors Humphrey Bogart and Katharine Hepburn on the set of The African Queen, directed by John Huston. (Photo by United Artists/Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

La otra mitad se rodó en los desaparecidos estudios Isleworth, en las afueras del oeste de Londres, donde según la leyenda se habrían liberado o escapado accidentalmente un grupo de loros utilizados, justamente, para dar credibilidad a la recreación de África en el set británico.

Desde entonces circula el mito que culpa a este rodaje de la plaga de loros que, actualmente, circula por todo Londres y sus alrededores. Y, en cierto modo, es bastante creíble dado que hubo algún que otro accidente en esta producción. Incluso uno de ellos estuvo cerca de herir seriamente a Katherine Hepburn cuando una réplica de la caldera del barco casi se cae sobre ella. Es decir, que una liberación accidentada o quizás al término de la producción en aquel entonces en una era de menor conciencia animal en la ciudad, me resulta bastante creíble.

Es más, en 2018 una zoóloga llamada Hana Ayoob dio por verídica la historia explicando el análisis que su bisabuelo había estado observando desde el rodaje en 1950. Según la especialista, su bisabuelo vivía cerca de los estudios y enseguida comenzó a notar cómo lo jardines locales donde se habían rodado escenas de la jungla, se llenaron con estos loros. 'Nadie sabe al 100% de dónde vinieron. Pero existe una historia de que al final de la filmación de La reina de África liberaron todos los periquitos que se habían usado en el set”, dijo la mujer en un festival de ciencias de Cheltenham hace cuatro años, según The Telegraph (vía Daily Mail).

Entonces explica que sus bisabuelos vivían cerca del estudio y un día notaron que estos pequeños loros verdes comenzaban a aparecer en los jardines de la zona comiéndose los frutos de los árboles de manzana. "Comenzó a alimentarlos con nueces, dátiles y frutas secas, al igual que muchos de sus vecinos, y luego, cuando llegó el invierno, comenzaron a construir pequeños refugios de madera en el jardín trasero” añade, explicando la facilidad de propagación que les habrían brindado. "Esto continuó durante bastantes años hasta el invierno del 62-63, que fue un invierno bastante frío y las aves desaparecieron y la teoría es que fue entonces cuando se mudaron al centro de Londres porque hacía mucho más calor y han prosperado allí”.

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Curiosamente existen otros mitos que culpan a la propagación. Uno de ellos es Jimi Hendrix, quien se dice que habría liberado a una pareja de aves en Carnaby Street tras fumar marihuana en 1968. Sin embargo, un estudio publicado en el Diario de Zoología en 2019 afirma que existen avistamientos de esta ave en la ciudad desde 1855 (UCL).

Al final, nadie lo sabe a ciencia cierta, pero no me resulta nada descabellado imaginar que la liberación -accidental o no- en La reina de África pudiera haber tenido algo que ver en el asunto.

En la actualidad se cree que existen decenas de miles de pericos en la ciudad británica (el Daily Mail apuntaba a unos 170.000 en todo Gran Bretaña en 2019). Así que ya lo saben, si un día están paseando por los parques de Londres solo tienen que mirar hacia arriba y los notaran enseguida. O tener los oídos abiertos. A veces son tan ruidosos que es imposible no percatarse de su presencia.

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